Tal parece que las elecciones locales de este 2016 se pueden
convertir en un punto de inflexión para que en el 2018 los oligarcas del país,
junto con sus patrones de Washington y Nueva York, operen una nueva “alternancia”
en la presidencia de México, con el objetivo de mantener el sistema económico
depredador que han impuesto desde hace 35 años.
Peña Nieto, el grupo Atlacomulco, con el apoyo de Televisa, recibieron
las directrices del Consejo de Relaciones Exteriores de Estados Unidos, la
Reserva Federal, Wall Street, los organismos financieros internacionales y del
fondo de inversión Black Rock, para consolidar el proyecto de perpetua sumisión
de México a los Estados Unidos, mediante la imposición de las “reformas estructurales”
(laboral, financiera, de telecomunicaciones, educativa y especialmente la
energética), que aseguren que ningún cambio de gobierno, protestas o
inconformidades de la sociedad mexicana, puedan cambiar el dominio de los
grandes centros financieros y las corporaciones trasnacionales, sobre los
recursos naturales, el sistema financiero y la mano de obra regalada de nuestro
país.
Peña Nieto, como buen empleado, instrumentó el Pacto por
México para imponer dichas reformas (el “padrino” del neoliberalismo mexicano,
Carlos Salinas, jugó un papel fundamental como coach del novel presidente), lo que logró en los dos primeros años
de su gobierno.
Todo parecía ir a las mil maravillas, pero resultó que Peña y
su equipo manejaron de la peor manera posible los instrumentos de poder a su
disposición, lo que llevó al aumento de la violencia e inseguridad, las
continuas violaciones a los derechos humanos, la irrefrenable corrupción en
todos los niveles y órdenes de gobierno, y con todo ello la ingobernabilidad en
distintos estados de la República.
Para colmo, la instrumentación de las reformas ha sido deficiente
(frenos y arranques en el caso de la energética; protestas crecientes en el
caso de la educativa; nulo impacto en el crecimiento económico en lo que
respecta a la laboral, financiera y de telecomunicaciones), lo que ha
complicado la consolidación del proyecto neoliberal en su última fase.
Así, Peña y los grupos políticos que lo apoyan (Estado de
México e Hidalgo) se han comprobado como ineficientes ejecutores del proyecto
de consolidación neoliberal dictado desde Estados Unidos, por lo que la baja
popularidad de su gobierno, la posibilidad de que la protesta social se
incremente y especialmente la amenaza que a dicho proyecto representa un
posible crecimiento electoral de la única opción verdaderamente nacionalista,
soberanista y anti neoliberal, como lo es la de López Obrador y su partido
Morena, ha convencido a los jefes del proyecto a buscar otras opciones que
puedan hacerse cargo de la encomienda.
Si bien han estado explorando la opción del supuesto “candidato
independiente”, siendo Jaime Rodríguez Calderón “El bronco”, gobernador de
Nuevo León el modelo a seguir; tal parece que aún sin descartarlo, podría no
cumplir con las expectativas de la élite dominante, ya que se requeriría crear
un aparato de promoción y organización enorme para poder elegirlo presidente,
algo que todavía los partidos tradicionales (significativamente PRI y PAN),
siguen monopolizando.
Por ello, para evitar que el voto “anti sistema”, por
raquítico y manipulable que sea, pueda optar por desviarse hacia López Obrador, se
ha decidido por fortalecer de nuevo al alicaído PAN que había descendido hasta la
tercera posición en las elecciones del 2012; y en las del 2015 se había visto
superado nuevamente por el PRI.
Pero las élites quieren a un grupo dentro del PAN al que ya
le conozcan sus debilidades (corrupción a la máxima potencia; escándalos
sexuales; alcoholismo, etc.), mediante las cuales puedan manejarlo a su antojo
y hacerlo que cumpla las directrices que se le ordenen, sin reclamo alguno.
Aunque nuevamente la cuestión de la
eficacia estará en duda, tomando en cuenta que en los 12 años en los que el PAN
estuvo en el poder, no pudo aprobar las tan llevadas y traídas “reformas
estructurales”.
¿Y cuál es ese grupo fácilmente manejable, chantajeable y
servil? Pues el del fascista, criminal, corrupto y cobarde Felipe Calderón, ligado al
crimen organizado a través de quien fuera su Secretario de Seguridad Pública,
Genaro García Luna; protegido de la DEA, quien se encargó de hacer el trabajo
sucio, eliminando a los cárteles que se oponían a que la agencia antidrogas
estadounidense manejara la producción,
transporte y distribución de drogas, para así mantener el control de este
inmenso negocio; y al mismo tiempo exigir continuamente en su país mayores
recursos económicos para “combatir a los cárteles”, con lo que se beneficia por
partida doble.
Por eso Calderón se pasea impune y protegido por Estados
Unidos, ya que él es el candidato de Washington, y en especial del
establecimiento de seguridad de dicho país, para acceder nuevamente a la
presidencia de México, esta vez mediante la supuesta candidatura de su cómplice
esposa Margarita Zavala, quien por su parte también protege una red de empresas
ligadas a la corrupción y a los favores políticos, manejadas por sus hermanos.
Así, los inversionistas de Nueva York y el establecimiento de
inteligencia y seguridad de Estados Unidos, junto con los oligarcas mexicanos,
parece que están explorando quitar al PRI de la presidencia en el 2018, con
objeto de fingir una nueva “alternancia”, evitando cualquier posibilidad de que
la única opción verdadera de cambio, López Obrador y Morena, aprovechen el voto
anti sistema. El objetivo es asegurar que el proyecto depredador neoliberal
siga su curso, encabezado por otra facción derechista, corrupta y subordinada a
ellos, como la que representa el criminal, fascista y cobarde Calderón, y su
títere esposa, que ahora sería la “presidenta” Margarita Zavala.
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