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Zapata

jueves, 20 de octubre de 2016

CLINTON, LA FAVORITA DE LAS ÉLITES DEPREDADORAS; TRUMP EL PREFERIDO DE LOS BLANCOS XENÓFOBOS

Ayer se realizó el último debate entre los candidatos presidenciales de los partidos Demócrata y Republicano por la presidencia, Hillary Clinton y Donald Trump, sin que realmente cambiara mucho el panorama para las elecciones del próximo 8 de noviembre, habida cuenta de que Clinton lleva una ventaja en las encuestas de entre 7 y 10 puntos porcentuales; lo que sin embargo no descarta una sorpresa de último minuto, como sucedió en la votación para el Brexit en Gran Bretaña, y en el reciente referéndum en Colombia sobre los acuerdos de paz.
Las élites depredadoras que manejan a la superpotencia, es decir el complejo militar-industrial-de seguridad, Wall Street, los grandes medios de comunicación, Silicon Valley y el lobby pro Israel, están volcados en favor de Hillary Clinton, quien durante toda su vida y carrera política, ha jugado en favor de esos intereses, junto con su esposo, el ex presidente Bill Clinton, quienes protegerán los objetivos de estos poderosos grupos, o sea, la hegemonía militar, política y económica estadounidense en todo el planeta, sin aceptar compartirla con otras potencias (de ahí la rivalidad aguda con Rusia y China); y el vasallaje de Washington a Israel, en su plan de balcanizar al mundo musulmán en el Medio Oriente, esparciendo el caos y la destrucción en toda la región, para que Israel se mantenga como la potencia hegemónica en la misma y ocupe definitivamente los territorios palestinos, eventualmente expulsando a dicha población hacia otros países, sin sufrir represalia alguna de la comunidad internacional por tales políticas.
Por su parte Trump, a pesar de pertenecer a esas mismas élites, se ha separado de las mismas (al menos durante el proceso electoral), al rechazar la globalización económica y la presencia militar estadounidense en todo el planeta (aunque apoya en todo a Israel, un sine qua non de todo político en ese país), así como su autoproclamado papel del “policía del mundo”, convirtiéndose en el portavoz de la mayoría blanca que ha visto descender su nivel de vida a causa de la política de apertura comercial indiscriminada, preeminencia de las prácticas usureras, especulativas y fraudulentas de Wall Street; y de los intereses corruptos de una clase política enquistada en el poder, a la que sólo le interesa quedar bien con los intereses y objetivos de las élites depredadoras.
Trump ha exacerbado el odio de esa población blanca hacia todo lo extranjero (migrantes ilegales, productos extranjeros, tratados comerciales, apoyo a países aliados, etc.), como la causa principal de la pérdida de liderazgo de Estados Unidos y la caída en el nivel de vida de esa mayoría blanca, que con el aumento de la migración (legal e ilegal) en un par de décadas, podría convertirse en la “minoría más grande”.
Así, estos dos candidatos representan lo peor de cada parte del espectro político estadounidense, pues la candidata demócrata, que supuestamente debería defender a las mayorías de su país, pues dicho partido así se ha presentado a lo largo del último siglo y medio; en los hechos está defendiendo las políticas depredadoras de las élites estadounidenses que han exacerbado la desigualdad en ese país y han profundizado las intervenciones militares y las guerras en el mundo.
Durante los años de gobierno de George W. Bush habían sido los republicanos los principales defensores de esos intereses (globalización e intervencionismo militar); pero Trump cambió las prioridades, lo que descolocó a las élites tradicionales del Partido Republicano, por lo que una buena parte de dicha clase política ha preferido abandonar a Trump (con el pretexto de su conducta sexual), e incluso apoyar a Clinton, pues es ahora la que representa los verdaderos intereses de la clase dominante estadounidense.
De manera inverosímil Trump, un tramposo multimillonario, narcisista y por lo que se ve depredador sexual, acabó defendiendo los intereses de la población blanca, aún mayoritaria, de Estados Unidos, en contra de los miembros de su clase social, que ahora lo desprecian (y más aún porque ha puesto en entredicho la “honradez” del sistema electoral de ese país, al negarse a aceptar de antemano los resultados electorales).
Lo que demuestra que las élites depredadoras pueden saltar de un partido a otro, pues en realidad no les importa ningún tipo de “ideología”, sino que los utilizan sólo como instrumentos para defender sus intereses. De hecho ambos partidos lo hacen, aunque las élites se decantan en mayor medida por uno u otro en los procesos electorales, dependiendo de las circunstancias y el momento en que se encuentra el país y el mundo.
Lo más probable es que Clinton gane y así las élites depredadoras podrán seguir impulsando su política de caos deliberado en el Medio Oriente en favor de Israel; enfrentando con todo (incluso con la guerra) el desafío de Rusia a su hegemonía, ya que Moscú no está dispuesto a ser un vasallo más del imperio; así como el de China, que está por convertirse en la primera potencia económica del mundo, algo que es inaceptable para los usureros-especuladores de Nueva York y los intervencionistas, promotores de la guerra permanente de Washington.

Sin embargo, aún existe la posibilidad de que Trump les gane de último momento, lo que generaría una crisis de proporciones mayúsculas entre las élites depredadoras estadounidenses.

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