El ataque terrorista en Niza[1],
muy probablemente realizado por el Estado Islámico (ISIS por sus siglas en
inglés), se inscribe en un contexto especialmente desfavorable para esta red
terrorista que como sabemos, en sus orígenes fue tolerada y apoyada por las
agencias de seguridad e inteligencia de Estados Unidos, Israel, Turquía, Arabia
Saudita y Qatar.
Por un lado, el Estado Islámico ha enfrentado una fuerte
ofensiva del ejército iraquí y las milicias iraníes en Irak, que lo han
obligado a retroceder; y por el lado de Siria, el ejército de Bashar el Assad
los acorrala cada vez más hacia la frontera turca, en donde el Estado Islámico
tiene sus “pasos francos” hacia Turquía. O por lo menos los tenía, hasta que el
régimen de Erdogan en Ankara, presionado por todos lados (Estados Unidos, OTAN,
Rusia), se ha visto obligado a concentrar un mayor esfuerzo en golpear las
posiciones de ISIS y cerrar al menos parte del corredor que han estado usando
los simpatizantes y miembros de ISIS para pasar hacia Siria, y a la vez
contrabandear armas, petróleo, alimentos, etc.
Así, ISIS se siente cada vez más encajonado y abandonado por
sus promotores originales, lo que está llevándolo a activar sus muchas células
en Europa, Turquía, Arabia, Bangladesh, etc. para proyectar poder fuera de su
zona geográfica, y de esa manera mantener el apoyo de segmentos de población
sunnita en diversos países, que podrían estar desilusionándose ante los golpes
que está recibiendo ISIS en Siria e Irak.
Así también, la propuesta de Kerry a Putin de establecer una
coordinación cercana entre Estados Unidos y Rusia en materia de inteligencia y
operaciones militares en contra de Al Nusra e ISIS, presenta una amenaza
mayúscula para estas organizaciones terroristas; aunque la intención real de
Washington es establecer ese “comando conjunto” en las afueras de Damasco, con
objeto de poner pie en Siria y así estar a “tiro de piedra” para una operación posterior
contra el gobierno de Assad. Además de que Washington está tratando de detener
las operaciones conjuntas sirio-rusas contra los grupos armados que combaten a
Assad (apoyados por la CIA y el Mossad), y que están siendo diezmados con
dichas operaciones.
Habrá que ver si Putin está dispuesto a caer en este garlito.
Por lo demás, el atentado alimenta a los “halcones” neoconservadores
del establecimiento político-militar de Washington para empujar a Obama a realizar
una intervención con tropas en el terreno en Siria e Irak, en contra de ISIS (que por
supuesto después se pueda “encargar” de Assad), y ya los merolicos de la cadena
Fox (como Bill Oreilly) están exigiendo que se le “declare la guerra" a ISIS y
que se convoque a la OTAN para intervenir militarmente en Siria e Irak.
Trump por supuesto está de acuerdo con estas propuestas y el
objetivo de los “halcones” neoconservadores es que Hillary Clinton se separe de
la estrategia más precavida de Obama, y también exija una intervención militar
en forma de las potencias de Occidente en Medio Oriente. En estos días veremos
si la nueva intentona intervencionista de los neoconservadores, Tel Aviv, Riad y las
petromonarquías del Golfo le logra “torcer el brazo” a Obama para que se inicie una intervención militar a gran escala de Occidente en
Siria e Irak, cuyo objetivo real sería destruir el régimen de Bashar el Assad y acorralar
nuevamente a Irán.
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