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Zapata

jueves, 27 de octubre de 2016

¿LA TERCERA GUERRA MUNDIAL?

La posible llegada a la presidencia de los Estados Unidos de Hillary Clinton está generando el riesgo de una confrontación de grandes proporciones con Rusia.
En primer lugar, Hillary Clinton es la favorita del complejo militar-industrial-de seguridad, Wall Street, el lobby pro Israel, los neoconservadores (que antes tuvieron como marioneta a George W. Bush), los “intervencionistas humanitarios” y los grandes medios de comunicación (más Silicon Valley y Hollywood).
Para estos grupos de poder, lo más importante es que Estados Unidos mantenga su hegemonía política, económica y militar, sin que ninguna otra potencia pueda poner en entre dicho la misma[1].
El surgimiento de Rusia y China como posibles rivales de los autodenominados “líderes del mundo libre” ha generado en las élites estadounidenses un odio visceral contra dichas potencias, pero principalmente contra el presidente de Rusia, Vladimir Putin, quien en varias ocasiones ha detenido los planes para mantener subyugada a Rusia, tal como la tuvieron durante los nefastos años en que el dipsómano Boris Yeltsin fue el presidente de ese país.
En especial, la ayuda que Putin ha dado al gobierno de Bashar al Assad en Siria, ha evitado la destrucción y balcanización de ese país, que había sido el plan de los neoconservadores, el lobby pro Israel, el gobierno de Netanyahu, Arabia Saudita, Turquía, Egipto, Jordania y las petromonarquías del Golfo.
Numerosos intereses políticos, económicos y militares están detrás de los terroristas radicales islámicos y de los supuestos “rebeldes moderados”, quienes han sido armados, financiados y apoyados por estos países y gobiernos (más los de Gran Bretaña y Francia), con objeto de destruir a la vertiente chiíta del Islam, representada por Irán y el régimen alawita de Damasco; así como derrotar definitivamente la resistencia palestina (especialmente a Hezbollah en Líbano), para permitir que el gobierno de Netanyahu termine por ocupar los territorios palestinos en Israel y eventualmente lleve a cabo una “limpieza étnica”, enviando a los palestinos sobrevivientes a los países colindantes (principalmente a los devastados y divididos Siria y Líbano, en caso de que caiga Assad; y a Jordania, donde el débil gobierno del rey Abdalá II no podrá oponer resistencia).
Clinton ha estado insistiendo en que impondrá una “zona de no vuelo” en Siria, con la supuesta intención de detener los bombardeos rusos y del ejército sirio contra la población civil; aunque en la realidad su intención es evitar que los comandantes y miembros del grupo terrorista Al Nusra, sean eliminados, pues constituyen la última esperanza de Washington para mantener la presión sobre el régimen de Assad.
De ahí que Putin ha fortalecido la presencia militar rusa en Siria, con el envío de los sistemas de defensa anti aérea S-300 y S-400, en previsión de que la nueva presidenta de Estados Unidos (siempre y cuando Trump no le gane en el último momento), intente establecer la “zona de no vuelo”. Y de igual manera, está enviando al porta aviones Kuznetsov y varios buques de guerra más, para fortalecer la presencia rusa en Siria y así tratar de disuadir a Clinton del establecimiento de esa “zona de no vuelo”.
¿Podrán Putin y Assad ocupar el este de Aleppo antes de que Clinton tome posesión; o incluso antes de que los neoconservadores que manejan el Pentágono y la CIA inicien una acción contra los aviones de Rusia y el ejército sirio, aún sin la aprobación de un debilitado presidente Obama, que ya va de salida?
En caso de que Clinton y los neoconservadores decidan “mandar un mensaje” a Putin, derribando algún avión ruso o sirio, o atacando nuevamente al ejército sirio, como ya lo hicieron a principios de septiembre para reventar un cese al fuego negociado por Kerry y Lavrov: ¿Obligará a una respuesta militar de Putin; o se reservará la misma, tal como lo hizo cuando los turcos derribaron un avión ruso que supuestamente violó su espacio aéreo por 17 segundos?
Además, Estados Unidos y sus aliados se están involucrando cada vez más intensamente en la batalla contra el "Estado Islámico" en Mosul, Irak; y próximamente iniciarán acciones contra Raqqa, Siria (“capital” del "Estado Islámico"), lo que implica que las operaciones militares de los estadounidenses (bombardeos y “fuerzas especiales”) van a acercarse cada vez más al teatro de operaciones de los rusos y sirios, con la posibilidad de que eventos accidentales o intencionales, puedan llevar a una confrontación entre ambas potencias.
Washington, Riyad, Tel Aviv, Londres y Paris empujan cada vez más hacia un rincón a Putin, tanto con su histérica retórica anti rusa en todos los medios de comunicación occidentales, como con su irresponsable apoyo a los grupos de fanáticos radicales de Al Nusra y otros grupos opuestos al gobierno de Assad, lo que está llevando a Putin a elevar la apuesta en Medio Oriente (ahí está el envío de la fuerza de tarea naval, encabezada por el Kuznetsov), y con ello la posibilidad de que errores en el campo de batalla, malas interpretaciones o simple orgullo nacional, puedan desatar una catástrofe militar mayúscula en el Medio Oriente, entre las dos máximas superpotencias nucleares del planeta, con lo que el inicio de una Tercera Guerra Mundial, ya no parecería tan descabellado.

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