Iconos

Iconos
Zapata

sábado, 30 de septiembre de 2017

EL KURDISTÁN Y CATALUÑA



El pasado 25 de septiembre el gobierno de la región autónoma kurda de Irak realizó un referéndum para que la población expresara su apoyo a la independencia de esa región, respecto a Irak. Según el  presidente del Kurdistán iraquí, Masud Barzani, la respuesta fue abrumadoramente favorable a la separación de Irak y a la conformación de un nuevo país.
Por su parte, el gobierno de la región autónoma de Cataluña, tiene contemplado realizar un referéndum este 1º de Octubre, con el mismo fin, preguntar a la población si desean separarse del Reino de España.
Son casos muy diferentes, no sólo por la geografía, la historia y las circunstancias específicas de cada uno; sino también, por las implicaciones geopolíticas y en las relaciones entre las grandes potencias que ambos procesos están desatando.
Sin embargo, primero veamos algunas coincidencias:
-      En ambos casos poblaciones que tienen una historia, lengua y espacio geográfico común, han luchado por mucho tiempo (por lo menos durante el siglo XX y lo que va del XXI), por reafirmar sus características propias ante la hegemonía de estados más poderosos (en el caso catalán el español; en el kurdo el Imperio Otomano y Persia primero; y después los estados que nacieron de la Primera Guerra Mundial, Turquía, Irak y Siria; e Irán).
-      Tanto en el Kurdistán, como en Cataluña, existen clases políticas que están limitadas en sus ambiciones de poder, en tanto sigan perteneciendo subordinadamente a estados más grandes; por lo que desean la independencia para consolidarse en los nuevos países (especialmente la familia Barzani en el Kurdistán iraquí).
-      Las dos regiones autónomas cuentan con suficientes recursos económicos (Cataluña con industria, agricultura, comercio y turismo; Kurdistán con petróleo, agricultura y comercio) como para aspirar a separarse de sus países matrices, con la posibilidad de que su economía se mantenga relativamente próspera.
-      En ambos casos las clases dirigentes y las clases medias se sienten minimizadas y explotadas económicamente, por los gobiernos de los países a los que actualmente pertenecen (Madrid y Bagdad).
Por supuesto que las diferencias en ambos procesos son más marcadas:
-      Mientras Cataluña está enclavada en un país miembro de la Unión Europea, y por lo tanto su enfrentamiento es en principio, con el gobierno de Madrid; el Kurdistán iraquí, si bien enfrenta al gobierno de Bagdad, su separación de Irak afectará también la relación de las poblaciones kurdas de Turquía, Irán y Siria con sus respectivos gobiernos, por lo que su repercusión es mucho mayor en el Medio Oriente.
-      Los kurdos están inmersos en enfrentamientos bélicos con los grupos terroristas en Irak y Siria (Estado Islámico y las diversas derivaciones de Al Qaeda) y también enfrentan la oposición del gobierno sirio; así como también se enfrentan al gobierno turco, contra el cual ha combatido el Partido de los Trabajadores Kurdos (el PKK), dirigido por Abdullah Ocalan. El gobierno iraní también ha combatido continuamente a los kurdos. En cambio Cataluña, no está inmersa en un conflicto bélico con el gobierno español, aunque en los últimos días éste ha intentado detener la realización del referéndum, mediante el envío de fuerzas policiales.
-      En el caso kurdo, el aspecto religioso también juega un papel relevante, en vista de que la mayoría de los kurdos son musulmanes sunníes, y las minorías cristianas o chiís se sienten discriminadas en las zonas kurdas. Y a la inversa, en Irán, los kurdos son discriminados, no sólo por ser una minoría étnica distinta, sino también por ser sunníes; mientras en Cataluña, la mayoría de la población es católica, sin que el aspecto religioso tenga relevancia especial en el conflicto.
Las implicaciones en la política internacional de ambos procesos serán grandes, en caso de que llegara a concretarse la independencia de estas regiones, lo que en estos momentos parece difícil y en todo caso, llevaría algunos años en materializarse (suponiendo que se realice el referéndum en Cataluña y que gane el sí).
En lo que respecta a Cataluña, una separación de España, hundiría a este país en una crisis económica, ya que la importancia industrial, comercial, turística y agrícola de la región autónoma es crucial, pues el estado español perdería el 19%[1] de su PIB y el 25% de las exportaciones.
Además, la separación incitaría a una región que siempre ha querido desvincularse de España y de donde surgió el grupo terrorista ETA, es decir las provincias vascas.
De ahí que para el reino español, perder a Cataluña podría convertirse en un golpe devastador en lo económico y lo político; y con ello generaría también un “efecto demostración” en otras regiones europeas que ven con recelo y escepticismo a los gobiernos centrales de sus respectivos países, tales como Escocia en el Reino Unido; la zona norte de Italia o la región este de Alemania (además de la ya larga disputa entre flamencos y valones en Bélgica).
Para la Unión Europea sería un dolor de cabeza, ya que de inmediato, Cataluña no podría formar parte de la Unión y tendría que solicitar su ingreso, lo que seguramente sería bloqueado por España; lo que generaría también una crisis económica y política en la propia Cataluña (que depende en gran medida del comercio y las inversiones con los países de la Unión Europea); y ello podría generar dislocaciones en las líneas de producción y en el comercio de la parte sur de la Unión, en vista de que Cataluña quedaría “cercenada” del resto de la misma.
Lo más probable es que ese conflicto España-Cataluña, trasladado al espacio de la Unión Europea, generaría más tensiones, menos acuerdos y más deseos de diferentes regiones por separarse de sus respectivos países, acentuando así la ya muy caótica situación de la Unión Europea; y debilitando al eje Berlín-Paris que desea conformarse como un polo independiente de los otros ejes de poder (Washington-Londres y Moscú-Beijing).
De ahí la oposición (cada vez más fuerte) de Bruselas, a la separación de Cataluña del reino español.
Por lo que respecta al Kurdistán, si bien había la posibilidad de que al terminar la Primera Guerra Mundial se creara un país con dicho nombre (con poblaciones kurdas asentadas en Turquía, Siria, Irak e Irán), la oposición de los países formados después de los acuerdos entre Inglaterra y Francia (Sykes-Picot) y especialmente en contra del Tratado de Sevres por parte de Turquía, evitaron la creación del Kurdistán, por lo que desde hace casi un siglo, esta minoría (que suma casi 30 millones de habitantes en los cuatro países en los que se asienta), ha buscado la conformación de un Estado.
A diferencia de Israel, que logró el apoyo de las grandes potencias para arrebatarle la mayor parte del territorio a los palestinos y así conformar su estado; los kurdos no tuvieron el apoyo de ninguna gran potencia, por lo que se han mantenido como minorías combatidas y discriminadas en los países en los que están asentados.
Pero ahora tanto Estados Unidos[2] como Israel, ven la creación del Kurdistán iraquí como una estrategia alternativa para combatir y desestabilizar a los países que ellos denominan como la “creciente chií”, que iría desde Teherán, pasando por Bagdad, Damasco y hasta Beirut.
Recordemos que los neoconservadores, el lobby pro Israel y el complejo militar-industrial-de seguridad de Washington han generado desde 2001 una “Guerra contra el terrorismo” en el Medio Oriente, cuyo verdadero objetivo ha sido desestabilizar y “balcanizar” a los países que consideran enemigos del régimen de Tel Aviv (el Irak de S. Hussein; la Libia de Gaddafi; la Siria de Assad; el régimen de Irán; y los grupos armados de Hezbollah y Hamas); con objeto de que Israel se consolide como el país hegemónico de la región, siga su expansión territorial a costa de los palestinos y países vecinos (especialmente Siria); y pueda aprovechar los recursos naturales de la región, sin interferencias (agua, grandes yacimientos de gas y hasta donde alcance, el petróleo).
Todo iba de acuerdo al plan hasta que se interpusieron Rusia e Irán, para evitar que cayera el régimen de Bashar el Assad, a través del apoyo occidental y de las monarquías sunníes de la región a los grupos terroristas y mercenarios que combatían al régimen de Damasco.
Así que la intervención de Moscú y Teherán y la férrea respuesta del ejército sirio al ataque de los terroristas y mercenarios, lograron detener la estrategia del caos deliberado impulsada por Washington, Tel Aviv, Riad, Londres y Paris, por lo que en los últimos meses se verificó la derrota de dicha estrategia.
Pero ya estaba en espera la estrategia alternativa que es romper esa “creciente chií”, ahora utilizando a los kurdos, a los que el régimen de Tel Aviv ha apoyado desde hace años como una cuña y un grupo desestabilizador para los regímenes de Turquía, Siria, Irak e Irán; además de que le compra el petróleo que explota el gobierno autónomo kurdo en Irak.
Por ello, el caso del Kuridstán iraquí tiene que ver más con la estrategia de caos deliberado y “balcanización” que conviene tanto a Estados Unidos (para detener a Rusia en el Medio Oriente); a Israel (para mantener desestabilizados a los gobiernos de Turquía, Irak, Siria e Irán); y a Arabia Saudita (que quiere mantener la presión sobre los gobiernos chiís de Damasco, Bagdad y Teherán).


[2] Retóricamente Washington está contra la separación; pero por “debajo del agua” la apoya.

No hay comentarios:

Publicar un comentario