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Zapata

jueves, 20 de junio de 2019

MÉXICO SIGUE SIENDO EL PEÓN DE ESTADOS UNIDOS


A una velocidad impresionante el Senado mexicano “revisó, estudió” y ratificó el tratado USMCA (según Trump), o T-MEC según López Obrador (AMLO), mucho antes que en Canadá o Estados Unidos comience dicho proceso.
La peregrina justificación de tanta urgencia es que nuestro gobierno no quiere que exista la posibilidad de que se reabran las negociaciones, dado que los demócratas en la Cámara de Representantes del Congreso de Estados Unidos están insatisfechos con lo negociado en materia ambiental y laboral. Y la idea era qué si México ratificaba el tratado ya acordado, ya no existiría esa posibilidad.
Pues eso se decía cuando se negoció el NAFTA (por sus siglas en inglés), aún vigente, en 1992. Pero ganó Clinton las elecciones presidenciales y se tuvieron que abrir negociaciones adicionales, para firmar acuerdos paralelos en materia ambiental y laboral; que por supuesto México nunca cumplió, por lo que los bajos sueldos y la posibilidad de contaminar suelo, aire y agua en el país, siguieron siendo las “ventajas competitivas” de nuestra dependiente economía.
Con este tratado y el compromiso indeclinable de los tecnócratas del Banco de México y la Secretaría de Hacienda de seguir aplicando la política económica neoliberal dictada por el Departamento del Tesoro de Estados Unidos y el Fondo Monetario Internacional, México se mantiene como vasallo de la economía estadounidense y de las directrices que se establezcan en Washington y en Wall Street.
Si a eso la aunamos que AMLO ha reiterado hasta el cansancio, que nuestro país seguirá todas las indicaciones de Estados Unidos en materia migratoria y de seguridad (no vaya a ser que nos apliquen aranceles, con todo y tratado); y que no queremos pelearnos con Washington por ningún motivo (eso implica que más temprano que tarde, el asunto venezolano comenzará a transitar por donde le conviene a los estadounidenses), pues queda más que claro que nuestro país sigue y seguirá siendo un peón, un vasallo, un sirviente de Estados Unidos.
A lo anterior hay que sumar que AMLO ya pactó con los oligarcas para que sus intereses no se vean afectados por sus políticas redistributivas (que cada vez se parecen más a las políticas clientelares del PRI), asegurándoles contratos por 32 mil millones de dólares durante este año[1]. Así que, vistas las cosas como van (inseguridad y violencia al alza; disfrazada militarización de la seguridad pública; combate a la corrupción sólo de saliva, pues las investigaciones reales se hacen en Estados Unidos, no en México, como en el caso de Fertinal), habría que añadirle a AMLO otro sobre nombre, además de “Mister Amigo” y “Mister Peace and Love”. Ahora también habría que llamarlo “El Gatopardo”: “que todo cambie, para que todo siga igual”.


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