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Zapata

domingo, 9 de junio de 2019

CAPITULACIÓN COMPLETA


¿Cuál negociación? Fueron a recibir órdenes. Detener por la fuerza, si es necesario, a los migrantes que vienen por la frontera sur; recibir a todos los deportados del mundo entero, para que esperen en México, años si es necesario, a que les digan de todas formas que no se aceptó su solicitud de asilo. Y mientras tanto, el gobierno y la sociedad mexicanas tendrán que proporcionar vivienda, empleo, salud y educación, por lo pronto a medio millón de migrantes. Si no se puede proporcionar todo eso a la gran mayoría de los mexicanos, ahora se va a hacer con los indocumentados; sí ajá.
Además, se compromete el gobierno a desmantelar las redes de tráfico de personas y sus medios de financiamiento. Si no puede detener la criminalidad en todo el país, ahora sí lo va a poder hacer en el tema que le interesa a Estados Unidos.
Todo ello para que los muy pocos grupos empresariales mexicanos y las trasnacionales estadounidenses que aprovechan el libre comerico entre ambos países, no sufrieran la imposición de aranceles a las exportaciones que van a los Estados Unidos. Es decir, el gobierno de Trump no asume ningún costo, pues a lo único que se comprometió fue a no aplicar aranceles, que de todas formas no existían; o sea, no se comprometió a nada. Ah, y también aplaude la iniciativa para el desarrollo en Centroamérica y el Sureste mexicano, pero no compromete ningún recurso económico y tampoco algún plazo en el que se pueda sumar a tan importante propuesta. Es decir, puro atole con el dedo.
¿Qué Ebrard no pudo pedir que, ya que México se hará cargo por completo, sin ningún tipo de ayuda económica[1], del problema migratorio, que el gobierno de Trump suspendiera de forma indefinida – como lo hizo con los aranceles- también las deportaciones de mexicanos? No, eso ya era insubordinación. Ebrard, el nuevo Ezequiel Padilla, sabe que es tal el miedo, el terror de López Obrador a Trump y a los Estados Unidos, que él pudo ir a rendir por completo lo poco de soberanía que le quedaba al país (y pronto también lo hará en el caso venezolano), con objeto de convencer a las élites estadounidenses que su candidato presidencial para el 2024 es él.
Por si fuera poco, en 90 días el gobierno de Estados Unidos evaluará si México ha hecho lo suficiente, o si no, otra vez la amenaza de los aranceles.
La próxima exigencia estadounidense será detener el flujo de drogas. Y como eso sí ya no va a poder cumplirlo “Mr. Amigo” López Obrador, pues entonces nuestro débil gobierno va a aceptar que como en Colombia, lleguen miles de tropas estadounidenses para combatir al narcotráfico y siga el baño de sangre en el país, la militarización y se confirme que México es un “Estado No Libre Asociado” a Estados Unidos. Ya ni siquiera como Puerto Rico. Lo que vendrá después serán bases aéreas y navales de Estados Unidos en México y la participación (como carne de cañón) de nuestros soldados y marinos en las interminables guerras gringas en medio mundo, pero especialmente en el Medio Oriente.
Y todavía se atrevieron a “festejar” este ridículo en Tijuana y aplaudirle al entreguista de Ebrard, como si fuera un héroe nacional. Patético.
López Obrador se puso a decir todas las maravillas de la relación bilateral y lo buenos que han sido los gringos con México, a lo largo de la historia.
Ya ni Peña, Calderón o Fox fueron tan sumisos con Washington.
El colmo fue cuando López Obrador afirmó que no se nos olvidaba que Estados Unidos no había reconocido al gobierno de Victoriano Huerta. ¿Pues que no fue a través del famoso “Pacto de la Embajada” que Huerta asumió la presidencia; planeado e instrumentado todo en la propia embajada de Estados Unidos por Henry Lane Wilson? ¿No fue este embajador el que a trasmano permitió e incluso instigó el asesinato de Madero y de Pino Suárez? ¿Pues en dónde estudió historia López Obrador; en el estadio de los Dodgers de Los Angeles?
Fue muy significativo que en el lamentable discurso de ayer en Tijuana, López Obrador afirmara que él no levantaba el puño, y lo hizo con la izquierda; sino que daba la mano, con la derecha, al gobierno y al pueblo de Estados Unidos. Es decir, “soy un vasallo de la derecha, al servicio de Washington”. ¿Cuál gobierno de izquierda? Por favor.
Este es uno de los momentos más significativos de la historia del país, pues el presidente que se suponía vendría a recuperar la lastimada soberanía e independencia nacionales, ha rendido por completo a México a su principal enemigo; y todavía tiene el descaro de pedir que los festejemos. Increíble, pero cierto.




[1] Turquía, para aceptar que se quedarán en su país más de un millón de sirios, obligó a la Unión Europea a que le pagaran 1000 millones de euros. En el caso mexicano, nos conformamos con un tuit de agradecimiento de Trump.

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