Sanciones, trumpismo e hipocresía
Ángel Guerra Cabrera/I
Las ilegales e inmorales sanciones comerciales contra México que muy
probablemente entren en vigor el 10 de junio, liquidarían también toda
posibilidad de aprobación, por ahora, del Tratado de Libre Comercio. Estados Unidos,
siempre agresivo y arrogante, con el arribo a la Casa Blanca de Trump y su
pandilla de maleantes ha llevado esa característica al paroxismo al reducir su
política exterior, en violación del derecho internacional, a casi únicamente la
amenaza del uso de la fuerza y a las sanciones. Desesperado ante el evidente
ascenso de China, Rusia, India y el número creciente de países que no están
dispuestos a acatar sus órdenes, unido a su relativo retraso tecnológico y
productividad declinante, el círculo supremacista en torno a Trump actúa cada
vez de forma más enloquecida. El obsesivo afán releccionista del presidente,
casi única motivación de su conducta, además de los negocios, coincide con los
objetivos de los supremacistas, más que todo porque abona a las expectativas de
los ultras y fanáticos votantes de Trump. Ergo, todo lo que apoye a Netanyahu y
acose a Irán.
Pero no existe otra región del mundo donde el cinismo y el ánimo dañino
de las sanciones tenga una expresión más clara que en América Latina y el
Caribe. Estados Unidos sigue una política abiertamente genocida contra los
pueblos de Cuba y Venezuela. En el caso de la isla, lo prueba en mi entrega
anterior (https://www.jornada.com.mx/2019/05/ 30/opinion/030a1mun)
la cita del subsecretario de Estado, Mallory, que ha constituido por más de medio
siglo la filosofía criminal de la guerra económica contra Cuba, arreciada
crudamente por esta administración con el desmantelamiento de los tímidos pasos
distensivos de Obama, la reciente aplicación del título tercero de la ley
Helms-Burton, más otra tanda de sanciones. Todo ello justificado con mentiras y
calumnias como el supuesto ataque sónico a sus diplomáticos en La Habana,
objeto de cuestionamiento y burla por decenas de científicos estadunidenses y
europeos; o que Cuba amenaza la estabilidad regional.
No obstante, me concentraré ahora en las ideas y planes imperialistas
que han sustentado la guerra económica contra Venezuela. Creo imprescindible
subrayar el cinismo con que después de golpear y cercar financiera, económica y
comercialmente al país bolivariano los medios hegemónicos acusan a su gobierno
y, particularmente, al presidente Nicolás Maduro de ser culpables del desabasto
de alimentos y medicinas por corruptos, incapaces y por sus objetivos y métodos
socialistas, supuestamente fracasados.
Volviendo al carácter genocida de la guerra económica, como asevera el
informe sobre Venezuela de Alfred de Zayas, experto independiente de la
ONU la guerra económica, los embargos, los bloqueos financieros y los
regímenes de sanciones equivalen a crímenes geopolíticos y de lesa humanidad en
virtud del artículo 7 del Estatuto de la Corte Penal Internacional por
cometerse como parte de un ataque generalizado y sistemático contra una
población civil y con conocimiento de dicho ataque.
Pero veamos esta perla de William Brownfield, ex embajador de Estados
Unidos en Venezuela: Si vamos a sancionar a PDVSA, ello tendrá un impacto
en el ciudadano común y corriente. El contra argumento es que el pueblo sufre
tanto por la falta de alimentación, seguridad, medicinas, salud pública, que en
este momento quizá la mayor resolución sería acelerar el colapso aunque ello
produzca un periodo de sufrimiento de meses o quizás años. ¿Genocidio o no?
¿Delito de lesa humanidad o no? ¿Consecuencia de la incapacidad y la corrupción de
Maduro o de la guerra económica, financiera y comercial?
Como explica la prestigiosa economista venezolana Pasqualina Curcio la
guerra económica forma parte de un plan mucho más general y abarcador de
Washington para derrocar al presidente Nicolás Maduro y acabar con el chavismo.
Este plan ha trascendido entre otros documentos en el Venezuela Freedom
2 Operation y el Golpe maestro para acabar con la dictadura de
Venezuela, de febrero de 2016 y 2018, firmados por el almirante Kurt Tidd, jefe
entonces del Comando Sur de Estados Unidos, cuyo contenido nadie ha desmentido.
De allí sacamos estos elocuentes propósitos imperialistas: “…Alentar la
insatisfacción popular aumentando el proceso de desestabilización y el
desabastecimiento… contribuir a hacer más crítica la situación de la población…
“…Incrementar la inestabilidad interna a niveles críticos,
intensificando la descapitalización del país, la fuga de capital extranjero y
el deterioro de la moneda nacional, mediante la aplicación de nuevas medidas
inflacionarias que incrementen ese deterioro… Obstruir todas las importaciones
y al mismo tiempo desmotivar a los posibles inversores foráneos.” Justo lo que
ha venido ocurriendo.
En la próxima entrega demostraremos, apoyados en investigaciones y
análisis de Curcio, el impacto en el pueblo venezolano de la guerra económica
estadunidense.
Twitter: @aguerraguerra
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