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martes, 27 de diciembre de 2022

 

EL PAÍS

México

Caso Yasmín Esquivel: ¿Cuál sería la sentencia de la Suprema Corte?

Por Carmen Morán Breña

La ministra Yasmín Esquivel presentó una tesis plagiada cuando se licenció en la Universidad Nacional Autónoma de México, un misil informativo que estalló la semana pasada a pocos días de renovar la presidencia de la Suprema Corte de Justicia, para lo que se postula la magistrada. Se postula, así, en presente, porque el escándalo no arredra a la candidata, que se defiende diciendo que esas acusaciones contra ella son "mentiras y difamaciones" insertas en una "campaña perversa" para apartarla de la carrera por la presidencia de la Corte. Su estrategia de defensa se basa ahora en que ella comenzó a escribir la tesis en 1985, por tanto, la de Edgar Ulises Báez, que se presentó en 1986, es la copia, no la original. Esquivel entregó la suya en 1987 y ambas son idénticas. Pobre defensa para un escándalo tan grande. 

La directora de aquel trabajo titulado Inoperancia de los sindicatos en los trabajadores de confianza del Artículo 123 Apartado A fue Martha Rodríguez Ortiz, quien ha declarado la inocencia de su antigua pupila y confesado su admiración por ella "como abogada, profesora, mujer y madre". Todas esas cosas podrá ser la ministra Esquivel, pero una candidata a presidir la Corte quizá ya no. Cabrían pocas dudas si un juez tuviera que decidir sobre este caso. La tesis de Báez se presentó un año antes y encima es más completa porque incluye un trabajo de campo del que carece la de Esquivel, a la que, como dice Juan Jesús Garza Onofre, del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, "lo único que le falta por plagiar son los agradecimientos".   

Señor juez, ¿puede una persona postularse para presidir el máximo órgano judicial de un país, la casa de la honestidad, la objetividad y la justicia, con estos antecedentes? ¿Puede, señor juez, aspirar a tan alta responsabilidad alguien que quizá no sea ni licenciada en Derecho? No hay sentencia aún, pero las pruebas parecen irrefutables, lo suficiente para hacerse a un lado, para retirarse como aspirante a la elección y como ministra misma y prepararse exhaustivamente a limpiar una dignidad manchada, si lo logra. ¿Qué sentido tendría ocupar un cargo que no goza de la confianza ciudadana en lo más mínimo? 

La ministra empezó argumentando que la atacaban por ser mujer, después se dijo que por ser la tapada del presidente Andrés Manuel López Obrador para el cargo. Y todo eso podría ser verdad, pero ¿y qué? Son hechos contra opiniones. Y los hechos han destapado un pozo de irregularidades en la UNAM, que van a ser investigadas. Las primeras pesquisas de la institución académica señalan “un alto nivel de coincidencias” entre los dos trabajos de licenciatura. Este periódico comprobó que había una tercera tesis igual a las de la polémica y otras seis plagiadas dirigidas también por Martha Rodríguez Ortiz entre 1986 y 2010. Los controles académicos no parecen haber sido muy rigurosos, por decirlo diplomáticamente. 

El presidente López Obrador pudo haber guardado silencio, después de todo la cosa no iba con él, pero prefirió opinar: "Cualquier error cometido por la ministra Yasmín cuando fue estudiante es infinitamente menor al daño que ha ocasionado a México el señor que hace la denuncia, Sheridan". Viene a exculpar los pecados de la ministra como propios de la juventud. Si un estudiante no tiene la energía y la ilusión por completar su licenciatura con una buena tesis, ¿se podrán esperar mayores ánimos con el paso de la edad o, en cambio, un mejor perfeccionamiento de las mañas? 

La UNAM ha declarado su intención de investigar el asunto. Es lo mejor para no malacostumbrar a los estudiantes. La impunidad es la gran mácula en México, la que protege al delincuente e incita al delito. Pero los ministros y la presidencia de la Corte están formados para combatir todo esto. ¿O no?  

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