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Zapata

miércoles, 26 de junio de 2019

IRÁN Y SUS ENEMIGOS


Después de 40 años de enfrentar sanciones económicas, guerras (contra Irak por 8 años), asesinatos de líderes políticos y científicos; terrorismo y el acorralamiento político-diplomático por parte de sus enemigos en Oriente Medio y Occidente, el régimen de Teherán sabe que esta vez está más cerca que nunca de una guerra abierta contra todos ellos.
Como se ha planteado numerosas veces en este blog, el principal instigador de dicha guerra, que llevaría la intención, no sólo de destruir al gobierno y la teocracia iraníes, sino de convertir a Irán en un campo permanente de batalla entre distintas facciones, con el objetivo de destruir su viabilidad como país y como potencia en la región, ha sido el gobierno de Benjamín Netanyahu, quien controla la política exterior de Estados Unidos (Pompeo), la de seguridad nacional (Bolton); y tiene una influencia decisiva en el complejo-militar-industrial, que siempre está dispuesto a obtener más ganancias con nuevos conflictos alrededor del mundo.
De la misma forma, los principales medios de comunicación de Estados Unidos están alineados con la agenda neoconservadora que sigue las directrices israelíes, cuyo objetivo es el caos y la destrucción en el Medio Oriente; mediante los cuales, los países y grupos (como Hamas y Hezbolah) que Tel Aviv considera sus enemigos, puedan quedar devastados con conflictos internos o guerras entre ellos, que permitan a Israel mantener su enorme ventaja militar, continuar su sistemática destrucción del pueblo palestino (para apropiarse de sus tierras y recursos naturales y eventualmente expulsarlos definitivamente de dichos territorios), y mantener como vasallas a las petromonarquías del golfo (Saudi Arabia, Emiratos Árabes Unidos, Bahréin, Kuwait y Omán), que desde hace unos años se han sumado a la coalición anti iraní y pro israelí (con la intención de afianzar sus autoritarios gobiernos y seguir explotando la riqueza petrolera en favor de una minoría rapaz).
Con un gobierno estadounidense completamente bajo la influencia de los neoconservadores, aliados de Netanyahu, éste pretende que Estados Unidos nuevamente asuma el costo de iniciar y sostener una guerra en Medio Oriente que destruya a un país competidor de Israel, como lo es Irán (ya lo hizo con Irak y Libia y pretendieron hacerlo con Siria), sin gastar un solo shekel o la vida de un solo soldado israelí.
Ante este escenario, el gobierno de Teherán se plantea estas posibilidades:
1.   Asumir las exigencias estadounidenses de rendición total, como las hechas por Pompeo, abandonando a sus aliados en la región (Hezbolah, Hamas, el gobierno de Bashar el Assad, el gobierno de Líbano, el gobierno de Irak; en menor medida los Houthis), permitiendo un dominio completo de las potencias occidentales sobre el desarrollo de armas (defensivas u ofensivas en su país), la energía nuclear, etc. La desaparición de las guardias revolucionarias y la apertura de su sistema político a la supervisión y aprobación de Occidente. Es decir, el suicidio político. Esto por supuesto para Teherán está descartado.
2.   Aguantar, como lo ha hecho durante 40 años, las sanciones económicas, el aislamiento político y las provocaciones militares de Occidente, Israel y las monarquías y gobiernos sunnitas de la región, esperando que su sistema político y económico no colapse; y eventualmente todas estas presiones comiencen a menguar por sí solas. La facción del presidente Rouhani y del canciller Javad Zarif estaría en favor de esta opción. Sin embargo, el cierre de la posibilidad de la venta de petróleo iraní, a diferencia de sanciones anteriores, sí está afectando el funcionamiento general de la economía, por lo que esta opción no puede considerarse de larga duración, pues la población no la soportaría por demasiado tiempo (hasta ahora es la que prevalece).
3.   La opción de las guardias revolucionarias y de una parte de la dirigencia religiosa iraní es enfrentar, ojo por ojo, y diente por diente a Occidente, Israel y los países sunnitas enemigos de Irán, para demostrar que no se va a doblar al país; por el contrario, va a responder proporcionalmente a cada agresión que reciba. Comienza a ganar adherentes esta opción (el derribo del dron estadounidense lo prueba), pero un escalamiento sólo jugará en favor de los promotores de la guerra en Estados Unidos e Israel, que es justamente lo que quieren, para así llevar a los estadounidenses (y a los europeos y países sunnitas de la región que caigan en el garlito) a una nueva, interminable y sangrienta guerra, para destruir a Irán, que es el objetivo real de Netanyahu y los neoconservadores. Podría acabar prevaleciendo Irán, si como Siria lograra después de muchos años mantener su gobierno y expulsar a los invasores o derrotar a los grupos extremistas, como lo hizo Assad. Pero la victoria sería pírrica, pues la destrucción del país podría ser mayúscula.
¿Cuál será el camino que finalmente siga la dirigencia iraní? Ninguna de las opciones es buena, pero si puede convencer a Rusia y China de que apoyen a Irán económicamente por un lado y diplomáticamente por el otro, la opción dos podría alargarse. Así también, si Teherán consigue que más países en Medio Oriente y en otros continentes se sumen a iniciativas en favor del diálogo y la distensión (Turquía, Japón, Alemania, Francia, etc.), ello podría ir bajando el escalamiento del conflicto.
Lo que es un hecho es que los promotores de la guerra y la destrucción de Irán insistirán en estas semanas en más sanciones, más provocaciones (como los ataques de “falsa bandera” en el Estrecho de Ormuz) y más propaganda pro guerra, para evitar que Irán se escabulla una vez más, del destino de destrucción que le han querido imponer desde hace 40 años, los gobiernos israelíes en turno y los neoconservadores estadounidenses.


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