Marcelo Ebrard
realmente cree que logró algo maravilloso al “ganar” 45 días antes de que Trump
decida usar nuevamente la amenaza de los aranceles, para obligar a México a
reducir drásticamente el flujo migratorio hacia Estados Unidos.
Si el
canciller, tan preocupado por complacer a Trump, hubiera hecho la mitad de lo
que en este blog se ha insistido desde hace más de dos años, y que hasta ahora
los “expertos” en relaciones internacionales están reconociendo, es decir
enfrentar al “bully”, pues él se alimenta del miedo de sus contrapartes; no estaría
nuestro país en esta situación tan vulnerable y humillante.
Ahora Ebrard
es de facto, secretario de Relaciones Exteriores, de Gobernación y de
Seguridad. Están desaparecidos Olga Sánchez, que cada vez se empequeñece más y
Alfonso Durazo, que apostaba a mantener un perfil bajo hasta el 2021, para
entonces asegurar su candidatura al gobierno de Sonora. Y vaya que ha tenido
perfil bajo; es un desastre el tema de la inseguridad y la violencia en el país;
y ahora más que nunca en la capital de la República.
Pero para
López Obrador todo tiene que ver con la mala voluntad que le tiene la prensa
conservadora y sus oponentes; no hay autocrítica, no hay correcciones a
políticas públicas improvisadas, no hay reconocimiento de que no se tienen
planes alternativos ante las contingencias que caracterizan la función de
gobierno.
Trump ya
midió el terror que le tiene López Obrador; no respeto, terror; y su tremendo
desconocimiento de los asuntos internacionales. Y también lo acomodaticio y
servil que es el canciller Ebrard, que cree que está comprando su candidatura
presidencial para el 2024, quedando bien con las élites estadounidenses. Y por
ello Trump va a apretar y a humillar mucho más al gobierno mexicano y en
general a los mexicanos, que otra vez le van a servir de escalón para ganar la
elección presidencial en 2020.
Porque no
nos engañemos, para la mayoría de los estadounidenses, incluidos demócratas e
independientes, ya es demasiada la cantidad de migrantes indocumentados que
están entrando a su país. Y si bien hay un gran movimiento anti-Trump en
Estados Unidos; en este tema, no hay tanta animadversión a sus medidas (se
puede advertir en los blogs de los principales periódicos de ese país, que hay
una gran aceptación a las medidas de presión a México para que se corte el
flujo migratorio irregular).
Así que
Trump, en 45 días va a exigir que México se declare “tercer país seguro”[1] o si no, ahí va de nuevo la
amenaza de aranceles (y a temblar López Obrador). Y va a exigir también que se
detenga el flujo de drogas en un período determinado; o si no…aranceles.
El
presidente de Estados Unidos ya le tomó la medida a este gobierno que se
arrinconó sólo al decir, antes de entrar a la pelea, que aceptaba todo lo que
quisiera Estados Unidos, con tal de seguir siendo amigos y socios. Pues así, no
hay nada que negociar, se reciben órdenes y se cumplen.
López
Obrador, con su pavor a Trump y a Estados Unidos; y Ebrard, con su ambición por
ser presidente, están despedazando lo poco que le quedaba al país para oponer
resistencia a las desbocadas exigencias de Trump y de su gobierno nativista y
xenófobo. Las consecuencias inmediatas y mediatas para el país serán profundas
y tremendamente negativas. Al tiempo.
[1]
Porque en 45 días no se va a disminuir de manera espectacular la migración. La
Guardia Nacional no está preparada para hacer ese trabajo y lo más probable es
que caiga en excesos o a la inversa, queden como estatuas ante el maremágnum de
migrantes que seguirán cruzando hacia México.
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