Un incondicional a Gobernación
Un
cambio de gabinete, en gobiernos funcionales, es un golpe de timón porque las
cosas no están funcionando, pero con López Obrador esa lógica no opera.
Raymundo Riva Palacio
agosto
27, 2021
Olga Sánchez
Cordero duró la mitad del sexenio del presidente Andrés Manuel López Obrador.
Parece mucho tiempo para sobrevivir en un gobierno disfuncional donde su propia
cabeza maneja la anarquía transversal y responsabiliza a sólo unos cuántos de
muchos temas. Pero no dependía de ella. De hecho, nunca su juego y destino
político estuvo en sus manos, sino en las de López Obrador. Al menos tres veces
presentó su renuncia al cargo, acotada en las principales funciones del despacho,
la jefatura del gabinete y la política interna, y todas esas ocasiones el
Presidente se las rechazó –una, en enero del año pasado, luego de haber tenido
un episodio muy delicado de salud en Palacio Nacional–. Pero ayer no tenía en
la cabeza que la iban a renunciar.
Sánchez
Cordero descubrió la víspera que su paso por Gobernación tenía fecha de
caducidad para hoy, y que el Presidente, que tenía unas cuatro semanas de haber
tomado la decisión, fue tejiendo su salida sin decirle nada. Le encargó la
interlocución con las fracciones parlamentarias en la Comisión Permanente para
un periodo de sesiones extraordinario para ver la revocación de mandato, cuyo
fracaso mostró sus limitaciones políticas, en parte, resultado de la mala
relación que tenía con los gobernadores. Tampoco se enteró que ayer por la
mañana, el Presidente y el coordinador de la bancada de Morena en el Senado,
Ricardo Monreal, hablaron sobre su futuro, que empieza hoy, cuando asuma la
presidencia de la Mesa Directiva de esa Cámara, el segundo órgano más
importante en ésta.
La secretaria
fue engañada con la verdad. Desde junio se venía manejando que Sánchez Cordero
había presentado su cuarta renuncia, a lo que ella salió al paso desmintiendo
lo que habían publicado dos columnistas con acceso a información de Palacio
Nacional. Todavía no estaba listo López Obrador para el cambio, hasta este
miércoles, cuando fue citada por el Presidente a Palacio Nacional, de donde
salió, hacia su despacho en Gobernación, desencajada.
Un cambio de
gabinete, en gobiernos funcionales, es un golpe de timón porque las cosas no
están funcionando. En una presidencia como la de López Obrador, esa lógica no
opera. La política interna la ha manejado desde un principio Julio Scherer,
consejero jurídico de la Presidencia, y los asuntos de seguridad y migración
con Estados Unidos se los quitaron para hacer responsable al canciller Marcelo
Ebrard. La pelea con Ebrard la perdió hace tiempo, y los conflictos que tuvo
recientemente con Scherer no lo mermaron a él, quien sigue teniendo una
relación estrechísima con el Presidente.
Durante todos
estos tres años, Sánchez Cordero fue considerada un florero por la prensa
política, pero le era útil al Presidente en ese papel, sobre todo porque
cuidaba la relación con Carlos Slim, a quien durante años le escrituró sus
empresas. La relación se desgastó por errores de ella que incomodaron a Slim,
quien optó por utilizar su derecho de picaporte con el Presidente. Tampoco le
funcionó como barrera con los gobernadores, sino que le atrajo más problemas
con ellos. Aun así, si la quitaba, ¿quien llegara iba a querer ser secretario
de Gobernación? Después de la experiencia con Sánchez Cordero, ¿querría pasar
como un simple tapón que podía poner o quitar el Presidente?
Pues el
Presidente encontró fácilmente a ese funcionario entre uno de los suyos, muy
cercano, que lo ha acompañado políticamente desde sus tiempos como líder del
PRD en Tabasco, Adán Augusto López, el gobernador al cual hace unos días el
Presidente hizo grandes elogios. Sólo algunos en el círculo íntimo entendieron
el mensaje. El equipo cercano de Sánchez Cordero no. Inclusive, su equipo la
estuvo esperando en el aeropuerto, porque iba a viajar a Chiapas, para
acompañar al Presidente. Su equipo se quedó esperando porque ella fue convocada
de nuevo a Palacio, para entregar el cargo.
López llegó
al mediodía a Palacio Nacional como gobernador y salió como secretario de
Gobernación, con lo que el Presidente, una vez más, recurrió a sus más cercanos
y leales. López pertenecía a una de las dos corrientes del PRD en Tabasco
cuando López Obrador era el líder. Una de las corrientes la encabezaban Octavio
Romero Oropeza, actual director de Pemex, y Alberto Pérez Mendoza, amigo desde
la juventud del Presidente, su verdadero brazo derecho, y que murió en 2013. La
otra corriente la encabezaba Fernando Mayans, a la que pertenecían López y su
hermana Rosalinda, esposa del actual gobernador de Chiapas y que es la
administradora general de Auditoría Fiscal del SAT. Mayans tuvo un breve paso
por la administración federal y cuando López asumió la gubernatura de Tabasco
en enero de 2019, se integró al Seguro Social local.
La llegada de
López al gabinete es la segunda de ese nivel que va a uno de quienes han estado
al lado de López Obrador desde hace más de tres décadas. El secretario de
Bienestar Social, Javier May, que pertenecía a la corriente de Romero Oropeza,
es el otro. Aunque con otro equipaje político que May, López no va a cumplir
una función autónoma como secretario de Gobernación. No está en el ADN del Presidente.
El cambio, sin embargo, no será del todo cosmético. Los actores políticos
sabrán que López, a diferencia de Sánchez Cordero, sí tiene el picaporte con el
Presidente y la cercanía para tratar asuntos que a ella no le permitían. Por
esa relación, su papel no será necesariamente el de florero, pero sí de un
amortiguador para su viejo amigo.
Este
reacomodo en el gabinete hay que verlo de manera semiótica. López Obrador se
sigue rodeando de los suyos e incondicionales rumbo a la sucesión presidencial,
que todos estos cambios es lo que revelan. El Presidente se sigue encerrando en
una burbuja en medio del segundo tercio del sexenio que es fundamental para que
pueda armar la maquinaria para poder mantener el poder de Palacio Nacional e
imponer a su candidata, que al final es lo que quiere.
No hay comentarios:
Publicar un comentario