Tanto Andrés
Manuel López Obrador (AMLO), como su canciller Marcelo Ebrard están
absolutamente seguros de que la negociación que se realizará el Miércoles en Washington,
con los funcionarios del gobierno de Estados Unidos, logrará convencer a Trump
de que México hace todo lo que puede para detener el flujo migratorio hacia el
vecino del Norte; que nuestro país ya ha recibido a miles de solicitantes de
asilo, por lo que no es necesario que se declare “tercer país seguro”; y de que
la aplicación de los aranceles perjudicará a ambas economías de manera
profunda.
El domingo 2
de junio, el Jefe de Personal interino de la Casa Blanca, Mick Mulvaney, en
entrevista con Chris Wallace en Fox News, dejó muy clara la posición de Trump:
México debe declararse “tercer país seguro” para que los solicitantes de asilo
lo hagan en nuestro país y no en Estados Unidos; nuestro gobierno debe “sellar”
su frontera con Guatemala para detener el flujo migratorio; y, nuestro gobierno
debe combatir seriamente e los grupos “terroristas y criminales” que operan en
nuestro territorio.
Según
Mulvaney, si el gobierno de AMLO ofrece menos que eso, el presidente Trump ni
siquiera considerará una “negociación” con los mexicanos.
Seguramente
AMLO y Ebrard confían en que los dirigentes del Partido Demócrata, numerosos
congresistas y hasta gobernadores republicanos, medios de comunicación y las
grandes corporaciones estadounidenses, presionarán lo suficiente a Trump para
convencerlo de que no aplique los aranceles a todos los productos de exportación
que provienen de México (la realidad es que el 95% de todos ellos es comercio
intra firma; sólo 7 mil millones de dólares del superávit comercial que tiene
México, no proviene de ese comercio)[1].
¿Y si esa
presión y la negociación no surten efecto, qué hará AMLO?
Pues ya dijo
que hay un plan para impulsar el mercado interno (suponemos que a través de la
sustitución de importaciones) y que se acudirá a los “tribunales
internacionales”, a lo mejor quiso decir a los paneles de solución de
controversias del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (aún vigente)
y de la Organización Mundial de Comercio (OMC).
El único
problema con ambas medidas es que llevan mucho tiempo. Iniciar un plan de
sustitución de importaciones requiere créditos, inversiones y facilidades
(además de protección respecto a la competencia externa) para los sectores que
se quiere apoyar. Ello conlleva inversión pública (que con el plan de
austeridad, no se ve de donde vaya a salir el dinero) y privada (es decir de
otros países distintos a Estados Unidos).
Además,
muchas medidas dentro de la sustitución de importaciones, ya están prohibidas
en los tratados de libre comercio que ha firmado México con medio mundo (y por
la OMC), como los subsidios.
Por no
mencionar que López Obrador solito se amarró las manos al decir que no acudirá
a China en busca de apoyo, pues no quiere meterse en la competencia entre este
país y Estados Unidos.
Así que lo
del plan de sustitución de importaciones, son puros buenos deseos. Y lo de
acudir a los paneles de solución de controversias, eso tarda años para que se
resuelva, sin mencionar que a Trump le importan un pepino las resoluciones de
esos paneles, pues quién va a obligar a cumplir sus resoluciones a la potencia
hegemónica mundial.
Una
respuesta sensata de un gobierno no timorato, ni débil, que sí defienda el
interés nacional, debería ser incremental, con las siguientes medidas:
1.
Aplicar
en la misma medida y en los mismos plazos, aranceles a todos los productos
importados desde Estados Unidos.
2.
En
caso de que el gobierno de Trump mantenga sus medidas punitivas y sus ataques
verbales a nuestro país, dar por terminada toda cooperación en materia de
seguridad y militar con su gobierno, a partir de octubre a más tardar.
3.
Iniciar
acercamientos para establecer una estrategia comercial mundial de defensa ante
los Estados Unidos, con acercamientos a China, la Unión Europea, la India
(ahora las baterías de Trump se están dirigiendo a este país), Turquía, entre
otros.
4.
Iniciar
en la medida de lo posible, un plan de sustitución de importaciones y de
diversificación de relaciones comerciales internacionales, que si bien llevarán
años, es mejor hacerlo ahora de manera consistente, que dejar pasar este
momento.
Es casi
seguro que el gobierno de AMLO no hará nada de lo anterior, y por el contrario
acabará haciendo lo que le exige el gobierno de Trump, con lo que la debilidad
del país se hará evidente, quedará permanentemente sujeto al chantaje y el “interés
y la dignidad nacionales” serán el hazmerreír del mundo.
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