ESTADOS UNIDOS LLEVA A PELIGROSOS
LÍMITES LA CONFRONTACIÓN CON CHINA
Ante el
evidente fracaso de la administración Trump para enfrentar la pandemia del coronavirus[1] y las crecientes
dificultades para reabrir las actividades económicas, ha decidido profundizar
la estrategia de culpar a China de dicha situación, para desviar la atención de
la población estadounidense de las cada vez peores condiciones de salud,
económicas y sociales en las que se encuentra, agudizadas por las crecientes
protestas contra el racismo y la desigualdad económica y social en numerosas
ciudades estadounidenses.
Las
encuestas en la carrera presidencial siguen siendo desfavorables para Trump[2], lo que ha generado
todavía más desesperación y urgencia en su gobierno por encontrar no sólo un “chivo
expiatorio” que le ayude a redireccionar la animadversión del electorado estadounidense
hacia otro lado, sino que también pueda lograr que alguno de los países a los
que ha definido como sus enemigos (China, Rusia, Irán, Venezuela, Cuba, Siria,
Corea del Norte, Nicaragua, etc.) caigan en sus reiteradas provocaciones, para
que así se genere una crisis internacional; o mejor aún, una confrontación
bélica, que lleve a la población estadounidense a agruparse alrededor de su
presidente y de su gobierno, y así se olviden de la pandemia, de la crisis
económica, de las protestas sociales; y con todo ello se decidan por reelegir
al empresario inmobiliario, en las elecciones de noviembre.
Ahora Trump
ha decidido enfrentar con la fuerza cualquier intento chino por evitar el
continuo paso de naves militares estadounidenses por el Mar del Sur de China;
ha logrado que la Gran Bretaña prohíba definitivamente la participación de la empresa china Huawei en el
desarrollo de la red 5G en el Reino Unido; ha establecido sanciones contra
prominentes miembros (y sus familias) del Partido Comunista chino, por su
supuesta intervención en la represión de los musulmanes en la provincia de Xinjiang;
y por la misma razón, ha sancionado a empresas chinas que supuestamente forman
parte de dicha política (trabajos forzados para la población musulmana)[3]; ha cerrado la posibilidad
de nuevas visas para estudiantes e investigadores chinos en universidades
estadounidenses; ha dado por terminado el status especial para Hong Kong, por
la aprobación de la nueva Ley de Seguridad por parte del gobierno de Beijing; y
ahora, ha cerrado de manera intempestiva el consulado chino en Houston.
En suma, Washington
está aplicando la misma estrategia de permanente provocación y hostigamiento
que aplicó en su momento contra Japón en los años 30 del siglo pasado, y que
llevó al gobierno de Tokio en ese entonces, a no encontrar otra opción más que
la guerra contra Estados Unidos, con el ataque a Pearl Harbor el 7 de diciembre
de 1941[4].
Por supuesto
que Estados Unidos siempre se justifica y se autoproclama como el “bueno” de la
película, contra los “malos” (“malign behavior”), que no hacen caso a sus
benévolos llamados a comportarse; y por lo tanto el gigante tiene que ponerlos
en orden.
La realidad
es que esta irresponsable estrategia de llevar hasta el punto límite antes de
la guerra, a sus contrincantes (junto con sus aliados-subordinados de la
anglósfera, Gran Bretaña, Canadá y Australia), puede llevar a que Beijing (y
eventualmente Moscú y Teherán[5], acaben por perder la
paciencia y comiencen a responder de manera similar a los Estados Unidos; que
es justamente lo que quiere Washington, para contar con una crisis mayúscula
internacional antes de las elecciones presidenciales de noviembre, y así salvar
la presidencia de Trump.
Arriesgadísima
estrategia, que puede poner al mundo al borde de una guerra nuclear, en medio
de una pandemia, como no se había visto en 100 años; una crisis económica, como
no se había visto en 90 años y una crisis social, como no se había visto en el
último medio siglo.
Pero está
visto que el establecimiento político-militar de Estados Unidos está más
interesado en la permanencia de su decadente imperio y de los resultados electorales
en noviembre, que de la paz y la seguridad del mundo entero.
[1]
Tiene 3 millones 970 mil casos confirmados, el 26.46% del total mundial; y
144,000 muertos, el 23.33% del total mundial. En ambos rubros, es el primer
lugar en el planeta.
[3]
No deja de ser cínico por parte de Estados Unidos el que supuestamente defienda
a los musulmanes en China, cuando se ha pasado 20 años bombardeando y
destruyendo los países islámicos en el Medio Oriente; y sus medios de
comunicación, dominados por el lobby pro Israel, han desarrollado una
permanente islamofobia.
[4]
Existen muchas versiones sobre el conocimiento previo de la cúpula
político-militar estadounidense sobre este ataque, permitiendo que sucediera,
para tener la justificación que necesitaban para enfrentar a las potencias del
Eje. https://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/2016-12-07/pearl-harbour-ataque-a-traicion-otro-punto-de-vista_1299696/
[5]
Quienes están siendo hostigados, por su parte; especialmente Irán, con los múltiples
sabotajes a sus instalaciones estratégicas.
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