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Zapata

lunes, 1 de enero de 2018

WASHINGTON Y TEL AVIV INICIAN LA ESTRATEGIA ANTI-IRANÍ DEL 2018
En los últimos días del 2017 se llevaron a cabo varias manifestaciones contra el gobierno iraní en la capital Teherán y en distintas ciudades de ese país, en protesta por el alza de los precios en diversos productos de primera necesidad; contra la corrupción gubernamental y de “los clérigos chiítas”[1], y contra el apoyo que da Irán a los palestinos, Irak, el gobierno de Bashar el Assad y Hezbollah.
Desde hace años, los servicios de inteligencia de Estados Unidos e Israel han apoyado y han estado en permanente contacto con grupos iraníes opuestos a la teocracia chiíta que maneja el país desde 1979. Es claro que dentro de Irán, desde la caída del Sha en 1979 existe y ha existido una minoría pro occidental que desea y promueve un “cambio de régimen” en ese país, y que ha sido sistemáticamente ayudada por Washington y Tel Aviv. Basta recordar que la organización MEK (Organización de los Muyahidines del Pueblo de Irán) es una organización catalogada como terrorista por el gobierno iraní, y que ha intentado derrocar a dicho gobierno desde el exterior[2], mediante actos violentos, que ocasionaron la muerte de 17 mil iraníes. Este grupo fue apoyado y recibió refugio por parte de Saddam Hussein durante la guerra entre ambos países entre 1980 y 1988.
Así también, existe un ala moderada dentro del gobierno y la clase dirigente iraní, que ha buscado un acercamiento con Occidente, y que en la persona del actual presidente Hasan Rouhani logró alcanzar la presidencia en 2013. Rouhani pudo negociar el histórico acuerdo de control y supervisión del desarrollo de la energía nuclear para fines pacíficos en Irán, con los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU (más Alemania), que ahora está a punto de ser repudiado por el gobierno de Estados Unidos, bajo las directrices del gobierno de Tel Aviv.
Hay que recordar también que Irán cuenta con una importante población kurda en el occidente del país, que ha presionado por años para lograr su independencia; y de la misma forma, en Irán ha vivido por siglos una minoría judía, que es respetada por el gobierno, pero que lógicamente tiene fuertes lazos y conexiones con Israel.
De ahí que no se puede afirmar que Irán sea una sociedad monolítica, en donde el gobierno tiene el absoluto control de la política (está el ala dura, representada por una parte de los clérgios chiítas y los miembros de la Guardia Revolucionaria), por lo que se dan desencuentros, diferencias y a veces choques entre los distintos grupos y posiciones políticas.
Las protestas que se han verificado últimamente forman parte de este entramado de grupos y posiciones que se manifiestan en un país que en términos generales, respeta el derecho a manifestarse; pero también, son una expresión de la “mano negra” de las agencias de inteligencia de Estados Unidos e Israel, con el objetivo de presentar a Irán ante las audiencias occidentales, como un país represivo y anti democrático. De ahí que todas las grandes cadenas de televisión, los periódicos y agencias de noticias occidentales hayan destacado ad nauseam las protestas, como si fueran el “principio del fin” del régimen en Teherán. Y por supuesto, Trump y su vicepresidente Pence, instruidos por Netanyahu, se lanzaron a tuitear en favor de las pobres masas iraníes y en contra del “represivo” gobierno iraní.
Como en Ucrania y Venezuela, en donde el guión de la provocación montada por las agencias de inteligencia occidentales y de Israel, se encargó de asesinar por igual a manifestantes y fuerzas de seguridad, para así justificar las sanciones internacionales en contra de regímenes que no siguieron las directrices de Occidente y posteriormente intentar su derrocamiento (en su momento el de Yanuckovich; aún ahora intentan derrocar el de Maduro); nuevamente se pone en acción la misma estrategia desestabilizadora de un gobierno que es considerado como “enemigo” de la hegemonía estadounidense e israelí, y por lo tanto es un blanco para la violencia inducida,  la aplicación de aún más sanciones económicas y finalmente la intervención militar.
Cuando el gobierno de Venezuela, o el de Irán reprimen manifestaciones violentas de opositores, para mantener la “ley y el orden”; inmediatamente son calificados de autoritarios, de no respetar los derechos humanos, etc. Y son demonizados y escarnecidos en los medios occidentales.
Pero cuando gobiernos vasallos como los de México, Argentina u Honduras llevan a cabo las mismas acciones, no se dice ni una palabra, no se les condena, no se pone en entredicho sus motivos, no se les acusa de violar los derechos humanos o las garantías constitucionales, etc. Claramente hay dos medidas distintas; para los que no se subordinan, se desata toda la propaganda negra; para los vasallos, indiferencia (en el mejor de los casos) o apoyo (como en los casos de Honduras y Argentina recientemente).
Por ello, está claro que Washington y Tel Aviv ya iniciaron su estrategia anti iraní con el apoyo logístico (internamente) y mediático (externamente) a las protestas en ese país, como preámbulo de la guerra que desean iniciar contra el régimen de Teherán, una vez que fracasaron en su intento por derrocar al régimen de Bahsar el Assad en Siria.
Esta estrategia va de la mano con los intentos de desestabilización del gobierno de Putin en Rusia (nuevas protestas; “candidatura presidencial” del provocador Navalny, ya desechada por los tribunales rusos; ola de amenazas de “bomba” en toda Rusia; muy posiblemente vendrán atentados durante la celebración del Mundial de Futbol; y más protestas durante y después de las elecciones presidenciales de marzo de este año).
Netanyahu y sus aliados en Estados Unidos (los neoconservadores, el lobby pro Israel; el complejo militar-industrial; Wall Street, los grandes medios de comunicación; los gigantes del internet; y las agencias de inteligencia), no están dispuestos a dejar que Putin y el gobierno iraní salgan triunfadores del conflicto en Siria e Irak, y por ello ya confeccionaron un nuevo plan de desestabilización que tiene vertientes internas en Rusia e Irán (para mantener ocupados y presionados a dichos actores en el frente interno); y externas, mediante la reactivación de grupos jihadistas y la presencia de tropas estadounidenses en Siria e Irak, que eviten la consolidación del gobierno sirio y el fortalecimiento de las posiciones rusas e iraníes en el Medio Oriente.
Negro panorama le espera al mundo con la profundización de la estrategia del caos deliberado y la desestabilización permanente, cuyo objetivo es mantener y fortalecer la hegemonía estadounidense/israelí en el planeta.



[1] Irán, a diferencia de Arabia Saudita sí realiza elecciones periódicas para elegir a sus gobernantes, pero no así a la jerarquía eclesiástica que define las líneas generales que sigue el país interna y externamente.

[2] El MEK le proporcionó inteligencia militar a Estados Unidos e Israel entre 2002 y 2008 para sabotear el programa nuclear iraní y para asesinar a diversos científicos que trabajaban en el mismo.

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