General ‘fifí’
La
filtración de Guacamaya leaks demuestra que la propia oficina del titular de
Sedena, la ayudantía del general en jefe del Ejército Mexicano, prepara, diseña
y organiza los viajes.
abril 20,
2023
Leonardo
Kourchenko
https://www.elfinanciero.com.mx/opinion/leonardo-kourchenko-la-aldea/2023/04/20/general-fifi/
La
investigación periodística del Ignacio Rodríguez Reyna a partir de la
filtración de Guacamaya leaks, exhibe con vergonzosa claridad la
tesitura del señor secretario de la Defensa Nacional, general Luis Cresencio
Sandoval.
Resulta que
al general le gusta la buena vida cuando viaja.
Comitiva,
ayudantes, traductores, enfermeras y hasta doctor para atender cualquier
eventualidad que el general o su familia pudieran enfrentar.
Viaja con
esposa, hija, hijo y nuera, además de nieta y de paso la consuegra, ¡por qué
no! si lo pagan los mexicanos.
Los
documentos revelan recorridos por capitales europeas, ciudades emblemáticas
(Venecia, Roma) destinos en Estados Unidos, y banquetes en restaurantes de
lujo.
Resultó
más fifí que la mafia del poder, a la que atiza todas las
semanas hace casi cinco años su jefe y protector, el presidente de México.
La
Secretaría de la Defensa Nacional ha sido “beneficiada” con contratos,
concesiones, obras, funciones y tareas antes reservadas a autoridades civiles
(aduanas, espacio aéreo, entre otras). Han recibido miles de millones de pesos
en presupuesto que, al parecer, pues alcanza para mucho más que las tareas
asignadas.
El general
secretario asume con entereza todas esas tareas, asigna responsabilidades,
reparte encomiendas, con la oscura asignación directa que caracteriza a esta
administración.
¿Quién hace
auditoría de la Sedena? ¿Quién tiene acceso a sus partidas presupuestales,
gastos, ejercicio del abultado presupuesto que por capricho presidencial
reciben?
No hay
rendición de cuentas por parte de las Fuerzas Armadas, es el componente del
gobierno federal, más aún, del Estado Mexicano, más opaco y menos transparente.
El vistoso
uniforme decimonónico del general secretario, repleto de galones, bordados en
oro y medallas de otros tiempos, es un ejemplo claro de las galas que adornan
la mirada del militar.
La
filtración de Guacamaya leaks demuestra que la propia oficina
del titular de Sedena, la ayudantía del general en jefe del Ejército Mexicano,
prepara, diseña y organiza los viajes, los destinos, las estancias y las
reservaciones.
Es decir,
recursos públicos empleados en beneficio particular de un funcionario. Algo
que, según AMLO, ya no existe, ya se acabó, eso lo hacían los de antes,
“nosotros somos diferentes”.
Pues parece
que no. No sólo repiten vicios, excentricidades, abusos y violaciones a la ley
de funcionarios públicos, sino que lo hacen en grande. No un viaje para un
diputado que “asiste a un congreso”.
No, familia,
comitiva, aviones en primera y vuelos oficiales de la Fuerza Aérea mexicana, si
para eso es el general de más alto rango en la estructura.
Sería útil
que el general, con la humildad y sencillez que el presidente afirma tienen
todos sus colaboradores, nos muestre las reservaciones de sus vuelos, los pagos
de sus boletos y de sus hospedajes en el extranjero, cargado a su tarjeta de
crédito personal, no al presupuesto de la Sedena.
Resulta que
el general pues no es representante del pueblo uniformado, de la tropa
castrense. El general se da vida de empresario fifí y
conservador, con la diferencia de que es con cargo al erario público.
¿Y el
presidente? Calladito. Ausente. Silencioso. No le consta, dice.
Como siempre
que alguien le exhibe la corrupción de un integrante de sus cercanos, su
familia, sus hijos.
Discurso
vacío el de la austeridad republicana, el del ahorro franciscano. Palabras
huecas las del fin de la corrupción.
Suena más de
saqueo nacional en aras de conservar el poder, someter a los críticos, imponer
su modelo de país.
Saqueo al
presupuesto federal y estatal, con la esquiva bandera de los programas sociales
no auscultados, no auditados porque no lo permiten.
Saqueo en
obras faraónicas y de “infraestructura” cuyos desvíos y negocios han
enriquecido a docenas de concesionarios. Unos civiles, otros muchos militares.
Corren
versiones no comprobadas de un creciente malestar en el Ejército por las
fortunas construidas a lo largo del sexenio. Constructores, proveedores de
materiales, controladores de aduanas, encargados de compras y tantos y tantos
en la cadena de la oscura obra militar, resguardada bajo 7 candados de
“seguridad nacional” con el beneplácito del presidente.
El prestigio
de las Fuerzas Armadas se ve gravemente dañado y comprometido con filtraciones
e información de lujos y excesos, que parecen a estas alturas, apenas la punta
del iceberg.
¿Alguien
será llamado a cuentas? Difícilmente.
Que el
general fifí se siga dando la vida que merece, por los muchos
años de servicio en cuarteles y comandancias, llena de sacrificios, exigencias
y sueldos parias.
Ahora sí, la
vida del comandante, la del mariscal, con medallas y galones, recorriendo el
mundo sin reparos en gastos ni ostentosa comitiva.
Que no digan
que son mexicanos… Por lo menos, que el derroche y la ostentosa exhibición no
nos ensucie a todos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario