Riesgos en la renegociación del TLC con la UE
Manuel Pérez-Rocha Loyo*
https://www.jornada.com.mx/2021/08/02/opinion/016a2pol
Los gobiernos
neoliberales, desde Salinas de Gortari, han cedido nuestra soberanía
jurídica ante empresas trasnacionales mediante la firma de tratados de libre
comercio, como el TLCAN, T-MEC y el Tratado Transpacífico (TPP). Un paso
importante para el gobierno actual y el propósito de terminar con el
neoliberalismo y defender los recursos energéticos, sería evitar a toda costa
en el TLC con la Unión Europea (TLCUEM), actualmente en renegociación,
mecanismos de arbitraje supranacional y asegurar que las trasnacionales
europeas se sujeten a los derechos humanos en México.
Como hemos documentado en Desenmascarados: los derechos
corporativos en el renovado TLCUEM (https://bit.ly/37cj8no)
diversas empresas europeas tienen una larga trayectoria de violaciones de
derechos humanos y ambientales en México, desde empresas de energía eólica,
como la española Unión Fenosa en el istmo de Tehuantepec hasta firmas
acaparadoras de agua, como Aguas de Barcelona en Coahuila. Recientemente la
organización de derechos humanos Prodesc, en conjunto con contrapartes
europeas, publicó el informe Vigilancia sin voltaje (https://bit.ly/3lcXZ4J).
Allí se documenta cómo Francia ha hecho la vista gorda ante la extensa
violación de derechos humanos de los pueblos indígenas en Unión Hidalgo, como
resultado del proyecto de energía eólica de la compañía Électricité de France
(EDF) –firma perteneciente al Estado francés en 83 por ciento–.
En vez de abordar estas graves deficiencias, modernizar el
TLCUEM no es más que un eufemismo para aumentar los derechos de los
inversionistas. Uno de los principales puntos de
la modernización consiste en incluir un capítulo sobre protección de
inversiones con un mecanismo de arreglo de disputas inversionista-Estado, dado
que hasta ahora estas se dirimen bajo los tratados bilaterales de inversión que
México tiene con 15 países europeos.
Además de que el TLCUEM ha tenido para México consecuencias negativas en
términos comerciales –desde la entrada en vigor del TLCUEM México tiene una
balanza comercial acumulada con la UE con un déficit de 404 mil 679 millones de
dólares (cálculo propio, según datos de la Secretaría de Economía)– un capítulo
de protección a las inversiones aumentaría el peligro de ser objeto de
multimillonarias demandas de empresas petroleras, gaseras, de energía y otras.
El Sistema de Corte de Inversiones desarrollado por la UE (https://bit.ly/3id95oB),
que pretende imponer a México, acentuará el desequilibrio entre derechos
vinculantes para grandes empresas y directrices voluntarias en relación con el
respeto de los derechos humanos. El actual acuerdo global con la UE que incluye
el TLCUEM dispone de una cláusula democrática que podría haber propiciado la
suspensión del acuerdo por recurrentes violaciones de derechos humanos. Sin
embargo, en los 20 años que han transcurrido desde que entró en vigor, la UE y
México las han ignorado. Si México y la UE desean modernizar su relación,
debería ser con el objetivo de corregir ese desequilibrio en favor de las
trasnacionales y no ampliando sus privilegios, especialmente otorgando el
derecho de recurrir a tribunales supranacionales secretos diseñados a su
medida, como el Centro Internacional de Arreglos de Diferencias Relativas a
Inversiones del Banco Mundial.
Es necesario poner atención: cuando en el T-MEC deje de operar
la cláusula de legado que da tres años de extensión al capítulo 11
del TLCAN para que empresas puedan seguir demandando a los países, se
restringirá la protección de inversiones entre México y EU a
contratos gubernamentales con empresas de sectores de la energía, petróleo y
gas, infraestructura y telecomunicaciones. Bufetes de abogados como Baker
McKenzie recomiendan a otras firmas estadunidenses usar otros tratados
internacionales de inversión para demandar a México.
Esto es lo que se denomina ir de paseo de compras de tratados.
Muchas empresas no tienen más que abrir un domicilio postal –Holanda es un país
favorito– para además de evadir impuestos demandar a un país con el tratado de
inversiones que más les convenga.
El gobierno mexicano, además de evitar que empresas extranjeras puedan
recurrir a tribunales supranacionales, debe asegurar que en el TLCUEM no se
incluya la cláusula de expropiación indirecta que otorga el derecho a
empresas a exigir compensaciones por pérdida de las ganancias
esperadas, es decir, por inversiones que ni siquiera han realizado. Como
ejemplo, en 2013 México tuvo que pagar 40.3 millones de dólares a la española
Abengoa por la negativa del municipio de Zimapán, Hidalgo, a conceder una
licencia para un depósito de residuos peligrosos que se encontraría a 2
kilómetros de una reserva natural y a menos de 500 metros de la comunidad
indígena hñahñü.
Por estos riesgos, el gobierno de la 4T debe asegurar en la
renegociación con la UE una participación amplia de sectores sociales y
comunidades afectadas, para asegurar que los derechos humanos en el sentido más
amplio, incluyendo los derechos económicos, sociales, culturales y ambientales,
tengan primacía por encima de las corporaciones trasnacionales. Se debe detener
la inercia de gobiernos anteriores de negociar a espaldas del pueblo.
*Investigador del Institute for Policy Studies de Washington DC. www.ips-dc.org y
Asociado del Transnational Institute www.tni.org •
Twitter: @ManuelPerezIPS
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