La llegada de Donald Trump a la presidencia de los Estados
Unidos y el voto de los británicos para dejar la Unión Europea, dieron un giro
al proyecto globalizador de las élites neoliberales, pues ambos países fueron
los impulsores de dicho proceso, por lo que ahora éste se encuentra en plena
recomposición.
Si bien es cierto que los impulsos nacionalistas iniciales de
Trump ya fueron controlados por el establecimiento político-militar de
Washington, y se mantiene la estrategia de caos deliberado, intervencionismo
militar e imposición de la hegemonía estadounidense mediante la fuerza; también
es verdad que Trump asestó golpes al proyecto globalizador, al retirar a
Estados Unidos del Acuerdo Transpacífico, del Acuerdo de París y al mantener su
amenaza de dar por terminado el Tratado de Libre Comercio de América del Norte
(TLCAN); así como sus críticas a los déficits comerciales que tiene Estados
Unidos con China, Japón, Corea del Sur y Alemania.
Y en el ámbito militar, el fin de la asistencia a los grupos
mercenarios y terroristas que han combatido al régimen de Bashar el Assad en
Siria, llevaron al Pentágono y a la CIA a sustituir esa parte de la estrategia
de “balcanización” de dicho país, por la intervención directa de tropas
estadounidenses y el apoyo mayor a los kurdos, lo que está generando un
conflicto con Turquía e Irak, que se oponen a la creación del “Kurdistán”.
Por su parte, Londres está llevando a cabo un complicado
proceso de retiro de la Unión Europea, que puede implicar un “Brexit” poco
amigable, que llevaría a una reafirmación del eje Berlín-París.
Tanto Merkel en Alemania (que se reelegirá sin problemas),
como Macron en Francia, desean salvar a la Unión Europea de su declive, pues se
encuentra en medio de las presiones de los ejes “Anglo” de Washington-Londres,
por un lado; y del de Moscú-Beijing, por el otro; que están en abierta
competencia por consolidar sus respectivas zonas de influencia, y el rumbo que
seguirá el proyecto globalizador en las próximas décadas.
EJE Washington-Londres
Los excesos de la globalización económica, que pasaron
factura a las poblaciones de ambos países con la mega crisis del 2008-2009; más
las consecuencias de una migración forzada a Europa por la pobreza en Africa
subsahariana, y las guerras causadas por el caos impulsado por las élites
neoconservadoras de Washington, Londres, Paris, Tel Aviv y Riad en Medio
Oriente y Norte de Africa; así, como la migración desde México, Centroamérica y
el Caribe hacia Estados Unidos, por la pobreza, la violencia, inseguridad y los
desastres naturales; llevaron a las poblaciones de los dos países “anglos” a
reaccionar electoralmente y rechazar la agenda de los establecimientos
políticos y las grandes corporaciones de sus países, que los han enganchado en
un proyecto de hegemonía mundial, en el que sólo las élites resultan ganadoras.
De ahí que se esté tratando de recomponer el proyecto, con
objeto de que internamente, tanto en Estados Unidos, como en la Gran Bretaña,
no se regrese a proyectos “aislacionistas” en lo político-militar y
“proteccionistas” en lo económico; por lo que si bien, por ahora, hay un
retraimiento de ambas potencias en el ámbito económico (Brexit; salida del Acuerdo Transpacífico, por ej.), la realidad es
que es más una pausa para reordenar internamente las alianzas y las
prioridades, que un cambio completo en el proyecto.
Así el eje Washington-Londres busca los siguientes objetivos:
Política internacional.
-
Busca
consolidar la alianza político-militar-de seguridad[1]
de la “anglósfera” (Estados Unidos, Gran Bretaña, Canadá, Australia y Nueva
Zelanda); al que se suma Israel, por la estrechísima colaboración que tiene en
esos rubros con Washington y Londres.
-
Se
ha decidido que hay que establecer un eje de colaboración en el Medio Oriente
que sea anti iraní, anti ruso y eventualmente anti chino (por los intentos de
impulsar la “Ruta de la Seda” por varios países de la región); entre
Washington, Londres (en este caso se suma París), Tel Aviv, Riad, El Cairo y
las monarquías del Consejo de Cooperación del Golfo (menos Qatar, que ahora
está “congelado” por sus relaciones con Irán y Turquía).
-
Se
reafirma la hegemonía estadounidense en toda América Latina, con la
reinstalación de la política de aislamiento hacia Cuba; la búsqueda del “cambio
de régimen” en Venezuela; y las presiones sobre los países “no alineados a
Washington”, como Bolivia, Ecuador y Nicaragua. Todo ello con la ayuda de los
países subordinados a Estados Unidos en la región: Brasil, México, Argentina,
Colombia, Chile y Perú.
-
Se
refuerza la presión sobre China en el Pacífico y se utiliza el caso de Corea
del Norte como la justificación para aumentar la presencia militar en la zona[2],
con el objetivo real de limitar la influencia de Beijing. Todo ello con la
ayuda de los principales aliados en la zona: Japón, Corea del Sur y Taiwán.
-
Se
busca un mayor acercamiento con la India, mediante una más estrecha
colaboración militar y de seguridad de Washington y Tel Aviv con Nueva Delhi;
aprovechando su conflicto territorial con Pakistán (que se ha acercado a China)
y sus diferendos fronterizos con Beijing.
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Se
mantiene el apoyo militar a los países de Europa del Este que recelan de Moscú
(países Bálticos, Polonia, Rumania); así como a las exrepúblicas soviéticas
(Georgia); y se refuerza a la OTAN como instrumento de presión sobre Rusia.
Ucrania sigue siendo la principal plataforma de acoso al régimen de Putin.
-
Se
refuerza la presencia estadounidense e israelí en Africa (coordinándose con
Paris, principalmente), por la presencia de grupos terroristas; pero con la
intención real de limitar la influencia china.
Estrategia económica.
-
Ante
la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea y los cambios en la estrategia
comercial de Washington, hacia una postura más “proteccionista”, es factible
que se busque un pacto comercial dentro de la “anglósfera”; a la vez que se intente
llegar, más adelante, a algún acuerdo con la Unión Europea, que mantenga lazos
estrechos entre ambos espacios económicos; y en el caso de Estados Unidos,
buscará mantener su hegemonía en el continente americano, rehaciendo los pactos
comerciales (TLCAN y los demás), para favorecer su balanza de pagos. Es menos
clara su estrategia en el Pacífico, en donde pretende obligar a sus “socios” a
contribuir con la disminución del déficit comercial estadounidense.
-
La
hegemonía del dólar se está viendo cada vez más cuestionada, tanto desde el
punto de vista comercial (especialmente por el eje Moscú-Beijing)[3];
como por el valor del mismo, dado el monto de deuda descomunal que se sigue
acumulando a nivel mundial en esta divisa[4].
Por ello, el eje Washington-Londres está buscando afianzar la hegemonía del
dólar en sus zonas de influencia (Norteamérica, América Latina, partes de
Africa y Asia) y obstaculizar cualquier intento por romper la misma,
proveniente de los otros ejes (incluido el de la Unión Europea).
EJE Moscú-Beijing
Política internacional.
-
Rusia
y China han conformado un eje de apoyo y colaboración en materia política y de
seguridad, a raíz del unipolarismo de Washington después del fin de la primera
Guerra Fría en 1991; y especialmente a partir del inicio de la “guerra contra
el terrorismo” en 2001. Ambos, han visto como ha crecido la presencia militar
estadounidense alrededor de sus respectivos países y zonas de influencia
(crecimiento de la OTAN hacia el Este; alianzas “defensivas” de Estados Unidos
con países del Pacífico, en torno al Mar del Sur de China), lo que los ha
llevado a forjar vínculos más estrechos en materia militar (ejercicios navales
conjuntos); así como una asociación en el seno del Consejo de Seguridad de
Naciones Unidas en temas delicados (Siria, Ucrania, Corea del Norte).
-
Desde
1996 se creó la Organización de Cooperación de Shanghai (SCO por sus siglas en
inglés), formada por China, Rusia, Kazajistán, Kirguistán y Tayikistán; a la
que se han unido posteriormente Uzbekistán, India y Pakistán. Su principal
objetivo es la seguridad regional, enfocada al combate del terrorismo, el
separatismo y el extremismo. Se han extendido los objetivos a la cooperación
económica y cultural. Este espacio lo consideran fundamental Beijing y Moscú
para mantener su supremacía en el espacio continental euroasiático, con objeto
de evitar que los ejes Washington-Londres y Berlín-París intenten insertarse en
él y provocar divisiones y fracturas (como lo han estado buscando en los casos
de India y Pakistán, avivando el ya largo contencioso territorial entre ambos
países; así como las divisiones religiosas y la competencia en materia
económica y militar entre ambas potencias nucleares).
-
Rusia
busca afianzar su presencia en el Medio Oriente, una vez que ha logrado, junto
con Irán, ayudar a la permanencia de
Bashar el Assad en el poder en Siria; y ahora, tratará de evitar la
“balcanización” del país que aún intentan provocar Washington, Londres, Paris,
Tel Aviv y Riad.
-
Asimismo,
Rusia está tratando de acercar a Turquía a este eje, en vista de que el eje
Berlín-Paris le cerró las puertas a la Unión Europea; y desde el eje
Washington-Londres se buscó un “cambio de régimen” en Ankara, con el fracasado
intento de golpe de Estado en 2016.
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Rusia
principalmente, pero también Beijing, apoyan a Irán como uno de los actores
principales en el Medio Oriente, ante las amenazas de intervencionismo militar
y “cambio de régimen” que provienen del eje Washington-Londres, instigadas por
Tel Aviv y Riad. Y así también, Beijing necesita países aliados en la zona para
poder desarrollar su estrategia de la nueva “Ruta de la Seda”.
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En
Africa, es Beijing el que lleva la iniciativa, intentando convertirse en el
principal socio económico de distintos países de la región, lo que está generando
la contraofensiva de Estados Unidos, Francia e Israel, que están desarrollando
una mayor presencia militar y económica en el continente.
-
En
Europa del Este, Rusia sigue aplicando una estrategia de “contención” ante la
expansión agresiva de la OTAN, y el uso del régimen de Kiev como “punta de
lanza” contra el gobierno de Vladimir Putin.
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La
intensificación de las sanciones económicas de los ejes Washington-Londres y
Berlín-Paris contra Moscú, por el fabricado caso de la “intervención” en las
elecciones de Estados Unidos y por la anexión de Crimea; así como las sanciones
a Corea del Norte, que indirectamente afectan ahora a empresas chinas; además
de la ya muy prevista salida de Estados Unidos del acuerdo de control del
programa nuclear civil de Irán, prefiguran una intensificación de la
cooperación entre Rusia y China, y del enfrentamiento con los otros dos ejes de
Occidente.
Estrategia económica.
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Si
bien la idea del grupo BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica),
conformado en 2009 tuvo un inicio prometedor, al intentar coordinar las
estrategias económicas de las principales potencias emergentes; ahora la
división impulsada al interior del grupo, por los ejes antagónicos de
Occidente, ha ido rindiendo sus frutos (la caída de Dilma Rousseff en Brasil;
junto con la llegada al poder de Narendra Modi en la India; más los problemas
internos de Jacob Zuma en Sudáfrica), lo que ha hecho perder dinamismo a los
BRICS (a pesar de su iniciativa de un banco de desarrollo propio y un fondo de
inversiones), dejando a Rusia y China como los socios que aún mantienen viva
esta iniciativa.
-
Destaca
la Nueva Ruta de la Seda (One Belt -One Road) impulsada por China, mediante la
cual se busca promover políticas de coordinación comercial, conectividad en
comunicaciones y transportes y cooperación financiera, entre 68 países; que van
desde China hasta Europa. Implica masivas inversiones en infraestructura
(puertos, ferrocarriles, carreteras, telecomunicaciones); así como el
desarrollo de corredores industriales y el aprovechamiento de las materias
primas en cada uno de los países que queden integrados en la ruta (gasoductos,
oleoductos, etc.). La ruta también comprende una rama que se extendería hasta
Sudamérica. La instrumentación de este magno proyecto, implica alianzas
políticas y presencia económica china en prácticamente los cinco continentes,
lo que genera por supuesto el rechazo de los otros dos ejes de poder de
Occidente.
-
Por
su parte, Rusia impulsa la Unión Económica Euroasiática (2015), que está
conformada por Rusia, Kasajistán, Bielorrusia, Armenia y Kirguistán.[5]
Se busca la integración económica más amplia posible, y el objetivo de Moscú es
mantener a las ex repúblicas soviéticas y a otros países adyacentes, con un
fuerte vínculo económico con Rusia, para evitar quedar aislada por parte de los
otros ejes antagónicos; y especialmente por el de Berlín-Paris que lidera la
Unión Europea, y que ha podido atraer a Georgia, Ucrania y Moldavia.
-
Así
también, Rusia pretende mantener una presencia económica relevante en Medio Oriente,
especialmente en su aliado Siria; pero también en Irán, para evitar que toda la
zona quede exclusivamente bajo la influencia económica de los ejes antagónicos
de Occidente; y en el mismo sentido, para China es fundamental que varios
países de la región (Pakistán, Afganistán, Irán, Turquía), se sumen a la Nueva
Ruta de la Seda.
-
Por
su parte China, desde hace más de una década ha iniciado una estrategia de
penetración económica en Africa, buscando recursos energéticos, minerales y
productos agrícolas; así como sustituir a Taiwán, que por muchos años brindó
asistencia económica y financiera a varios países, a cambio de reconocimiento
diplomático.[6]
Obviamente, la cada vez más importante presencia económica china preocupa y
mucho a Estados Unidos, Francia e Israel, que se han propuesto dominar al
continente económica, política y militarmente.
EJE Berlín-Paris
Política Internacional.
-
Para
este eje lo principal es mantener a la Unión Europea como un proyecto
político-económico viable[7],
después de los estragos que ha causado al mismo la crisis económica del 2008-9,
especialmente en los países del Sur del continente (Grecia principalmente; pero
también España, Italia y Portugal); y ahora con la salida de la Gran Bretaña.
De igual forma, la expansión de la Unión Europea ha provocado un
distanciamiento entre los países líderes y los que tienen que ir a “otras
velocidades”.
-
La
posición del eje Washington-Londres de ver los intereses de la “anglósfera” por
encima de los de sus aliados de la Unión Europea (siempre lo hicieron, pero
antes lo disimulaban), ha llevado a este eje a plantear la posibilidad de crear
una fuerza militar autónoma respecto de la OTAN[8];
y de la misma forma, a definir sus prioridades de política internacional, sin
subordinarse completamente al eje Washington-Londres (especialmente Francia, en
los casos de Medio Oriente y Africa; y en materia de cambio climático); aunque
sigue manifestándose su subordinación en lo que respecta a las relaciones con
Rusia, dejando a Washington establecer las prioridades en dicho caso.
-
Menos
clara resulta la posición respecto a Beijing, pues al Eje Berlín-Paris le
interesa la relación económica con China, y no se sabe aún qué tan dispuestos
estarán para apoyar a Washington en una posible “guerra comercial” con el
gigante asiático.
-
Si
bien este eje mantiene su apoyo a Estados Unidos en sus aventuras militares en
Medio Oriente (Afganistán, Siria) y Africa (especialmente Francia); no es tan
claro que desee inmiscuirse en más guerras (contra Irán por ejemplo), en un
futuro cercano.
-
Y
en general, este eje apoya y respeta la hegemonía de Washington en América
Latina (caso venezolano principalmente); y sigue de cerca sus directrices en el
Pacífico (caso de Corea del Norte).
Estrategia económica.
-
El
neoproteccionismo del eje Washington-Londres, está llevando a Berlín-Paris a
intensificar su compromiso con la Unión Europea, y a convertir a este espacio
económico en un verdadero jugador autónomo en las relaciones económicas
internacionales. En ese sentido, se busca reforzar la zona Euro[9],
tratando de integrar a los 27 países que
la integran; reducir las desigualdades entre países y regiones; y no quedarse
encerrados únicamente en el espacio europeo, sino buscar sinergias con otras
regiones (Asia-Pacífico, Africa, América Latina).
-
Aún
no queda claro cómo terminará la salida británica de la Unión Europea, ni si el
eje Washington-Londres buscará una zona económica de la “anglósfera” en el
corto o mediano plazos; por lo que en los próximos dos años, al menos, la
incertidumbre en las relaciones entre ambos ejes permeará las relaciones
económicas.
Otros Estados.
India: La india está a “horcajadas” entre los ejes
Moscú-Beijing (forma parte de los BRICS y de la Organización de Cooperación de
Shanghai) y Washington-Londres (Nueva Delhi tiene estrecha colaboración anti
terrorista con Estados Unidos e Israel; sus diferendos con Pakistán y China la
han acercado cada vez más a Washington; y ve como una amenaza la nueva Ruta de
la Seda, por lo que está tratando de impulsar una estrategia alternativa a la
misma, junto con Japón); por lo que su posición es ambigua y si bien tiende a “vender”
su apoyo a ambos ejes, a la postre una intensificación de las tensiones entre
ellos, puede poner en una situación muy difícil a la India y eventualmente quedar
en medio de dicho antagonismo, perdiendo influencia con los dos.
Turquía: El régimen de Ankara intentó por más de dos décadas
sumarse a la Unión Europea, sin lograrlo; lo que ha provocado su alejamiento y,
cada vez más, antagonismo con el eje Berlín-Paris. Su pertenencia a la OTAN
parecía inscribirla en el eje Washington-Londres, pero el distanciamiento con
el mismo por el posible involucramiento estadounidense en el intento de golpe
de Estado contra Recep Tayyip Erdogan, ha acercado a su gobierno con el de
Moscú; y al menos en el caso sirio, la posición turca ya no ha seguido las
directrices de Washington, coordinándose ahora con Moscú y Teherán. Aun así,
Ankara mantiene sus diferencias con Moscú en el tema sirio (apoyar o no a
Assad), por lo que como la India, está con un pie en el eje Washington-Londres
(mientras siga en la OTAN), y otro en el de Moscú-Beijing.
Sudáfrica: El gobierno de Pretoria ha intentado jugar un
papel autónomo en las relaciones internacionales respecto a los dos ejes de
Occidente, con los que sigue manteniendo vínculos poderosos en materia
política, económica y militar; pues entró como el último miembro de los BRICS,
y en ese sentido ha apoyado las iniciativas económicas de este grupo con objeto
de jugar un papel de primer orden a nivel mundial, sin estar subordinada a la
hegemonía de los ejes de poder de Occidente.
Sin embargo, la economía relativamente pequeña de Sudáfrica a
nivel internacional; sus problemas internos, especialmente de pobreza,
desigualdad, corrupción, que han golpeado duramente al gobierno del presidente
Zuma; y la situación del continente africano, como de costumbre azotado por
epidemias, guerras civiles, terrorismo e intervencionismo de potencias extra
continentales, limitan la influencia y peso de Sudáfrica, y la dejan también en
medio de las pugnas entre los ejes de Occidente y el de Moscú-Beijing.
Otros países como Japón, Corea del Sur, Brasil y México, caen
dentro de la hegemonía del eje Washington-Londres; llamando especialmente la
atención el régimen de Brasilia, que si bien formalmente sigue perteneciendo a
los BRICS, su participación es cada vez más marginal en él y sus prioridades en
materia de política internacional y economía se alinean con los de los dos ejes
de Occidente.
Y el caso de Irán, que mantiene una alianza con Moscú en
Medio Oriente y ante las sanciones económicas de los dos ejes de Occidente, se
acerca cada vez más a la nueva Ruta de la Seda impulsada por Beijing; por lo
que sin duda se le puede ubicar dentro del eje Moscú-Beijing.
FUTURO
En el futuro inmediato los ejes de poder Washington-Londres y
Moscú-Beijing se consolidarán, pues sus posiciones son cada vez más antagónicas
en materia de política internacional y proyecto económico, por lo que los
puntos de tensión en diferentes continentes y las disputas en el seno del
Consejo de Seguridad de la ONU, se irán manifestando más continuamente.
Por lo que respecta al eje Berlín-Paris, en tanto no definan
cómo quedará la Unión Europea (igual que ahora; regresar sólo a un mercado
común; profundizar la Unión sólo en algunos puntos; profundizar la estrategia
de “dos velocidades”, conformando de
facto dos uniones distintas en un solo espacio; o avanzar hacia la “federalización”
completa, creando una especie de Estados Unidos de Europa),[10]
ni el camino que seguirá, no podrá ejercer una influencia decisiva a nivel
mundial, y quedará como rehén de la competencia entre los otros dos ejes,
especialmente del de Washington-Londres, que bien podría acabar subordinando al
eje europeo, si Berlín y Paris no encuentran una salida a las múltiples crisis
de la Unión Europea.
[1]
“Club de los 5 ojos”. https://actualidad.rt.com/actualidad/view/110072-club-cinco-ojos-supremacia-economica-espionaje
[2]
Además de que el régimen de Kim Jung Un da los pretextos necesarios para que se
desarrolle tal estrategia.
[3]
http://www.cubadebate.cu/opinion/2017/05/07/podran-china-y-rusia-romper-la-hegemonia-global-del-dolar/#.WcAAD8jyhhE
[4]
http://www.eleconomista.es/divisas/noticias/7558058/05/16/La-dictadura-del-dolar-entre-montanas-de-deuda-puede-ser-una-combinacion-explosiva.html
[5]
Tayikistán, Turkmenistán, Uzbekistán y Siria podrían adherirse a la Unión.
[8]
https://mundo.sputniknews.com/europa/201609131063431306-bruselas-politica-defensa-ejercito-europeo/
[10]
Las 5 posibilidades que prefiguró el presidente de la Comisión Europea, Jean
Claude Juncker.
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