Brasil, pobre país
Eric Nepomuceno
La Jornada 31 de Julio de 2016
A partir de mañana, y a menos de que ocurra un casi imposible
vuelco de última hora, el Mercosur quedará acéfalo. El bloque, integrado por
cinco países –Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay y Venezuela– tiene reglas
claras: la presidencia pro tempore es ocupada por los miembros
en orden alfabético. Termina hoy el turno de Uruguay, y le tocaría a Venezuela
a partir de mañana.
¿Por qué no será así? Porque Brasil y Paraguay se
rehúsan a cumplir lo pactado, con el no tan discreto apoyo de la Argentina
presidida por Mauricio Macri, especie de versión del golpista brasileño Michel
Temer doblada al castellano. Como en el Mercosur las decisiones necesariamente
tienen que ser tomadas por consenso, y como los dos principales socios, Brasil
y Argentina, se oponen a que la regla sea cumplida, está instalado el impasse.
La justificativa para impedir que Venezuela asuma
la presidencia pro tempore es, al menos en apariencias,
válida: el país no cumplió totalmente las exigencias para ser miembro
pleno del Mercosur.
Detalle: ninguno de los demás países cumplieron
totalmente las mismas exigencias.
En concreto, lo que ocurre es el primer paso de lo
que pretende el ministro interino brasileño de Relaciones Exteriores, José
Serra: imponer un cambio radical en la política externa altiva y activa de
los 13 años de gobierno del PT, primero con Lula da Silva y luego con Dilma
Rousseff.
Bloques como el Mercosur, la Unasur o el BRICS
(reunión de Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) pierden espacio e
importancia. Lo que importa es acercarse a otros acuerdos, capitaneados por
Washington.
El segundo paso de Serra será retomar un acuerdo
con Estados Unidos para utilizar la base aérea de Alcántara, en el norteño
estado de Maranhão, el más miserable del país, para lanzamiento de satélites.
De hecho, significará permitir que Washington
instale una base militar en territorio brasileño.
Al mismo tiempo, el interino Temer, que actúa con
la feroz determinación de quien está seguro que la destitución de la presidente
electa será consumada en agosto, se lanza con saña inaudita sobre la estructura
administrativa del gobierno.
Por esos días fueron cesados 81 funcionarios del
ministerio de la Cultura. La Cinemateca Brasileña fue literalmente
desmantelada: los responsables del proyecto de preservación y restauración de
películas, que es considerado referencia mundial, fueron sumariamente
despedidos.
La razón, acorde al ministro interino: deshacer
el aparato político impuesto por el PT y nombrar a funcionarios de carrera.
Detalle uno: los cesados son funcionarios de carrera; detalle dos: el
principal, o al menos el más visible, foco de resistencia al golpe
institucional se da precisamente entre artistas e intelectuales. Degollar al
ministerio de Cultura es parte de la venganza de Temer y sus acólitos.
Para el puesto de la coordinadora general de la
Cinemateca fue indicado un tipo que responde a causas judiciales por estafa.
Nada podría estar más armónico con un gobierno colmado de personajes que
responden a causas judiciales mientras destituyen, bajo el amparo de una farsa
judicial, a una presidenta contra quien no existe una única, solitaria denuncia
por lo que sea.
En el ministerio de la Salud, 73 fueron dimitidos
el pasado jueves, y ya se anunció que al menos otros 242, todos ocupantes de
cargos de dirección o coordinación de programas creados por las
administraciones del PT, serán igualmente fulminados.
El ministro interino, Ricardo Barros, dice que hay excesos
de cargos ocupados por indicaciones políticas. El ministro también defiende
ajustes rigurosos en los programas y gastos de salud pública, y recomienda que
la salud privada ofrezca planes y seguros a precios razonables.
Detalle: Barros tuvo, a lo largo de su opaca
trayectoria de diputado nacional, todas sus campañas financiadas por entidades
de salud privada.
Las universidades federales están al borde de la
bancarrota. Hay retrasos en la liberación de presupuestos pactados y se anuncia
que además sufrirán ajustes. Hay denuncias de censura y persecución
política contra profesores que resisten al golpe institucional. Al mismo
tiempo, se lanza una campaña en los medios hegemónicos de comunicación, voz
unísona de pleno respaldo al golpe institucional, defendiendo directamente que
las universidades nacionales dejen de ser gratuitas.
Mientras eso no ocurre, el gobierno interino
suspendió los programas de becas para graduación en el exterior, y retrasa el
pago de las becas de maestría vigentes, dejando centenares de estudiantes
náufragos en más de una decena de países.
Agosto se anuncia como mes de temporales. Todo
indica que el interinato de Michel Temer se transformará en presidencia
efectiva.
El núcleo duro de los políticos armado alrededor de
Temer dice que luego de la destitución de la mandataria elegida por 54 millones
de brasileños se abrirá espacio para negociar con diputados y senadores la
aprobación de los cambios urgentes y necesarios.
Son programas que afectarán directamente derechos
laborales e impondrán cambios en el sistema de jubilaciones, entre otras
conquistas alcanzadas.
El interino cree que los votos de la mayoría de los
81 senadores darán legitimidad a su gobierno.
Si la política de tierra arrasada que impone sin
haber alcanzado esa supuesta legitimidad ya es asombrosa, más asustadora aún es
la perspectiva de lo que vendrá cuando el golpe institucional se confirme.
Pobre, pobre país el mío.
No hay comentarios:
Publicar un comentario