Adónde está el orgullo, adónde está el coraje
Es
una vergüenza que nunca habíamos sufrido: la política migratoria del país no la
decide el presidente de México, sino unos ministros de la Suprema Corte de EU.
Pablo Hiriart
agosto
30, 2021
MIAMI,
Florida.- La noticia pasó casi desapercibida: la Suprema Corte de Estados
Unidos negó a Biden la suspensión del protocolo ‘Quédate en México’, por lo que
el Departamento de Seguridad Nacional deberá obligar a los solicitantes de
asilo a esperar su cita en suelo mexicano.
¿Perdón?
¿Sobre qué país está resolviendo la Corte de Estados Unidos? ¿Sobre el suyo,
donde tiene competencia?
No, sobre el
nuestro. Sobre México.
¿Y por qué lo
hace?
Porque el
gobierno mexicano se lo permite. Y acata.
Es una
vergüenza que nunca habíamos sufrido: la política migratoria del país no la
decide el Presidente de México, sino unos ministros en Washington.
La Suprema
Corte de Estados Unidos ordenó que salvadoreños, hondureños, mauritanos,
somalíes, etcétera, que soliciten asilo en Estados Unidos, deben esperar en un
país llamado México.
Y el
encargado de hacer cumplir esa orden, de que los extranjeros que quieren
asilarse en Estados Unidos esperen en México, es el Departamento de Seguridad
Nacional de Estados Unidos.
¿Se entiende
la dimensión del ninguneo a nuestro país?
Dictan en
Washington lo que debe hacer el gobierno de México con los extranjeros.
El presidente
López Obrador, en lugar de darse a respetar, comentó que “nosotros nos hemos
propuesto ayudar a Estados Unidos, lo vamos a seguir haciendo en el tema
migratorio”, y mantuvo la disposición “para que envíen a sus solicitantes de
asilo para que esperen en México la conclusión a sus procesos en cortes
federales (La Jornada, viernes 27)”.
La única
respuesta aceptable al mandato de la Corte de EU era un rechazo categórico, al
más alto nivel. Ahí no hay nada que negociar.
Cooperación,
desde luego. Patio trasero para que esperen, no.
Ayudar, claro
que sí, con esfuerzos compartidos. Pero hacerlo por indicación de la Suprema
Corte en Washington, es una indignidad que no habíamos vivido.
Un no del
Presidente de México habría clarificado las cosas. Incluso, con ese rechazo,
Joe Biden podía decirle a la Corte de su país que no podría cumplir su
instrucción porque México, país soberano, no lo aceptaba.
El origen del
problema está en que López Obrador ya le concedió ese derecho al entonces
presidente Donald Trump, en enero de 2019.
A partir de
ahí, en Washington le tomaron la medida. Sin consultarle, la Corte de Estados
Unidos decide lo que debe hacer el gobierno de la 4T.
Jamás
habíamos visto que en otro país se decidiera de forma tan ostensible sobre un
tema de competencia soberana del gobierno mexicano.
Sin siquiera
esperar a que nos lo pidan y negociar, con la sola resolución de la Corte de
Estados Unidos, va el sí, con mucho gusto.
Quienes hoy
gobiernan México antes criticaban que el país obtenía créditos del Fondo
Monetario a cambio, decían, de compromisos ocultos con esos organismos
internacionales.
Ahora resulta
que, con ellos en el poder, la Corte Suprema de Estados Unidos indica a quiénes
debe recibir México en su territorio.
Lo aceptó el
presidente López Obrador una vez, hace dos años y medio. Y con eso le perdieron
el respeto. Ni siquiera le consultan.
Aquí han
permanecido 71 mil extranjeros que quieren asilo en Estados Unidos, no en
México.
El presidente
Biden se dio cuenta del agravio y al inicio de su gobierno desechó ese
protocolo, conocido como ‘Quédate en México’. Estados Unidos recibió a 13 mil
solicitantes y ahí, como debe ser, se tramitaba su calidad migratoria.
Pero eso se
acabó el miércoles de la semana anterior, cuando la Corte de EU resolvió que
los extranjeros debían esperar en México.
Ahí están, y
seguirán llegando, miles de ciudadanos haitianos, ecuatorianos y guatemaltecos
que se hacinan en campamentos insalubres en un país en el cual no quieren
estar, y permanecen en México por una decisión de la Suprema Corte de… Estados
Unidos.
El trato que
reciben en el México de la 4T es inhumano: “No tienen acceso a elementos de
primera necesidad y se sabe que son perseguidos por el crimen organizado y, en
ocasiones, por agentes de aplicación de la ley mexicanos que los someten a secuestros,
violación sexual, agresiones, extorsión y otros abusos” (Human Rights Watch, 27
de agosto).
La Guardia
Nacional recibe a garrotazos a los migrantes que esperan en México. Y esperan
aquí por decisión de la Corte en Washington.
Inconcebible,
pues, que un gobierno conceda tal autoridad al Poder Judicial de una nación
extranjera.
Dos preguntas
finales:
¿El
Presidente que admite ese ninguneo a su patria, es el mismo que llama “lacayos”
a miembros y directivos de la OEA?
¿El
Presidente que permite eso, es el mismo que quiere juzgar a sus antecesores por
“traición a la patria”?
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