El Tren Maya y los derechos de la naturaleza
Francisco
López Bárcenas
https://www.jornada.com.mx/2023/03/19/opinion/022a1pol
Entre el 9 y
el 12 de marzo se llevó a cabo en México la octava audiencia local del Tribunal
Internacional de los Derechos de la Naturaleza, con el objetivo de conocer y
dictaminar sobre las afectaciones que los pueblos mayas y sus territorios están
sufriendo en sus derechos –los de los pueblos y los de la naturaleza– con
motivo de la implementación del Tren Maya. Creado en 2014 y con sede en
Ecuador, el Tribunal –compuesto por los jueces y juezas Maristella Svampa,
argentina, presidenta del mismo; Yaku Pérez, ecuatoriano; Alberto Saldamando,
chicano-zapoteco; Francesco Martone, ítalo-ecuatoriano, y el padre Raúl Vera,
de México– durante estos tres días escuchó testimonios de comunidades de
Chiapas, Quintana Roo, Campeche y Yucatán y visitó varias de las comunidades
por donde pasa la obra, para constatar los testimonios.
El 11 de
marzo, en la ciudad de Valladolid, en una audiencia pública, el tribunal
escuchó la acusación que el jurista Jorge Fernández Mendiburu, en calidad de
Fiscal de la Tierra, presentó exponiendo los argumentos para que los jueces
pudieran pronunciarse sobre el Tren Maya. Sus palabras fueron seguidas por las
declaraciones de nueve representantes de un número igual de comunidades mayas,
quienes expusieron las afectaciones que están teniendo en sus vidas y sus
derechos; otro tanto hicieron cuatro organizaciones que las acompañan y
asesoran a varias y al final siete expertos mexicanos en materias como derechos
indígenas, ecosistemas terrestres y acuáticos, biodiversidad, cuestiones
agrarias, bosques y selvas, sostenibilidad, geopolítica y militarización,
vertieron testimonios sobre las afectaciones del Tren Maya.
Las
acusaciones que los participantes presentaron ante los jueces que integraron el
tribunal fueron diversas. Sobresalieron la de etnocidio y ecocidio. La primera
porque, como dice la Declaración de San José, de 1981, el etnocidio
significa que a un grupo étnico, colectiva o individualmente, se le niega su
derecho de disfrutar, desarrollar y transmitir su propia cultura y su propia
lengua. Esto implica una forma extrema de violación masiva de los derechos
humanos, particularmente de los grupos étnicos al respeto de su identidad
cultural, como establecen numerosas declaraciones, pactos y convenios de
Naciones Unidas y sus organismos especializados, así como diversas agrupaciones
regionales intergubernamentales y numerosas organizaciones no
gubernamentales y, de acuerdo con las declaraciones vertidas, eso es lo
que está sucediendo.
El ecocidio
porque, aunque no está tipificado legalmente, desde 2016 la Profepa y la
Semarnat lo reconocen como el daño masivo o destrucción ambiental de un
territorio determinado, de tal magnitud que ponga en peligro la supervivencia
de los habitantes de dicho territorio. La mayoría de los testimonios que las
comunidades demandantes expusieron y los expertos, en su calidad de peritos
apuntalaron, daban cuenta de conductas que fácilmente pueden ser calificadas
como tales. Además de ello, fue recurrente la exposición de que los pueblos
indígenas no ven a la sociedad separada de la naturaleza, se consideran parte
de ella, por eso cuando los derechos de las comunidades son violados, también
son afectados los de la naturaleza. En ese sentido se han pronunciado diversas
sentencias que sostienen el principio pro natura.
Ese mismo
día, el tribunal dio a conocer un veredicto provisional. Los jueces que lo
integraron responsabilizan al Estado mexicano por la violación de los derechos
individuales y colectivos, los de la naturaleza y los bioculturales del pueblo
maya, protector y guardián de su territorio; exigen la suspensión inmediata del
megaproyecto Tren Maya, como forma de evitar que los derechos de los pueblos
mayas y la naturaleza se sigan violando; solicitan que los pueblos y
comunidades mayas sean puestos en el goce de sus derechos violados y se reparen
y restauren los ecosistemas por los daños causados e impactados por la obras de
ejecución del Tren Maya; la desmilitarización del territorio, e incorporar en
la Constitución federal el reconocimiento de los derechos de la naturaleza y la
función socioecológica de la tierra y los territorios.
El gobierno
mexicano fue emplazado en tiempo y forma, a través de su embajada en la
República de Ecuador, para que se presentara a contestar la demanda, pero no lo
hizo y tampoco fue a la audiencia pública a responder por las acusaciones que
el Fiscal de la Tierra, las comunidades y organizaciones mayas, así como los
expertos convocados le formularon. Al parecer, como se trata de un tribunal
ético, no vinculante, pero con una enorme fuerza moral por la calidad de sus
jueces, no le importó defender su postura. Pero a los pueblos les importó
bastante, pues su veredicto les dice que no están equivocados y tampoco están
solos en esta lucha. Que, como dijo en el cierre el ambientalista Enrique Leff,
es una lucha por la vida.
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