¿Militarización en México? Sí, y militarismo
Gilberto López y Rivas
https://www.jornada.com.mx/2021/08/20/opinion/015a2pol
El
término militarización se refiere, en diccionarios de uso común en
castellano, a la potenciación de las fuerzas armadas, o su
utilización en tareas no tradicionales, como el desarrollo, o para
combatir “amenazas internas de carácter no militar o para realizar misiones que
competen a las policías –como el combate del crimen organizado–”. Se señala que
no se debe confundir militarización con militarismo, que es la imposición
de valores, perspectivas e ideales militares sobre la sociedad civil, lo cual,
sin duda, resulta aún más peligroso que la militarización. Incluso se plantea
la acepción de militarización económica, cuando existen empresas y
sectores económicos de un país en manos de militares. La Enciclopedia libre va
más allá. Destaca que uno de los aspectos de gran relevancia y que generan
mayor preocupación en relación con los procesos militarizadores de las
sociedades se refiere a la generación de violencia que de manera implícita se
da en la militarización. Revisemos algunos datos que apuntan perceptiblemente
hacia una militarización y militarismo en el gobierno de la Cuarta
Transformación.
1) El decreto publicado el 11 de mayo del 2020 en el Diario
Oficial de la Federación, en que se dispone de la fuerza armada permanente
para llevar a cabo tareas de seguridad pública, a pesar de las promesas de
campaña de regresar los soldados a sus cuarteles, en un plazo no mayor de
seis meses, no obstante su fracaso evidente en la lucha contra el crimen
organizado, considerado por el Instituto de Estudios Estratégicos de Londres
como un conflicto armado no reconocido, y a contracorriente de
señalamientos de numerosas organizaciones de derechos humanos, nacionales e
internacionales, sobre la inconstitucionalidad de la medida, y la ausencia de
mecanismos de fiscalización y rendición de cuentas.
2) El incremento progresivo y exponencial del presupuesto público
destinado a las fuerzas armadas (secretarías de la Defensa Nacional, Marina y
la Guardia Nacional), cuyo monitoreo y escrutinio es tan reservado como opaco
en cuanto a licitaciones, alcances y auditorías, mientras otras secretarías de
Estado sufren recortes de hasta 75 por ciento de su presupuesto, en detrimento
de tareas sustanciales en la salvaguarda del patrimonio y el interés nacional.
3) El aumento de misiones de los militares que secretarías civiles
podrían llevar a cabo: construcción de cuatro aeropuertos y tres tramos del
Tren Maya, cuarteles de la Guardia Nacional, 2 mil 700 sucursales del Banco del
Bienestar, además de asignarles la administración del futuro aeropuerto
metropolitano, y de tres más en la península de Yucatán, así como las
eventuales ganancias del Tren Maya para pensiones de militares. Entrega a la
Secretaría de Marina del control de aduanas marítimas y terrestres, así como de
los puertos del país. Administración de 10 hospitales, y puesta en práctica de
cientos de filtros sanitarios en aeropuertos, centrales de autobuses,
carreteras y diversos lugares públicos. Participación en diversos programas
asistenciales que, por cierto, están indicados en manuales de contrainsurgencia
para mostrar el rostro amable del estamento castrense: Sembrando Vida, Jóvenes
Construyendo el Futuro (con 33 centros de capacitación), entrega de
fertilizantes, distribución de libros de texto y materiales educativos,
salvamento paleontológico y arqueológico, inauguración de museos de sitio;
ello, a través de asignaciones directas o convenios de colaboración con otras
dependencias federales, como la secretarías de Educación, Agricultura, Pemex,
INAH, exaltando en los medios de comunicación, dentro del ámbito del
militarismo, la disciplina y el profesionalismo de los ahora considerados, de
nueva cuenta, pueblo uniformado.
4) La amnesia manifiesta del gobierno actual en torno al involucramiento
de ese pueblo uniformado en la violación de derechos humanos durante las
décadas de guerra contra el narcotráfico, y en las masacres, represiones y
crímenes de Estado y lesa humanidad del siglo pasado contra ferrocarrileros,
médicos, telegrafistas y maestros, contra estudiantes en Tlatelolco y San
Cosme; en el asesinato de dirigentes populares, como Primo Tapia de la Cruz,
Rubén Jaramillo y su familia, en desapariciones forzadas, como las narradas por
el general José Francisco Gallardo en su tesis de doctorado, en los años de
la guerra sucia, cuando se adoptan técnicas contrainsurgentes
utilizadas por los militares franceses en Argelia, como los vuelos de la
muerte, y en la formación de grupos clandestinos, como el Batallón
Olimpia, la Brigada Blanca, los halcones, o los
grupos paramilitares en Chiapas, los peces más bravos que aconsejan
los manuales de guerra irregular de Sedena, para neutralizar a la guerrilla.
Esto, a reserva de que siempre habrá otros datos y otras
lógicas para el análisis de la realidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario