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Zapata

domingo, 25 de noviembre de 2018

LAS PRESIONES DE TRUMP DAN RESULTADO

Las caravanas de migrantes centroamericanos que siguen llegando a Tijuana, Baja California, están generando un problema político y humanitario, pues las autoridades panistas de esa ciudad no están dispuestas a seguir ayudando a los migrantes y exigen que el gobierno federal se haga cargo de ellos; y al mismo tiempo, las clases medias de la ciudad siguen siendo azuzadas para rechazar la presencia de los centroamericanos, lo que ya ha generado connatos de enfrentamientos entre ambos grupos.
La información del Washington Post[1] sobre un pretendido acuerdo entre el equipo del presidente electo, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), y el gobierno de Trump, para que los migrantes se queden en México, mientras las autoridades estadounidenses resuelven si les dan o no refugio (negado por la próxima secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero); y el último tweet del presidente Trump[2] sobre el tema, instando a México a detener las caravanas en la frontera sur, para evitar su llegada a la frontera con Estados Unidos, han puesto en una situación difícil al nuevo gobierno mexicano, que entrará en funciones el 1 de diciembre.
Y es que como lo afirmamos en este blog en un artículo anterior (México: Fronteras Abiertas 28/10/18), el gobierno de AMLO estará en una encrucijada, pues por un lado, no puede evitar la entrada de migrantes indocumentados al país, sin usar la fuerza pública; y ello implica poner en cuestionamiento la política de asilo y de protección a los migrantes, que el gobierno mexicano se ha comprometido a seguir, firmando para el efecto distintos tratados internacionales. De la misma forma, un gobierno progresista y democrático, se exhibiría como autoritario si hiciera lo que Trump está pidiendo, es decir, detener a las caravanas desde la frontera sur del país.
De ahí que AMLO ha pugnado por dejar entrar a los migrantes y ofrecerles condiciones dignas de estancia en el país, incluso trabajo; mientras se resuelve su situación migratoria con las autoridades estadounidenses (que seguramente rechazarán al 99% de los solicitantes).
Por otro lado, AMLO tiene acuerdos preliminares con Trump, para que tanto Estados Unidos como Canadá, aporten recursos financieros (no se sabe cuántos), para invertir en la frontera sur de México y en Centroamérica, con objeto de mejorar las condiciones de vida y de seguridad de sus habitantes, y de esa manera la población ya no se vea forzada a migrar de manera indocumentada.
De hecho, AMLO ha señalado que sus proyectos de Tren Maya, el Transístmico y el de siembra de árboles frutales y maderables en un millón de hectáreas, son como “cortinas” de desarrollo, que irán abriéndoles oportunidades de empleo y se espera también, mejoren la seguridad, a las comunidades expulsoras de migrantes, con lo que así se evitará que salgan de sus lugares de origen hacia los Estados Unidos.
El problema es que esos proyectos pueden llevar 1, 2, 3 ó 4 años en madurar; y mientras tanto las caravanas de migrantes, que ya probaron que el gobierno mexicano no las va a detener, seguirán cruzando por el país, y ello va a generar condiciones humanitarias cada vez más difíciles para ellos, pues la población ya no va a estar tan dispuesta a ayudarles (una o dos veces lo harán; cada tercer día, no va a ser posible)[3]; y la posibilidad de enfrentamientos con algunos sectores de la población aumentará, especialmente en aquellos lugares gobernados por el PAN, que van a exigir que se detenga el flujo de migrantes, o al menos que pasen por otros lugares.
Para el gobierno de AMLO el evitar una confrontación con el gobierno de Trump por este tema, pasa por un compromiso de su gobierno, tácito o explícito, de que los centroamericanos serán mantenidos en México. Y ello va a obligar a destinar del presupuesto federal miles de millones de pesos para darles condiciones dignas de vida a los miles y miles de migrantes que seguirán llegando al país. Y ello también, puede generar oposición de sectores que ahora apoyan a AMLO y Morena, pero que bien pudieran sentir que se está asumiendo un costo excesivo, sólo para no enemistarse con Trump, y a la larga, esto puede generar crecientes tensiones en el gobierno que está por tomar posesión el 1 de diciembre.

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