CRISIS MUNDIAL Y REDEFINCIÓN
HEGEMÓNICA
La pandemia
del coronavirus iniciada a fines del 2019 y la sucesiva crisis económica[1], derivada del obligado
confinamiento social para tratar de detener la propagación del contagio, se han
amalgamado ahora con una serie de protestas sociales en distintas partes del
mundo, iniciadas en Estados Unidos; que en principio, tuvieron que ver con el
rechazo al racismo y al maltrato a las minorías étnicas, pero que también están
reflejando el hartazgo de sectores sociales golpeados y marginados por la
globalización económica, que ha beneficiado descomunalmente a una minoría de
plutócratas y gobernantes, alejados de la realidad de las masas.
A lo
anterior se suma la abierta competencia por la hegemonía mundial entre Estados
Unidos y sus aliados, por un lado; y China y Rusia, por el otro, que se ha ido
profundizando cada vez más, convirtiéndose ya en una “guerra híbrida”[2].
Y a lo
anterior se tendrían que adicionar los efectos cada vez más graves del cambio
climático, por un lado; y por otro lado, del cambio tecnológico acelerado, que
está provocando una creciente automatización (y que con el confinamiento social
por la pandemia, ha fortalecido la tendencia a transformar el mundo del
trabajo), dejando en el subempleo y el desempleo a cada vez más personas; lo
que aunado a los conflictos bélicos, los efectos de las crisis económicas y la
desigualdad y marginación de millones de personas, también ha disparado el
fenómeno migratorio en todos los continentes.[3]
Ante esta
crisis multifactorial y global, las poblaciones más pobres y marginadas en el
planeta serán las que sufran las peores consecuencias, mientras que las élites
económicas, se mantendrán a flote debido a su acceso casi irrestricto a los
capitales internacionales y a su facilidad para moverlos, prácticamente sin obstáculos,
de un mercado a otro.
Ahora bien,
lo que ha provocado la pandemia, la crisis económica y la redefinición de las
reglas de la globalización en materia de cadenas de valor (se han visto
dislocadas por el cierre de fronteras para evitar los contagios), y de
desarrollo del trabajo desde casa (acentuando la tendencia a despedir o a no
contratar a más trabajadores, para cierto tipo de actividades), es que la
tendencia a internacionalizar la vida de las poblaciones de la mayoría de los
países del mundo, se ha detenido de súbito.
La pandemia
vino así a profundizar ciertas políticas que los gobiernos de Estados Unidos y
la Gran Bretaña habían venido impulsando desde hace 4 años, como la de “America
First” de Trump; y el Brexit, ahora liderado por el Primer Ministro inglés
Boris Johnson.
La Unión Europea (UE), que durante el último medio siglo vino impulsando la idea
de derribar las fronteras en muchos aspectos, ahora ha tenido que reforzar sus
medidas de aislamiento respecto a otras regiones del mundo (incluso su aliado
Estados Unidos) y reconsiderar sus cadenas de valor, que se han visto afectadas
por el confinamiento, y que cada vez más estaban dependiendo del gigante chino.
Asimismo, la
UE se ha visto en medio de la disputa por la hegemonía económica y tecnológica
entre Washington y Beijing, lo que la ha llevado a considerar una posición más
independiente en ambos rubros, con objeto de evitar quedar atrapada entre las
dos superpotencias.
Por su
parte, China y Rusia se encuentran en una situación cada vez más comprometida,
en la medida en que su competición con Estados Unidos en los distintos campos
del poder, tiende a agravarse (algo que ni Beijing, ni Moscú han buscado, pero
que no pueden rehuir ahora), llevándolos al tipo de confrontación que el
establecimiento político-militar de Washington desea, es decir el de la carrera
armamentista, la “guerra híbrida” y el “brinkmanship” (la presión llevada casi
al punto[4]de la guerra y/o el colapso
del contrincante).
Así, la
lucha por la hegemonía mundial se entrelaza con varias crisis y cambios
profundos que están impactando las estrategias de las grandes potencias y que
hasta el momento no presagian una salida negociada, multilateral y pacífica a
los mismos; lo que pone a la mayoría de los países y de la población mundial,
en una situación de suma vulnerabilidad ante decisiones y acciones mal
calculadas, precipitadas y francamente irresponsables por parte de las élites
mundiales.
Una
profundización del nacionalismo y/o regionalismo, combinado con las disputas
entre las grandes potencias por hegemonizar los distintos campos del poder y
los efectos de mediano y largo plazos de la pandemia y el cambio climático, van
a generar varias crisis permanentes en las relaciones internacionales, que bien
podrían buscar ser resueltas con medidas extremas por parte de los gobiernos,
con lo que las soluciones globales que el mundo requiere, se alejarán todavía
más.
[1]
https://cnnespanol.cnn.com/2020/04/14/el-fmi-confirma-que-en-2020-viviremos-la-peor-recesion-economica-en-90-anos/#:~:text=Mercado%20financiero-,El%20FMI%20confirma%20que%20en%202020%20viviremos,recesi%C3%B3n%20econ%C3%B3mica%20en%2090%20a%C3%B1os&text=(CNN%20Espa%C3%B1ol)%20%E2%80%94%20El%20Fondo,crisis%20financiera%20global%20de%202008.
[2]
Si bien el concepto fue acuñado en 2002 en la tesis de
maestría de William J. Nemeth (Escuela Naval de Posgrado), su utilización por
el General James Mattis y el Teniente Coronel Frank Hoffman (ambos de la Marina
de Estados Unidos) durante los primeros años del lanzamiento de la llamada
“Guerra contra el Terrorismo” lo colocó en el debate de los estrategas
militares. Tratándose en verdad de una síntesis de varias aproximaciones,
destacan las recuperaciones de la Three Block War (General Charles
Krulak), guerra irrestricta o guerra más allá de los límites (Coroneles del Ejército
Popular de Liberación chino Quang y Wang), guerra compuesta (Thomas H. Huber) o
Guerra de Cuarta generación (William S. Lind). En ese momento, se hacía
énfasis en la convergencia operacional de Estados con actores no estatales y se
puntualizaban algunos de sus elementos: "La gama completa de diferentes
modos de guerra, incluidas capacidades convencionales, tácticas y formaciones
irregulares, actos terroristas que incluyen violencia y coerción
indiscriminada, así como desorden criminal" (Hoffman, 2007). Es
decir que se ponía de relieve la imbricación entre formas y actores de guerra
convencional o tradicional y aquellos pertenecientes a las manifestaciones de
la guerra irregular, en la que se volvía difusa la frontera de actuación entre
unos y otros, aun en los niveles a ras del campo de batalla; además de incluir
como elemento central las modalidades de actuación del “terrorismo” islámico…..A
partir de 2014, se generalizó la enunciación como “nuevo tipo” de guerra, con
posterioridad a la anexión de Crimea por Rusia. Desde entonces la
acepción incorporó con mayor fuerza la disputa en el terreno de la información
a partir de eventos relacionados con la difusión de noticias falsas
(especialmente en las redes sociales), propaganda, o guerra psicológica; lo
cual da cuenta de otro rasgo que ha sido subrayado sobre estos escenarios: la
centralidad que adquiere la población como objetivo de estas operaciones en la
medida en que se busca crear descontento social o generar adversarios al
interior de los Estados rivales. https://www.alainet.org/es/articulo/203107
[3]
Según las
estimaciones actuales, hay 272 millones de migrantes internacionales en el
mundo (equivalentes al 3,5% de la población mundial). Aunque la inmensa mayoría
de las personas del mundo siguen viviendo en el país en que nacieron, han
aumentado las que migran a otros países, especialmente de su misma región.
Muchas otras migran a países de ingreso alto más lejanos. Ahora bien, el
trabajo sigue siendo el principal motivo de migración internacional, y los
trabajadores migrantes, radicados en su mayor parte en países de ingreso alto,
constituyen una amplia mayoría de los migrantes internacionales del mundo. El
número total de desplazamientos se encuentra en un nivel sin precedentes, con
41 millones de desplazados internos y casi 26 millones de refugiados. https://publications.iom.int/books/informe-sobre-las-migraciones-en-el-mundo-2020-capitulo-2
[4] The art or practice of pursuing a dangerous policy to the
limits of safety before stopping, especially in politics.
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