La posible llegada a la presidencia de los Estados Unidos de
Hillary Clinton está generando el riesgo de una confrontación de grandes
proporciones con Rusia.
En primer lugar, Hillary Clinton es la favorita del complejo
militar-industrial-de seguridad, Wall Street, el lobby pro Israel, los
neoconservadores (que antes tuvieron como marioneta a George W. Bush), los “intervencionistas
humanitarios” y los grandes medios de comunicación (más Silicon Valley y
Hollywood).
Para estos grupos de poder, lo más importante es que Estados
Unidos mantenga su hegemonía política, económica y militar, sin que ninguna
otra potencia pueda poner en entre dicho la misma[1].
El surgimiento de Rusia y China como posibles rivales de los
autodenominados “líderes del mundo libre” ha generado en las élites
estadounidenses un odio visceral contra dichas potencias, pero principalmente
contra el presidente de Rusia, Vladimir Putin, quien en varias ocasiones ha
detenido los planes para mantener subyugada a Rusia, tal como la tuvieron
durante los nefastos años en que el dipsómano Boris Yeltsin fue el presidente
de ese país.
En especial, la ayuda que Putin ha dado al gobierno de Bashar
al Assad en Siria, ha evitado la destrucción y balcanización de ese país, que
había sido el plan de los neoconservadores, el lobby pro Israel, el gobierno de
Netanyahu, Arabia Saudita, Turquía, Egipto, Jordania y las petromonarquías del
Golfo.
Numerosos intereses políticos, económicos y militares están
detrás de los terroristas radicales islámicos y de los supuestos “rebeldes
moderados”, quienes han sido armados, financiados y apoyados por estos países y
gobiernos (más los de Gran Bretaña y Francia), con objeto de destruir a la
vertiente chiíta del Islam, representada por Irán y el régimen alawita de
Damasco; así como derrotar definitivamente la resistencia palestina (especialmente
a Hezbollah en Líbano), para permitir que el gobierno de Netanyahu termine por
ocupar los territorios palestinos en Israel y eventualmente lleve a cabo una “limpieza
étnica”, enviando a los palestinos sobrevivientes a los países colindantes
(principalmente a los devastados y divididos Siria y Líbano, en caso de que
caiga Assad; y a Jordania, donde el débil gobierno del rey Abdalá II no podrá
oponer resistencia).
Clinton ha estado insistiendo en que impondrá una “zona de no
vuelo” en Siria, con la supuesta intención de detener los bombardeos rusos y
del ejército sirio contra la población civil; aunque en la realidad su
intención es evitar que los comandantes y miembros del grupo terrorista Al
Nusra, sean eliminados, pues constituyen la última esperanza de Washington para
mantener la presión sobre el régimen de Assad.
De ahí que Putin ha fortalecido la presencia militar rusa en
Siria, con el envío de los sistemas de defensa anti aérea S-300 y S-400, en previsión de
que la nueva presidenta de Estados Unidos (siempre y cuando Trump no le gane en
el último momento), intente establecer la “zona de no vuelo”. Y de igual
manera, está enviando al porta aviones Kuznetsov y varios buques de guerra más,
para fortalecer la presencia rusa en Siria y así tratar de disuadir a Clinton
del establecimiento de esa “zona de no vuelo”.
¿Podrán Putin y Assad ocupar el este de Aleppo antes de que
Clinton tome posesión; o incluso antes de que los neoconservadores que manejan
el Pentágono y la CIA inicien una acción contra los aviones de Rusia y el
ejército sirio, aún sin la aprobación de un debilitado presidente Obama, que ya
va de salida?
En caso de que Clinton y los neoconservadores decidan “mandar
un mensaje” a Putin, derribando algún avión ruso o sirio, o atacando nuevamente
al ejército sirio, como ya lo hicieron a principios de septiembre para reventar
un cese al fuego negociado por Kerry y Lavrov: ¿Obligará a una respuesta militar
de Putin; o se reservará la misma, tal como lo hizo cuando los turcos
derribaron un avión ruso que supuestamente violó su espacio aéreo por 17
segundos?
Además, Estados Unidos y sus aliados se están involucrando cada vez más intensamente en la batalla contra el "Estado
Islámico" en Mosul, Irak; y próximamente iniciarán acciones contra Raqqa, Siria
(“capital” del "Estado Islámico"), lo que implica que las operaciones militares
de los estadounidenses (bombardeos y “fuerzas especiales”) van a acercarse cada
vez más al teatro de operaciones de los rusos y sirios, con la posibilidad de
que eventos accidentales o intencionales, puedan llevar a una confrontación
entre ambas potencias.
Washington, Riyad, Tel Aviv, Londres y Paris empujan cada vez
más hacia un rincón a Putin, tanto con su histérica retórica anti rusa en todos
los medios de comunicación occidentales, como con su irresponsable apoyo a los
grupos de fanáticos radicales de Al Nusra y otros grupos opuestos al gobierno
de Assad, lo que está llevando a Putin a elevar la apuesta en Medio Oriente
(ahí está el envío de la fuerza de tarea naval, encabezada por el Kuznetsov), y
con ello la posibilidad de que errores en el campo de batalla, malas
interpretaciones o simple orgullo nacional, puedan desatar una catástrofe
militar mayúscula en el Medio Oriente, entre las dos máximas superpotencias
nucleares del planeta, con lo que el inicio de una Tercera
Guerra Mundial, ya no parecería tan descabellado.
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