De pechos y bodegas
Rolando Cordera Campos
https://www.jornada.com.mx/2021/08/01/opinion/013a2pol
El Presidente
reitera: su pecho no es bodega por lo que nada guarda. Sin duda, es
una manera diferente de abordar, desde el Poder Ejecutivo, las cosas del poder.
No sé si habría acuerdo en el mundo político y de la comunicación, para
mi inseparables, en el sentido de que esta conducta presidencial es un cambio
positivo. Ciertamente, habría muchos peros que introducir en una evaluación de
esta singular conducta, dependiendo de los distintos actores de la política y,
en particular, de los profesionales de la información y la comunicación. Las
asimetrías del poder no pueden soslayarse; tampoco, inventarse una equidad que
no existe cuando hablamos de la Presidencia de la República.
Cuando se habla del derecho a la libre expresión, debe considerarse que
su vigencia siempre es vista como esencial para juzgar la calidad y los
alcances de la democracia y sus sistemas políticos, cada día más complejos. No
sólo como origen de muchas redes de poder y relación social y política, sino
como pilar insustituible de cualquier orden que se pretenda democrático. De
aquí lo delicado del tema de la información, la comunicación, el ejercicio de
esos derechos y libertades y el papel que en todo esto tienen o pueden tener la
propiedad, el capital y la empresa que concretan dichas prácticas. En nuestro
caso, la experiencia en la construcción democrática, larga y tortuosa como ha
sido, contiene muchas lecciones que no pueden echarse por la borda.
Mucho se ha avanzado tanto en México como en el mundo en el
esclarecimiento de los regímenes para el ejercicio de dicha libertad. Del control
casi absoluto del Estado de los bienes materiales necesarios para producir y
circular la información, hemos pasado a un efectivo, aunque de ninguna manera
satisfactorio, ejercicio de la información si, por ejemplo, se le evalúa desde
la perspectiva de los derechos de sus profesionales o los de sus usuarios. Para
no mencionar el grave asesinato de periodistas, generalmente perpetrado por
poderes criminales enraizados o no en la política.
Frente a esta trama, poco transparente en su diario quehacer, tenemos
hoy al titular del Ejecutivo dispuesto a montar escenarios de confrontación con
empresas y trabajadores de la comunicación, involucrándolos en supuestas
campañas de conspiración para el desprestigio de su proyecto transformador.
Digo supuestas porque hasta la fecha el Presidente no ha aportado un solo
elemento de prueba; pero sí una cascada de dichos que pueden resultar
contrarios a la consolidación de la libertad de expresión como derecho humano
fundamental y como ejercicio político esencial para mejorar el sistema
democrático, porque se olvida que La ética de la democracia es una ética
de la responsabilidad, como afirma la filósofa española Amelia Valcárel (https://ethic.es/2021/07/amelia-valcarcel-etica/).
Los pronunciamientos que hace unos días realizaron el empresario Juan
Francisco Ealy y varios de quienes hacen periodismo escrito, son una
interpelación oportuna al poder desde la prensa. Cabe esperar que la respuesta
presidencial contribuya a que, en éste como en otros acontecimientos de la
República, puedan montarse diálogos abiertos y congruentes, no sólo entre los
directamente involucrados, sino con el Congreso de la Unión, los medios de
comunicación e información y la academia.
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