Perú fragmentado
Jorge
Durand
https://www.jornada.com.mx/2022/12/18/politica/011a1pol
La historia
reciente de Perú se resume en tres elecciones nacionales donde pierde la señora
Keiko Fujimori, contra Ollanta Humala, Pedro Pablo Kuczynski y, finalmente,
Pedro Castillo. Tres gobiernos que fueron de mal en peor. Humala, que llegó al
poder con el apoyo de las izquierdas, pero al final fue cooptado por
la derecha; Kuczynski, el candidato mejor preparado que ha tenido Perú, Vargas
Llosa dixit, que era un buen financiero, pero pésimo político y
tuvo que renunciar, acosado por la mafia fujimorista, finalmente, Pedro
Castillo, sobrevivió un año y medio, envuelto en conjuras, ineptitudes,
chantajes, corrupciones y el acoso permanente del Congreso y la derecha que
trató de vacarlo.
No obstante,
Perú creció en esos años a un ritmo de 5 por ciento, e incluso hace unas
semanas lo hacía a 3 por ciento, a pesar de la crisis pandémica. Los peruanos
van a su aire, trabajando y sobreviviendo, mientras la clase política en la
capital se desgañita, torpedea y traiciona a gusto.
Son muchas
las fracturas que tiene Perú: social, racial, cultural, lingüística, económica,
geográfica, política y tantas otras. En este espacio nos referiremos a las
fracturas políticas de las décadas recientes.
A diferencia
de otras latitudes, en Perú no hay un centro político y menos aún candidatos o
líderes que lo representen y tengan cierta base social. Existe una derecha
fraccionada, representada por oligarcas, nuevos ricos, oportunistas e
iluminados religiosos. Y una izquierda que va del extremo terrorista, al estilo
Sendero Luminoso, a la izquierda popular urbana, campesina y sindicalista; los
poderes regionales de signo izquierdista; la izquierda llamada democrática y
los llamados caviares, de corte intelectual, profesional y ligados a
universidades y a las ONG.
Este
fraccionamiento, se concretiza a nivel electoral en una veintena de partidos
políticos que deciden la composición del Congreso y un Ejecutivo que llega al
poder, en segunda vuelta, sumamente debilitado. Se da el caso que un presidente
de derecha, como Kuczynski, es masacrado por la derecha fujimorista y un
presidente de izquierda, como Castillo, es torpedeado por el mismo partido que
lo llevó al poder e impide una alianza con la izquierda caviar que le podría
haber proporcionado técnicos y profesionales en ministerios importantes.
No obstante,
éste es un escenario donde se respeta el voto y al ganador, aunque sea por una
diferencia mínima, lo que es típico de la segunda vuelta, pero puede pasar
cualquier cosa, como que llegue a la presidencia un personaje como Castillo que
nunca pensó, ni se imaginó, ni estaba preparado para ser presidente.
Perú se
mueve al filo de la navaja, pero prevalece el orden constitucional. Incluso, en
momentos muy álgidos, los militares se han quedado expectantes, pero sin
intervenir, a pesar de las múltiples llamadas de la derecha para que den un
golpe de Estado.
En medio del
encono y el caos político operan varios salvavidas señalados por la
constitución. Uno de ellos tiene que ver con la estructura presidencial que
cuenta con dos vicepresidencias. Tres fusibles que se pueden quemar y al final
puede entrar un cuarto o quinto a funcionar con el presidente del Congreso en
turno.
La primera
vicepresidencia suele ser una mujer, éste sería del caso de Dina Boluarte. En
este momento, no hay segunda vicepresidencia, porque se había candidateado a
Vladimir Cerrón, un dirigente regional, de orientación chavista y líder del
partido que postuló a Castillo, pero que tenía problemas con la justicia por
asuntos de corrupción.
El gobierno
de Pedro Castillo, cuya única virtud fue haberle ganado las elecciones a la
derecha y a Keiko Fujimori, dependía de Perú Libre, partido que lo llevó al
poder, controlado por Cerrón y su bancada. Un partido con presencia importante
en el Congreso y que anuló las dos primeras votaciones para vacar a Castillo y
que podría haberlo salvado de una tercera intentona de vacancia.
Hasta el
momento hay muchas hipótesis y teorías sobre las razones que motivaron a Pedro
Castillo para dar un autogolpe y disolver el Congreso. No obstante, todos coinciden
que esa no fue idea suya y que de alguna manera fue engañado o convencido, lo
cual terminó en un suicidio político al violar la Constitución.
En una
nación de pobres y donde el voto es obligatorio, por primera vez la gente tuvo
un candidato del pueblo en sentido estricto, no figurado, un maestro de
primaria de origen campesino y que decía representar sus intereses. Por eso hay
un gran malestar en amplios sectores de la población que votaron por él y ahora
se manifiestan de manera pacífica y violenta. A estos segundos, la derecha, los
tachan de terroristas. Y, en ese juego ha caído Dina Boluarte al sacar al
ejército a las calles.
Lo que pone
en evidencia otra fractura, la del centralismo capitalino que votó por Keiko y,
las provincias con alto componente campesino e indígena y que votaron por
Castillo.
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