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Zapata

domingo, 19 de marzo de 2023


 ¿CUÁL ES LA CONTINUIDAD CON CAMBIO QUE PROPONE AMLO?

Envalentonado, echado para adelante y muy confiado de que su coalición de partidos políticos arrasará en las próximas elecciones en el Estado de México, este año[1]; y en las del 2024, para presidente, en la ciudad de México y para renovar al Congreso; Andrés Manuel López Obrador tiene plena seguridad de que su designada sucesora (la jefa de Gobierno de la ciudad de México, Claudia Sheinbaum)[2], mantendrá las mismas políticas públicas que él ha promovido; y que el cambio, sólo será de personas, será un cambio ”generacional”, pero no en lo fundamental.

¿Cuál es esa continuidad de la que habla AMLO?

Primero, más allá de la demagógica narrativa del presidente sobre el fin del “neoliberalismo”, la realidad es que el neoliberalismo en el país vive, se fortalece y tiene un promisorio futuro.

López Obrador avaló el neoliberal tratado de libre comercio que su antecesor Enrique Peña Nieto negoció bajo presión con Donald Trump, y ese tratado, el T-MEC (USMCA por sus siglas en inglés) es la piedra de toque de la subordinación económica al país hegemónico y a las directrices que en materia económico-financiera se establecen en Washington.

Si bien es cierto, que en su infinita ignorancia López Obrador creyó que podía librarse de la dependencia respecto a Estados Unidos en materia energética, incluyendo un par de párrafos en el T-MEC en los que se afirma que los recursos del subsuelo pertenecen a la nación; la realidad es que al haberse enganchado con ese tratado, tarde o temprano las industrias petrolera y eléctrica del país caerán bajo el dominio de las trasnacionales de Estados Unidos.

Por lo que respecta a la política económica, la ortodoxia en el manejo de las finanzas públicas, al más puro estilo de los gobiernos neoliberales, consolida dicho modelo, tal como siempre lo ha exigido el Fondo Monetario Internacional: banco central autónomo, tipo de cambio libre; deuda pública controlada, austeridad en el gasto público y coordinación permanente con los organismos financieros internacionales y con los de Estados Unidos (Reserva Federal y Tesoro).

Así que AMLO no se ha desviado ni un centímetro de lo que exigen las élites económicas de Occidente, a los países vasallos del Sur en materia económico-financiera, por lo que en estas materias, cuando AMLO afirma que no habrá cambio, significa que el neoliberalismo seguirá incólume. Y no hay mejor ejemplo de ello, que el propio AMLO haya asistido a la convención de banqueros en donde reafirmó que no tocará ni con el pétalo de una rosa la “operación” de los bancos, los cuales obtuvieron utilidades históricas el año pasado, por 250 mil millones de pesos (13,250 millones de dólares).

Si algo determina el triunfo del modelo neoliberal, es precisamente el éxito de las instituciones bancarias y financieras, y las utilidades sin precedente de la banca en México, reflejan eso justamente.

Segundo: La continuidad en materia de “cooperación” con las agencias de seguridad de Estados Unidos para “combatir” al narcotráfico, especialmente el contrabando de fentanilo.

Aunque AMLO deseaba mantener en el país una especie de “pax narca”, mediante la cual las fuerzas armadas y de seguridad del país, no atacarían frontalmente a los cárteles y con ello “disminuiría” la violencia y la inseguridad. La realidad fue que ese “dejar hacer, dejar pasar” sólo resultó en un fortalecimiento de los cárteles, en un dominio aún mayor de varias regiones y estados del país por parte del crimen organizado, y con eso, el aumento del tráfico de drogas y de indocumentados hacia Estados Unidos, con lo que Washington se exasperó y demandó un cambio de política a AMLO.

Renuentemente AMLO ha comenzado a virar en su política de “abrazos y no balazos”, y se está viendo obligado a enfrentar a los cárteles al estilo de como lo hiciera el expresidente Calderón (2006-2012), como se vio con la detención del hijo del “Chapo” Guzmán (Ovidio); y con una mayor interacción con las agencias de seguridad de Estados Unidos, que intentan detener la inundación de fentanilo que está matando a miles de adictos en ese país.

Así que AMLO dejará como parte de la “continuidad” a Sheinbaum, la subordinación de la política de seguridad a los Estados Unidos.

 

Tercero: AMLO dejará como “herencia” sus obras de infraestructura emblemáticas (Tren Maya, refinería de Dos Bocas, Proyecto del Istmo de Tehuantepec y Aeropuerto Felipe Angeles); que no estarán en pleno funcionamiento para el término de su administración, por lo que Sheinbaum tendrá que terminarlas y/o lograr que funcionen a plenitud.

Arduo trabajo le quedará a la sucesora de AMLO para que estas obras mal planeadas y peor ejecutadas deriven en beneficios al país. Pero ante los compromisos contractuales y presupuestarios adquiridos, la siguiente administración no tendrá de otra más que continuarlas y esperar que no exploten en el camino escándalos de corrupción, que por ahora se han mantenido ocultos gracias al férreo control de la información oficial sobre dichas obras, al haberlas decretado como de “seguridad nacional”.

Cuarto: El poder inmenso y las funciones extendidas de las fuerzas armadas.

La sucesora designada del presidente no podrá quitarse de encima (al menos al principio) el enorme poder político y presupuestal que acumularon las fuerzas armadas durante la administración de AMLO, por su decisión; ello limitará seriamente las políticas públicas y el margen de maniobra de la “presidenta”, y será un pesado lastre que será muy difícil soltar.

Quinto: La polarización política.

AMLO ha fincado parte de su popularidad con sus bases sociales y electorales mediante un continuo ataque y una demonización de los “conservadores”, los “fifis”, la “mafia del poder, ”las oligarquías”[3], etc.

Ello con el objeto de que se presenten maniqueamente dos campos en la lucha política y social, “los buenos” que están con él, y los “malos” que están con sus opositores. Esa simplificación le ha resultado muy útil con las clases sociales bajas que no entienden de “geometrías políticas”, ni de ideologías o políticas públicas; y por lo tanto algo sencillo somo “tú estás con los buenos que te defienden y ellos son los malos que te quieren dañar”, le ha permitido a AMLO consolidar una base de apoyo amplia que no hace distinciones ni matices, y por ello la insistencia de AMLO de que no “hay medias tintas”, o están con él o contra él.

Para Sheinbaum, será muy difícil romper con esa retórica maniquea, ya que de hacerlo entraría al mundo de la política de las negociaciones, los compromisos, las “medias tintas” con los actores políticos y sectores sociales contrarios a López Obrador y a ella; por lo que ésta es una de las “manzanas envenenadas” que AMLO le dejará a su sucesora.

Sexto: Los programas sociales. La joya de la corona de la “continuidad” son los programas sociales; ayudas monetarias directas que llegan a 25 millones de personas, y que constituyen la columna vertebral del apoyo a AMLO y sus políticas, pues las clases bajas y medias bajas que reciben ese dinero quincenal, mensual o bimestralmente, completan su gasto con ese dinero, y no llegarían a fin de mes sin esas ayudas.

A esos sectores les preocupa poco o nada que el gobierno de AMLO esté tratando de minar a las instituciones democráticas (desaparición de organismos autónomos, debilitamiento del árbitro electoral, ataques continuos al Poder Judicial, demonización de la prensa libre, críticas permanentes a los defensores ambientales y de derechos humanos, etc.), pues sienten que eso no les afecta en su vida diaria.

En cambio, el recibir ayudas monetarias que les permiten pagar su comida, renta, servicios básicos, etc. es muy importante, y de ahí que estén dispuestos a apoyar sin condiciones al presidente, a su partido (Morena y aliados) y el discurso polarizante y descalificador del presidente hacia sus adversarios.

Esta es la continuidad que pretende AMLO heredar a su sucesora, y que la pobre Sheinbaum, sin contar con una base social y política propia (toda la que tiene se la ha puesto el presidente), tendrá que asumir íntegramente cuando suba al poder. Triste y patético.



[1] Coahuila está en entredicho.

[2] Los otros precandidatos, el canciller Marcelo Ebrard; el secretario de Gobernación Adán Augusto López y el senador Ricardo Monreal, son sólo parte de la escenografía de la decisión ya tomada en favor de Sheinbaum.

[3] Por más que buen parte de la oligarquía se ha beneficiado enormemente durante la administración de AMLO.

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