NUEVAMENTE MÉXICO A LAS ORDENES DE ESTADOS UNIDOS
La incesante
presión de senadores y diputados republicanos que acusan a México de ser el
principal responsable del tráfico de fentanilo a su país, y por lo tanto de las
miles de muertes por sobredosis causadas por esa substancia (proponiendo
designar a los cárteles de la droga como organizaciones terroristas, para que
así se puedan utilizar a las fuerzas armadas de Estados Unidos en su combate, aún
dentro de territorio mexicano), ha obligado al gobierno de Joe Biden a
presionar a su vez al de López Obrador para establecer una estrategia
específica para detener dicho tráfico ilegal.
Para tal
efecto ayer se realizó una reunión de “Alto Nivel” en Washington en la que
participó el gabinete de seguridad nacional del gobierno mexicano[1] y una delegación del
gobierno de Estados Unidos, encabezada por el procurador Merrick Garland (el
resto de los funcionarios de Estados Unidos eran de segundo nivel).[2]
Como una
concesión a México, la reunión supuestamente también versó sobre las medidas
que ambos países deberían tomar para disminuir el flujo de armas de Estados
Unidos a nuestro país, para lo cual, según el canciller Ebrard, el gobierno de
Joe Biden establecerá un “grupo especial” para detectar los puntos de cruce ilegal
de armas hacia México, con objeto de disminuirlo.
La realidad
es que la presión hacia el gobierno de López Obrador ha sido mayúscula, pues
los cárteles de Sinaloa y Jalisco Nueva Generación están inundando con píldoras
que contienen fentanilo el muy lucrativo mercado de consumo de drogas de
Estados Unidos; y las autoridades de ese país ya se declararon impotentes para
frenarlo, por lo que necesitan desviar la responsabilidad principal hacia el
exterior, en este caso hacia México, con el objetivo de disminuir
significativamente la oferta de dicha substancia, esperando que con ello
también se reduzcan las muertes por sobredosis.
La realidad
es que México no sólo no tiene la voluntad de ayudar en este combate, sino tampoco
la capacidad para hacerlo.
Es un hecho
irrefutable que numerosas regiones del país están tomadas por el crimen
organizado y las autoridades federales, estatales y municipales están sólo de
adorno, por lo que ir a comprometerse a que nuestras fuerzas armadas y de
seguridad ahora sí van a desmantelar laboratorios y a detener el contrabando de
fentanilo hacia Estados Unidos, es un promesa vacía (y lo saben las autoridades
mexicanas); pero algo tienen que hacer para tratar de detener la posible
designación de los cárteles del narcotráfico como organizaciones terroristas,
lo que abriría la posibilidad de que se lleven a cabo operativos militares
directos contra esas organizaciones, por parte de fuerzas militares
estadounidenses en territorio mexicano.
Si bien el
gobierno de López Obrador ha manifestado que no autorizará ese tipo de
acciones, ya se sabe que el juego político en Estados Unidos y las presiones de
los grupos más nativistas y derechistas de ese país, podrían derivar en
acciones unilaterales que provocarían una crisis mayúscula en la relación
bilateral.
Esto
empeoraría en caso de que Donald Trump volviera a ganar las elecciones
presidenciales el próximo año.
Cada vez se
percibe más vulnerable al gobierno de López Obrador ante Washington, pues su
(no) ”estrategia de seguridad” está atada indefectiblemente a las necesidades,
órdenes y presiones políticas de Estados Unidos; el T-MEC establece tal
cantidad de concesiones de parte de México, que a los gobiernos mexicanos les
será imposible establecer cualquier tipo de política industrial, comercial,
agrícola o de servicios medianamente autónoma, pues los compromisos
establecidos con Estados Unidos y Canadá condicionan y restringen el margen de
maniobra gubernamental (ahí está el caso de la energía, el maíz transgénico y
el glifosato); y la cada vez mayor crisis migratoria obliga a México a
convertirse en el “muro de contención” que evite la llegada de cientos de miles
de migrantes a los Estados Unidos, lo que está ocasionando una crisis social y
política cada vez más aguda en distintas entidades federativas y ciudades del
país.
[1]
Secretaria de Seguridad, Rosa Icela Rodríguez; de Relaciones Exteriores,
Marcelo Ebrard; de la Defensa Nacional, Luis Crescencio Sandoval; de Marina,
José Rafael Ojeda; de Salud, Jorge Alcocer; el director del Centro Nacional de
Inteligencia, Audomaro Martínez; y el embajador en Estados Unidos, Esteban
Moctezuma. Asì como el Fiscal General, Alejandro Gertz, que no tuvo de otra más que asistir a la reunión
https://www.jornada.com.mx/2023/04/14/politica/003n1pol
[2]Por
Estados Unidos participaron también el secretario de Marina, Carlos del Toro;
el subsecretario de Seguridad Interior, John Tien; el subsecretario de Asuntos
Internacionales de la Oficina Internacional de Asistencia Antinarcóticos y
Cumplimiento de la Ley, Todd Robinson, el director de la Oficina de la Política
Nacional de Control de Drogas, Rahul Gupta y el embajador en México, Ken
Salazar, entre otros. Ibidem.
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