El PPM y el 5 de junio
Pedro Miguel
La Jornada 7 de Junio de 2016
El PRI es más que sus siglas y que su logotipo: es una forma perversa de
ejercicio del poder para el saqueo del erario, la imposición de intereses
corporativos, el uso patrimonialista de los recursos gubernamentales para la
perpetuación del control de las instituciones (incluidas las electorales) por
un grupo de operadores enriquecidos y la preservación de una red de impunidad
que recorre los sexenios. Esa identidad es plenamente compartida por Acción
Nacional, el Partido de la Revolución Democrática, Nueva Alianza, Verde y demás
franquicias electorales, lo que ha sido llamado PRIANRD o Partido del Pacto por
México (PPM). Desde esa perspectiva el priísmo no perdió nada en las elecciones
del pasado domingo 5 de junio.
A estas alturas hay tanto en juego en las pugnas
electorales entre priístas, panistas y perredistas como en un partido de
futbol: los equipos luchan por imponer sus colores propios sobre los contrarios
y por hacerse de los beneficios económicos del campeonato, pero jamás para
cambiar las reglas técnicas, mediáticas y monetarias del juego. No es posible
encontrar una diferencia sustancial, por ejemplo, entre el Rafael Moreno Valle
priísta y el Rafael Moreno Valle panista o entre el Miguel Ángel Yunes priísta
y el Miguel Ángel Yunes panista; independientemente de su filiación partidista
coyuntural, se trata de individuos corruptos, represores, inescrupulosos y sin
otro propósito de gobierno que el del beneficio para sí mismos y sus
respectivos grupos.
Ya sea con su escudo principal o mimetizado en los
del PAN, el PRD, Nueva Alianza, Verde y demás, el PPM ha procurado reducir los
comicios a una rebatinga familiar por el reparto de cargos. Lo ha conseguido,
en alguna medida, pero a un precio muy alto: la creciente erosión de su
fracción principal –la priísta, gran perdedora en las elecciones del domingo–,
y la pérdida de identidad de otras dos, la panista y la perredista, las cuales
marchan hacia un proceso de virtual fusión. Las numerosas alianzas panredistas
ponen en evidencia que en las organizaciones que las conforman no queda ya gran
cosa de ideología, principios ni programa y que la motivación de ambas es,
simplemente, preservar y ampliar cuotas de poder y acceder al control de
filones del presupuesto. En general, el baile de alianzas en el territorio
nacional –Nueva Alianza puede ir coaligada al PRI en Veracruz y al PAN en la
vecina Puebla, en tanto que el PT va con el verde y el PRI en Chihuahua pero
camina con el PAN y Nueva Alianza en Puebla, por ejemplo– muestra la obscena
carencia de diferencias reales entre los partidos políticos, su falta de
memoria y escrúpulos y la conversión de los procesos electorales en meras
oportunidades de negocio.
Ante ese panorama el Movimiento Regeneración
Nacional ha ido a las urnas en solitario respecto del resto de los partidos
pero en acuerdo con movimientos sociales como el de los maestros, grupos
ambientalistas, y organizaciones populares de diversa índole y se ha
consolidando, en apenas un año –del 7 de junio de 2015 al 5 de junio de este
año– como la única fuerza electoral dispuesta a jugar para cambiar las reglas
del juego. Incluso con el catálogo de suciedades desplegado por el PRD en el
Distrito Federal, Morena consiguió ratificarse como la primera fuerza política
capitalina. Otro tanto ocurriría en Veracruz si se descontara el ostentoso
fraude operado por el PRIANRD para cerrarle el paso a ese partido emergente. El
Prep del Ople veracruzano se parece tanto al inverosímil recuento que exhibió
el Ife de Luis Carlos Ugalde en 2006 para meterle a la candidatura panista más
votos de los que obtuvo en las urnas e incrustar a Felipe Calderón en la
Presidencia. Ese mecanismo de fraude cibernético, combinado con la compra
masiva de votos por los primos Yunes, pretende desplazar al tercer sitio al
candidato de Morena, Cuitláhuac García.
Pero incluso en las cifras increíbles del Ople de
Veracruz, Morena es el partido más votado en la entidad, otro tanto ocurre –a
pesar de la montaña de mapacheos– en Oaxaca, y en otras entidades la
organización que encabeza López Obrador está en segundo o en tercer sitio, lo
que habla de un avance formidable no sólo de su votación, sino en la
recuperación de los procesos políticos nacionales secuestrados y desvirtuados
por el PPM. Muy a su pesar los comicios tienen, pues, mucho más contenido
político, social y económico que un partido de futbol.
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