Esta semana estará en visita oficial en México el Primer
Ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, después de estar en Argentina y
Colombia.
Netanyahu se encontrará con Enrique Peña Nieto, supuestamente
para firmar acuerdos de cooperación económica y técnica, pero la realidad es
que estos dos individuos comparten ideología, objetivos políticos, prácticas
corruptas y alianzas.
Tanto Peña como Netanyahu se adscriben sin rubor alguno al
neoliberalismo y al libre mercado, con su secuela de desigualdad, concentración
de la riqueza en las minorías oligárquicas y desprecio por el pueblo.
Ambos pretenden mantener en el poder a sus respectivos
partidos políticos utilizando todo el poder del Estado (PRI y Likud); con la
diferencia de que el israelí puede reelegirse; mientras que Peña sólo aspira a
dejar un sucesor a modo.
Los dos se han caracterizado durante su mandato por la
acusada corrupción en sus respectivas administraciones; referir los casos
durante el gobierno de Peña implicaría escribir libros (ex gobernadores los Duarte, Borge; la Casa Blanca de
las Lomas, la cual aún no se ha puesto a la venta: el caso Odebrecht; el caso
de las universidades públicas para “desaparecer” más de 3000 millones de pesos,
por parte de cercanos colaboradores de Peña, como Rosario Robles, Alfredo del
Mazo y Emilio Lozoya; las casas en Malinalco de Videgaray y Peña; etc.).
Y Netanyahu se encuentra en medio de una investigación por
parte de la brigada israelí contra el crimen organizado (conocida como Lahav
433), que lo involucra en distintos casos de corrupción como el de los regalos
que recibió de magnates judíos; el del “quid pro quo” con el dueño del diario Yedioth
Ahronoth, para que este aumentara su circulación; y, el de los submarinos
alemanes vendidos a Israel por la empresa Thyssen Krupp, en la que allegados
del Primer Ministro cobraron comisiones ilegales.
En relación a las alianzas, Peña se ha convertido en
un lacayo de Trump (actuando como el “perro –chihuahueño- de presa” contra el
gobierno de Maduro; o asumiendo la ridícula posición “machista” ante el
gobierno de Corea del Norte, expulsando a su embajador), con objeto de que
Trump no dé por terminado el Tratado de Libre Comercio de América del Norte; y, por su lado Netanyahu se ha mostrado en favor de la posición anti inmigrante de Trump (incluso apoyando en
un tuit la construcción del muro en la frontera con México, a pesar de la
oposición expresada por la propia comunidad judía de nuestro país); y
azuzándolo en su posición anti iraní y anti siria.
Netanyahu también está buscando que el muy complaciente
gobierno peñista siga en su camino a la derechización completa de su política
exterior, recordando por ejemplo que la comunidad judía presionó de tal forma a
Peña y a la entonces canciller Claudia Ruiz Massieu, para que México cambiara
su voto contra las acciones israelíes que afectaban la “libertad de culto” de la
población musulmana, en la mezquita de Al Aqsa (en Octubre del año pasado) en el
seno de la UNESCO, que la subordinada canciller no sólo reculó en el sentido
del voto, pasando a la abstención; sino que culpó al embajador (perteneciente a
la comunidad judía) Andrés Roemer del hecho; a pesar de que él mismo se mostró
más “solidario” con la posición israelí, que con la del gobierno al que
representaba en esos momentos, al abandonar la sala antes de que la delegación
mexicana emitiera su voto.
Recordemos también que Peña recibió en México a Shimon Peres
(acusado de violaciones a los derechos humanos, por la matanza en el campo de
refugiados de Qana en 1996)[1],
poniéndose casi de tapete ante el entonces presidente israelí, al que llamó “estadista”; y después, cuando murió
Peres, fue a rendirle tributo a Israel.
Así que el México neoliberal y corrupto del PRI, PAN, PRD y
PVEM, gobernado por Peña, es un peón más del imperio estadounidense, y por lo
tanto está obligado a hacer “alianzas” con regímenes genocidas y promotores del
terrorismo como Israel[2];
el cual tiene una influencia importantísima en el aparato de seguridad e
inteligencia mexicano, pues ha vendido enorme cantidad de equipo y tecnología[3].
Además, varias empresas israelíes han estado involucradas (y
estarán) en la construcción de los muros y vallas ya existentes (y en los que
se construirán) en la frontera México-Estados Unidos.[4]
Por ello Peña, sin ningún remordimiento, recibirá como si
fuera un “estadista”, a este gobernante que por si fuera poco, lo último que le
importa es resolver el problema israelí-palestino, en vista de que la ocupación
de los territorios palestinos por parte de los ultra ortodoxos derechistas
judíos que lo hacen, van creando una realidad en el terreno, que ya es cada vez
más difícil de cambiar en negociaciones y tratados, lo que le permite al Estado
de Israel mantener su objetivo de conformar el Gran Israel, a costa de los
territorios palestinos y de otros que se pueda anexar (tal como lo hizo con el
Golán sirio en 1967).
Tal para cual, corruptos, mentirosos y aliados del “agente
naranja” Trump.
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