En vista de que los mercenarios y terroristas del Estado
Islámico (ISIS, por sus siglas en inglés) y Al Nusra, fueron derrotados por el ejército
sirio, el iraquí, las milicias chiítas de Irán, Hezbollah y la fuerza aérea
rusa; y los grupos armados por la CIA, el Pentágono, Israel, Arabia Saudita, Qatar,
Emiratos Arabes Unidos, Bahrein, Jordania y en su momento Turquía, también
fracasaron en su intento por derrocar a Bashar el Assad en Siria y por balcanizar
este país; ahora los verdaderos dirigentes de la estrategia estadounidense en
el Oriente Medio, esto es, el gobierno de Netanyahu y los neoconservadores que
manejan el establecimiento político-militar de Washington, han decidido hacer
intervenir directamente a las fuerzas armadas de Estados Unidos, en alianza con
los kurdos (el PKK, que es considerada una organización terrorista por
Turquía), para separar el norte de Siria del resto del país (en su frontera con
Turquía), con el pretexto de evitar un resurgimiento del Estado Islámico[1].
De la misma forma, Israel mantiene sus constantes ataques aéreos
a posiciones del ejército sirio y de Hezbollah, dentro de territorio sirio,
como táctica intimidatoria y con objeto de mantener subyugado a su vecino, que después
de una guerra fabricada por israelíes, árabes, estadounidenses, ingleses y
franceses por 6 años y medio, ha podido evitar su división y el derrocamiento
de su gobierno.
Está claro que Netanyahu, el lobby pro Israel de Washington,
los neoconservadores y el complejo militar-industrial de ese país, no se van a
quedar con los brazos cruzados después de la derrota que les propinaron rusos,
iraníes, iraquíes y sirios a sus muchos grupos de mercenarios y terroristas que
lanzaron para llevar a cabo el plan de partición de Siria y de destrucción del
gobierno de Damasco.
En este sentido, ¿hasta qué punto estarán decididos rusos e
iraníes para intervenir, en caso de que Estados Unidos e Israel decidan
derrocar directamente a Assad y balcanizar a Siria, una vez que su estrategia
inicial de armar y apoyar a grupos de terroristas y mercenarios ha fracasado?
El anterior presidente estadounidense, Barack Obama, les dejó
claro a israelíes, pro israelíes y neoconservadores, que no iba a comprometer
tropas estadounidenses para derrocar a Assad y para dividir a Siria; todo ello en
beneficio del gobierno de Netanyahu y de Arabia Saudita, principales enemigos
de Irán y Siria.
Pero ahora, estos agentes cuentan con un presidente títere,
al que pueden manejar a su antojo, y que muy pronto va a necesitar un conflicto
militar mayor, para desviar la atención de sus muchos problemas domésticos. Ese
títere es Donald Trump, quien con su suprema ignorancia sobre la política
internacional, rodeado de familiares y funcionarios pro israelíes y pro árabes,
como su yerno Jared Kushner, el consejero de seguridad nacional H.R. Macmaster,
el iranófobo secretario de la Defensa, James Mattis, y la empleada de Netanyahu
en las Naciones Unidas, Nikki Haley, muy pronto será convencido de que Estados
Unidos debe enviar miles de tropas y buques de guerra para derrocar a Assad y
contrarrestar la que ellos llaman la “creciente chií”, refiriéndose a la
influencia de Irán en el Oriente Medio (de Teherán a Beirut).
Están preparando ya al ignorante y desinformado pueblo estadounidense
para llevar a cabo esa política y generando las provocaciones necesarias en
Irak y Siria, como para que el ejército sirio o las milicias iraníes se vean
obligadas a responder a las mismas; y finalmente eso le dé el pretexto a los
neoconservadores y a Netanyahu para lanzar a su “perro de presa” Trump, contra
Assad y la teocracia iraní.
Sin embargo, antes de llevar a la práctica este nuevo plan de
caos y desestabilización en el Medio Oriente, los neoconservadores aún no han
podido resolver el asunto de Corea del Norte, que sigue presentando la
posibilidad de un enfrentamiento con el régimen de Kim Jung-un, en vista de que
Washington se arrinconó al establecer que nuevas pruebas nucleares o de misiles
balísticos, pueden propiciar la respuesta militar de Estados Unidos.
Así, si las amenazas mutuas entre Corea del Norte y Estados
Unidos se mantienen, y si el régimen de Corea del Norte sigue con su plan de
montar armas nucleares en misiles balísticos, el gobierno de Trump va a tener
que actuar de una u otra forma, para no perder credibilidad ante sus ciudadanos
y la comunidad internacional, y por lo tanto ello retrasará cualquier acción militar
mayor que pretenda realizar en el Medio Oriente; pues por ahora, las fuerzas
armadas estadounidenses, aún siendo las más poderosos del mundo, no podrían
enfrentar adecuadamente dos conflictos militares mayores, en puntos geográficos
tan alejados.
De la misma forma, aunque sea indirectamente, si Washington
pretende iniciar acciones militares (ya sea limitadas o de mayor alcance), por
un lado contra Irán y Siria; y por el otro lado contra Corea del Norte; tendrá
que considerar la muy posible ayuda, si no directa, sí indirecta de Rusia,
tanto a Siria como a Irán; y de China a Corea del Norte, lo que bien puede
aumentar el costo y el tiempo que le llevaría al gobierno de Trump lograr sus
objetivos.
Ahora bien, si el objetivo en los tres casos es el cambio de
régimen (Siria, Irán y Corea del Norte), la oposición de dichos gobiernos y de
Rusia y China, será mucho mayor, y podría llevar a sonoros fracasos para el
establecimiento político-militar en Washington.
En cambio, si sólo se pretende hacerles pagar un “precio” por
su insubordinación al autoproclamado imperio, entonces las acciones militares
pueden ser más limitadas, pero ello bien podría escalar rápidamente si los
países “castigados” deciden responder de una manera resuelta (y no como lo ha
hecho hasta ahora Siria, que no ha respondido a los constantes ataques aéreos
israelíes).
Ahora, Trump podría definir que se realicen algunos ataques
como los que lanzó contra Siria, por el inventado ataque químico a una zona
rebelde, y con ello intentar aplacar a Netanyahu, a los neoconservadores y al
complejo militar-industrial. Pero ello sólo sería una “solución” de corto
plazo, pues estos actores no van a dejar de presionar al presidente estadounidense
(este o a cualquier otro), hasta que inicie una guerra contra Siria e Irán,
para destruir a esos regímenes y para balcanizar ambos países.
La pregunta esencial en esto es: ¿Hasta dónde cabrá la
prudencia en Moscú y Beijing, ante tantas provocaciones de Tel
Aviv y Washington, en Medio Oriente y el Pacífico, antes de que decidan a intervenir
directamente y ello lleve al mundo al borde de la III Guerra Mundial?
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