Cuando las
marchas y las protestas son a favor del capitalismo, de sus beneficiarios y de los
intereses de las clases altas, entonces son bienvenidas; qué bueno que se
ejerzan así los derechos; debería haber más.
Pero cuidado
si son a favor de los grupos y clases más desfavorecidos; de los que son
despojados de sus tierras y aguas; de los que sufren la corrupción, la
violencia y la inseguridad diarias, sin que las autoridades actúen para
prevenirlo o castigar a los culpables; de los que protestan contra la impunidad
de autoridades y corporaciones que destruyen sus fuentes de trabajo; o quienes
están contra la violación del uso de suelo habitacional en sus colonias; o por los muy
deficientes servicios de salud, de agua, de electricidad; o los altos precios
de los mismos. A esos sí que se les reprima, se les condene, se le prohíba marchar,
manifestarse. Además, obstruyen las vías de comunicación, son una molestia, que
los quiten, que los metan a la cárcel.
La doble
vara de la burguesía mexicana y latinoamericana; que cualquier redistribución
del ingreso que provenga del Estado; que cualquier política pública que trate
de mejorar algo la vida de los pobres y necesitados; que las leyes y medidas
que afecten mínimamente sus riquezas (por lo general mal habidas, provenientes
de la corrupción, la colusión con el crimen organizado, fraudes y tráfico de
influencias; cuando no del capitalismo de compadres) es calificado como “populismo”,
el equivalente actual al “comunismo” de la era macartista.
Las
lacayunas clases altas latinoamericanas, que han hecho sus inmensas fortunas
protegidas por el imperialismo estadounidense, el cual les ha permitido
explotar ad nauseam a sus países, a
cambio de subordinarse a los intereses económicos y militares de Washington,
sólo desean que ese esquema de explotación-depredación-destrucción de los países
latinoamericanos se mantenga de manera indefinida. Por ello, están dispuestas a
unirse con Estados Unidos para derrocar a los gobiernos que no están dispuestos
a comportarse como gerentes del capitalismo nativo y estadounidense; por eso, ese
odio brutal contra Lula, Cristina, Chávez, Maduro y Correa; porque no se
subordinaron a sus intereses y tuvieron la osadía de repartir la riqueza
producida en el país, entre los más pobres.
Y por eso
van a hacer todo lo posible por derrocar a López Obrador; porque a pesar de que
les está garantizando que seguirán ganando enormes cantidades de dinero con
varios proyectos de infraestructura; eso no los convence, pues lo que quieren es
tener como presidente a un títere al que puedan mangonear a su antojo, como lo
fueron Peña, Calderón, Fox, Zedillo, Salinas y De la Madrid.
A esta clase
de explotadores no les interesa un pepino la soberanía, la dignidad, el
desarrollo de la sociedad mexicana en su conjunto. Solo les importa seguir
hinchándose de dinero, a costa de lo que sea; y que ningún gobernante afecte
mínimamente este esquema de depredación. Que se olvide López Obrador de pensar
que, haciéndoles ciertas concesiones, como permitir a los abusivos bancos
seguir cobrando sus estratosféricas comisiones al menos durante tres años más,
los va a poder aplacar. Se equivoca. Esta gente no va a parar hasta echarlo del
gobierno, antes del fin de su sexenio; y colocar en su lugar un gerente a modo,
que promueva y cuide sus intereses. Ni más ni menos.
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