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Zapata

lunes, 6 de julio de 2020


CRISIS MUNDIAL Y REDEFINCIÓN HEGEMÓNICA
La pandemia del coronavirus iniciada a fines del 2019 y la sucesiva crisis económica[1], derivada del obligado confinamiento social para tratar de detener la propagación del contagio, se han amalgamado ahora con una serie de protestas sociales en distintas partes del mundo, iniciadas en Estados Unidos; que en principio, tuvieron que ver con el rechazo al racismo y al maltrato a las minorías étnicas, pero que también están reflejando el hartazgo de sectores sociales golpeados y marginados por la globalización económica, que ha beneficiado descomunalmente a una minoría de plutócratas y gobernantes, alejados de la realidad de las masas.
A lo anterior se suma la abierta competencia por la hegemonía mundial entre Estados Unidos y sus aliados, por un lado; y China y Rusia, por el otro, que se ha ido profundizando cada vez más, convirtiéndose ya en una “guerra híbrida”[2].
Y a lo anterior se tendrían que adicionar los efectos cada vez más graves del cambio climático, por un lado; y por otro lado, del cambio tecnológico acelerado, que está provocando una creciente automatización (y que con el confinamiento social por la pandemia, ha fortalecido la tendencia a transformar el mundo del trabajo), dejando en el subempleo y el desempleo a cada vez más personas; lo que aunado a los conflictos bélicos, los efectos de las crisis económicas y la desigualdad y marginación de millones de personas, también ha disparado el fenómeno migratorio en todos los continentes.[3]
Ante esta crisis multifactorial y global, las poblaciones más pobres y marginadas en el planeta serán las que sufran las peores consecuencias, mientras que las élites económicas, se mantendrán a flote debido a su acceso casi irrestricto a los capitales internacionales y a su facilidad para moverlos, prácticamente sin obstáculos, de un mercado a otro.
Ahora bien, lo que ha provocado la pandemia, la crisis económica y la redefinición de las reglas de la globalización en materia de cadenas de valor (se han visto dislocadas por el cierre de fronteras para evitar los contagios), y de desarrollo del trabajo desde casa (acentuando la tendencia a despedir o a no contratar a más trabajadores, para cierto tipo de actividades), es que la tendencia a internacionalizar la vida de las poblaciones de la mayoría de los países del mundo, se ha detenido de súbito.
La pandemia vino así a profundizar ciertas políticas que los gobiernos de Estados Unidos y la Gran Bretaña habían venido impulsando desde hace 4 años, como la de “America First” de Trump; y el Brexit, ahora liderado por el Primer Ministro inglés Boris Johnson.
La Unión Europea (UE), que durante el último medio siglo vino impulsando la idea de derribar las fronteras en muchos aspectos, ahora ha tenido que reforzar sus medidas de aislamiento respecto a otras regiones del mundo (incluso su aliado Estados Unidos) y reconsiderar sus cadenas de valor, que se han visto afectadas por el confinamiento, y que cada vez más estaban dependiendo del gigante chino.
Asimismo, la UE se ha visto en medio de la disputa por la hegemonía económica y tecnológica entre Washington y Beijing, lo que la ha llevado a considerar una posición más independiente en ambos rubros, con objeto de evitar quedar atrapada entre las dos superpotencias.
Por su parte, China y Rusia se encuentran en una situación cada vez más comprometida, en la medida en que su competición con Estados Unidos en los distintos campos del poder, tiende a agravarse (algo que ni Beijing, ni Moscú han buscado, pero que no pueden rehuir ahora), llevándolos al tipo de confrontación que el establecimiento político-militar de Washington desea, es decir el de la carrera armamentista, la “guerra híbrida” y el “brinkmanship” (la presión llevada casi al punto[4]de la guerra y/o el colapso del contrincante).
Así, la lucha por la hegemonía mundial se entrelaza con varias crisis y cambios profundos que están impactando las estrategias de las grandes potencias y que hasta el momento no presagian una salida negociada, multilateral y pacífica a los mismos; lo que pone a la mayoría de los países y de la población mundial, en una situación de suma vulnerabilidad ante decisiones y acciones mal calculadas, precipitadas y francamente irresponsables por parte de las élites mundiales.
Una profundización del nacionalismo y/o regionalismo, combinado con las disputas entre las grandes potencias por hegemonizar los distintos campos del poder y los efectos de mediano y largo plazos de la pandemia y el cambio climático, van a generar varias crisis permanentes en las relaciones internacionales, que bien podrían buscar ser resueltas con medidas extremas por parte de los gobiernos, con lo que las soluciones globales que el mundo requiere, se alejarán todavía más.


[2] Si bien el concepto fue acuñado en 2002 en la tesis de maestría de William J. Nemeth (Escuela Naval de Posgrado), su utilización por el General James Mattis y el Teniente Coronel Frank Hoffman (ambos de la Marina de Estados Unidos) durante los primeros años del lanzamiento de la llamada “Guerra contra el Terrorismo” lo colocó en el debate de los estrategas militares.  Tratándose en verdad de una síntesis de varias aproximaciones, destacan las recuperaciones de la Three Block War (General Charles Krulak), guerra irrestricta o guerra más allá de los límites (Coroneles del Ejército Popular de Liberación chino Quang y Wang), guerra compuesta (Thomas H. Huber) o Guerra de Cuarta generación (William S. Lind).  En ese momento, se hacía énfasis en la convergencia operacional de Estados con actores no estatales y se puntualizaban algunos de sus elementos: "La gama completa de diferentes modos de guerra, incluidas capacidades convencionales, tácticas y formaciones irregulares, actos terroristas que incluyen violencia y coerción indiscriminada, así como desorden criminal" (Hoffman, 2007).  Es decir que se ponía de relieve la imbricación entre formas y actores de guerra convencional o tradicional y aquellos pertenecientes a las manifestaciones de la guerra irregular, en la que se volvía difusa la frontera de actuación entre unos y otros, aun en los niveles a ras del campo de batalla; además de incluir como elemento central las modalidades de actuación del “terrorismo” islámico…..A partir de 2014, se generalizó la enunciación como “nuevo tipo” de guerra, con posterioridad a la anexión de Crimea por Rusia.  Desde entonces la acepción incorporó con mayor fuerza la disputa en el terreno de la información a partir de eventos relacionados con la difusión de noticias falsas (especialmente en las redes sociales), propaganda, o guerra psicológica; lo cual da cuenta de otro rasgo que ha sido subrayado sobre estos escenarios: la centralidad que adquiere la población como objetivo de estas operaciones en la medida en que se busca crear descontento social o generar adversarios al interior de los Estados rivales. https://www.alainet.org/es/articulo/203107
[3] Según las estimaciones actuales, hay 272 millones de migrantes internacionales en el mundo (equivalentes al 3,5% de la población mundial). Aunque la inmensa mayoría de las personas del mundo siguen viviendo en el país en que nacieron, han aumentado las que migran a otros países, especialmente de su misma región. Muchas otras migran a países de ingreso alto más lejanos. Ahora bien, el trabajo sigue siendo el principal motivo de migración internacional, y los trabajadores migrantes, radicados en su mayor parte en países de ingreso alto, constituyen una amplia mayoría de los migrantes internacionales del mundo. El número total de desplazamientos se encuentra en un nivel sin precedentes, con 41 millones de desplazados internos y casi 26 millones de refugiados. https://publications.iom.int/books/informe-sobre-las-migraciones-en-el-mundo-2020-capitulo-2
[4] The art or practice of pursuing a dangerous policy to the limits of safety before stopping, especially in politics.

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