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Zapata

lunes, 18 de septiembre de 2017

LOS EJES DEL MULTIPOLARISMO

La llegada de Donald Trump a la presidencia de los Estados Unidos y el voto de los británicos para dejar la Unión Europea, dieron un giro al proyecto globalizador de las élites neoliberales, pues ambos países fueron los impulsores de dicho proceso, por lo que ahora éste se encuentra en plena recomposición.
Si bien es cierto que los impulsos nacionalistas iniciales de Trump ya fueron controlados por el establecimiento político-militar de Washington, y se mantiene la estrategia de caos deliberado, intervencionismo militar e imposición de la hegemonía estadounidense mediante la fuerza; también es verdad que Trump asestó golpes al proyecto globalizador, al retirar a Estados Unidos del Acuerdo Transpacífico, del Acuerdo de París y al mantener su amenaza de dar por terminado el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN); así como sus críticas a los déficits comerciales que tiene Estados Unidos con China, Japón, Corea del Sur y Alemania.
Y en el ámbito militar, el fin de la asistencia a los grupos mercenarios y terroristas que han combatido al régimen de Bashar el Assad en Siria, llevaron al Pentágono y a la CIA a sustituir esa parte de la estrategia de “balcanización” de dicho país, por la intervención directa de tropas estadounidenses y el apoyo mayor a los kurdos, lo que está generando un conflicto con Turquía e Irak, que se oponen a la creación del “Kurdistán”.
Por su parte, Londres está llevando a cabo un complicado proceso de retiro de la Unión Europea, que puede implicar un “Brexit” poco amigable, que llevaría a una reafirmación del eje Berlín-París.
Tanto Merkel en Alemania (que se reelegirá sin problemas), como Macron en Francia, desean salvar a la Unión Europea de su declive, pues se encuentra en medio de las presiones de los ejes “Anglo” de Washington-Londres, por un lado; y del de Moscú-Beijing, por el otro; que están en abierta competencia por consolidar sus respectivas zonas de influencia, y el rumbo que seguirá el proyecto globalizador en las próximas décadas.

EJE  Washington-Londres
Los excesos de la globalización económica, que pasaron factura a las poblaciones de ambos países con la mega crisis del 2008-2009; más las consecuencias de una migración forzada a Europa por la pobreza en Africa subsahariana, y las guerras causadas por el caos impulsado por las élites neoconservadoras de Washington, Londres, Paris, Tel Aviv y Riad en Medio Oriente y Norte de Africa; así, como la migración desde México, Centroamérica y el Caribe hacia Estados Unidos, por la pobreza, la violencia, inseguridad y los desastres naturales; llevaron a las poblaciones de los dos países “anglos” a reaccionar electoralmente y rechazar la agenda de los establecimientos políticos y las grandes corporaciones de sus países, que los han enganchado en un proyecto de hegemonía mundial, en el que sólo las élites resultan ganadoras.
De ahí que se esté tratando de recomponer el proyecto, con objeto de que internamente, tanto en Estados Unidos, como en la Gran Bretaña, no se regrese a proyectos “aislacionistas” en lo político-militar y “proteccionistas” en lo económico; por lo que si bien, por ahora, hay un retraimiento de ambas potencias en el ámbito económico (Brexit; salida del Acuerdo Transpacífico, por ej.), la realidad es que es más una pausa para reordenar internamente las alianzas y las prioridades, que un cambio completo en el proyecto.
Así el eje Washington-Londres busca los siguientes objetivos:
Política internacional.
-      Busca consolidar la alianza político-militar-de seguridad[1] de la “anglósfera” (Estados Unidos, Gran Bretaña, Canadá, Australia y Nueva Zelanda); al que se suma Israel, por la estrechísima colaboración que tiene en esos rubros con Washington y Londres.
-      Se ha decidido que hay que establecer un eje de colaboración en el Medio Oriente que sea anti iraní, anti ruso y eventualmente anti chino (por los intentos de impulsar la “Ruta de la Seda” por varios países de la región); entre Washington, Londres (en este caso se suma París), Tel Aviv, Riad, El Cairo y las monarquías del Consejo de Cooperación del Golfo (menos Qatar, que ahora está “congelado” por sus relaciones con Irán y Turquía).
-      Se reafirma la hegemonía estadounidense en toda América Latina, con la reinstalación de la política de aislamiento hacia Cuba; la búsqueda del “cambio de régimen” en Venezuela; y las presiones sobre los países “no alineados a Washington”, como Bolivia, Ecuador y Nicaragua. Todo ello con la ayuda de los países subordinados a Estados Unidos en la región: Brasil, México, Argentina, Colombia, Chile y Perú.
-      Se refuerza la presión sobre China en el Pacífico y se utiliza el caso de Corea del Norte como la justificación para aumentar la presencia militar en la zona[2], con el objetivo real de limitar la influencia de Beijing. Todo ello con la ayuda de los principales aliados en la zona: Japón, Corea del Sur y Taiwán.
-      Se busca un mayor acercamiento con la India, mediante una más estrecha colaboración militar y de seguridad de Washington y Tel Aviv con Nueva Delhi; aprovechando su conflicto territorial con Pakistán (que se ha acercado a China) y sus diferendos fronterizos con Beijing.
-      Se mantiene el apoyo militar a los países de Europa del Este que recelan de Moscú (países Bálticos, Polonia, Rumania); así como a las exrepúblicas soviéticas (Georgia); y se refuerza a la OTAN como instrumento de presión sobre Rusia. Ucrania sigue siendo la principal plataforma de acoso al régimen de Putin.
-      Se refuerza la presencia estadounidense e israelí en Africa (coordinándose con Paris, principalmente), por la presencia de grupos terroristas; pero con la intención real de limitar la influencia china.
  
Estrategia económica.
-      Ante la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea y los cambios en la estrategia comercial de Washington, hacia una postura más “proteccionista”, es factible que se busque un pacto comercial dentro de la “anglósfera”; a la vez que se intente llegar, más adelante, a algún acuerdo con la Unión Europea, que mantenga lazos estrechos entre ambos espacios económicos; y en el caso de Estados Unidos, buscará mantener su hegemonía en el continente americano, rehaciendo los pactos comerciales (TLCAN y los demás), para favorecer su balanza de pagos. Es menos clara su estrategia en el Pacífico, en donde pretende obligar a sus “socios” a contribuir con la disminución del déficit comercial estadounidense.
-      La hegemonía del dólar se está viendo cada vez más cuestionada, tanto desde el punto de vista comercial (especialmente por el eje Moscú-Beijing)[3]; como por el valor del mismo, dado el monto de deuda descomunal que se sigue acumulando a nivel mundial en esta divisa[4]. Por ello, el eje Washington-Londres está buscando afianzar la hegemonía del dólar en sus zonas de influencia (Norteamérica, América Latina, partes de Africa y Asia) y obstaculizar cualquier intento por romper la misma, proveniente de los otros ejes (incluido el de la Unión Europea).

EJE  Moscú-Beijing
Política internacional.
-      Rusia y China han conformado un eje de apoyo y colaboración en materia política y de seguridad, a raíz del unipolarismo de Washington después del fin de la primera Guerra Fría en 1991; y especialmente a partir del inicio de la “guerra contra el terrorismo” en 2001. Ambos, han visto como ha crecido la presencia militar estadounidense alrededor de sus respectivos países y zonas de influencia (crecimiento de la OTAN hacia el Este; alianzas “defensivas” de Estados Unidos con países del Pacífico, en torno al Mar del Sur de China), lo que los ha llevado a forjar vínculos más estrechos en materia militar (ejercicios navales conjuntos); así como una asociación en el seno del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas en temas delicados (Siria, Ucrania, Corea del Norte).
-      Desde 1996 se creó la Organización de Cooperación de Shanghai (SCO por sus siglas en inglés), formada por China, Rusia, Kazajistán, Kirguistán y Tayikistán; a la que se han unido posteriormente Uzbekistán, India y Pakistán. Su principal objetivo es la seguridad regional, enfocada al combate del terrorismo, el separatismo y el extremismo. Se han extendido los objetivos a la cooperación económica y cultural. Este espacio lo consideran fundamental Beijing y Moscú para mantener su supremacía en el espacio continental euroasiático, con objeto de evitar que los ejes Washington-Londres y Berlín-París intenten insertarse en él y provocar divisiones y fracturas (como lo han estado buscando en los casos de India y Pakistán, avivando el ya largo contencioso territorial entre ambos países; así como las divisiones religiosas y la competencia en materia económica y militar entre ambas potencias nucleares).
-      Rusia busca afianzar su presencia en el Medio Oriente, una vez que ha logrado, junto con Irán,  ayudar a la permanencia de Bashar el Assad en el poder en Siria; y ahora, tratará de evitar la “balcanización” del país que aún intentan provocar Washington, Londres, Paris, Tel Aviv y Riad.
-      Asimismo, Rusia está tratando de acercar a Turquía a este eje, en vista de que el eje Berlín-Paris le cerró las puertas a la Unión Europea; y desde el eje Washington-Londres se buscó un “cambio de régimen” en Ankara, con el fracasado intento de golpe de Estado en 2016.
-      Rusia principalmente, pero también Beijing, apoyan a Irán como uno de los actores principales en el Medio Oriente, ante las amenazas de intervencionismo militar y “cambio de régimen” que provienen del eje Washington-Londres, instigadas por Tel Aviv y Riad. Y así también, Beijing necesita países aliados en la zona para poder desarrollar su estrategia de la nueva “Ruta de la Seda”.
-      En Africa, es Beijing el que lleva la iniciativa, intentando convertirse en el principal socio económico de distintos países de la región, lo que está generando la contraofensiva de Estados Unidos, Francia e Israel, que están desarrollando una mayor presencia militar y económica en el continente.
-      En Europa del Este, Rusia sigue aplicando una estrategia de “contención” ante la expansión agresiva de la OTAN, y el uso del régimen de Kiev como “punta de lanza” contra el gobierno de Vladimir Putin.
-      La intensificación de las sanciones económicas de los ejes Washington-Londres y Berlín-Paris contra Moscú, por el fabricado caso de la “intervención” en las elecciones de Estados Unidos y por la anexión de Crimea; así como las sanciones a Corea del Norte, que indirectamente afectan ahora a empresas chinas; además de la ya muy prevista salida de Estados Unidos del acuerdo de control del programa nuclear civil de Irán, prefiguran una intensificación de la cooperación entre Rusia y China, y del enfrentamiento con los otros dos ejes de Occidente.

     Estrategia económica.
-      Si bien la idea del grupo BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), conformado en 2009 tuvo un inicio prometedor, al intentar coordinar las estrategias económicas de las principales potencias emergentes; ahora la división impulsada al interior del grupo, por los ejes antagónicos de Occidente, ha ido rindiendo sus frutos (la caída de Dilma Rousseff en Brasil; junto con la llegada al poder de Narendra Modi en la India; más los problemas internos de Jacob Zuma en Sudáfrica), lo que ha hecho perder dinamismo a los BRICS (a pesar de su iniciativa de un banco de desarrollo propio y un fondo de inversiones), dejando a Rusia y China como los socios que aún mantienen viva esta iniciativa.
-      Destaca la Nueva Ruta de la Seda (One Belt -One Road) impulsada por China, mediante la cual se busca promover políticas de coordinación comercial, conectividad en comunicaciones y transportes y cooperación financiera, entre 68 países; que van desde China hasta Europa. Implica masivas inversiones en infraestructura (puertos, ferrocarriles, carreteras, telecomunicaciones); así como el desarrollo de corredores industriales y el aprovechamiento de las materias primas en cada uno de los países que queden integrados en la ruta (gasoductos, oleoductos, etc.). La ruta también comprende una rama que se extendería hasta Sudamérica. La instrumentación de este magno proyecto, implica alianzas políticas y presencia económica china en prácticamente los cinco continentes, lo que genera por supuesto el rechazo de los otros dos ejes de poder de Occidente.
-      Por su parte, Rusia impulsa la Unión Económica Euroasiática (2015), que está conformada por Rusia, Kasajistán, Bielorrusia, Armenia y Kirguistán.[5] Se busca la integración económica más amplia posible, y el objetivo de Moscú es mantener a las ex repúblicas soviéticas y a otros países adyacentes, con un fuerte vínculo económico con Rusia, para evitar quedar aislada por parte de los otros ejes antagónicos; y especialmente por el de Berlín-Paris que lidera la Unión Europea, y que ha podido atraer a Georgia, Ucrania y Moldavia.
-      Así también, Rusia pretende mantener una presencia económica relevante en Medio Oriente, especialmente en su aliado Siria; pero también en Irán, para evitar que toda la zona quede exclusivamente bajo la influencia económica de los ejes antagónicos de Occidente; y en el mismo sentido, para China es fundamental que varios países de la región (Pakistán, Afganistán, Irán, Turquía), se sumen a la Nueva Ruta de la Seda.
-      Por su parte China, desde hace más de una década ha iniciado una estrategia de penetración económica en Africa, buscando recursos energéticos, minerales y productos agrícolas; así como sustituir a Taiwán, que por muchos años brindó asistencia económica y financiera a varios países, a cambio de reconocimiento diplomático.[6] Obviamente, la cada vez más importante presencia económica china preocupa y mucho a Estados Unidos, Francia e Israel, que se han propuesto dominar al continente económica, política y militarmente.

EJE Berlín-Paris
Política Internacional.
-      Para este eje lo principal es mantener a la Unión Europea como un proyecto político-económico viable[7], después de los estragos que ha causado al mismo la crisis económica del 2008-9, especialmente en los países del Sur del continente (Grecia principalmente; pero también España, Italia y Portugal); y ahora con la salida de la Gran Bretaña. De igual forma, la expansión de la Unión Europea ha provocado un distanciamiento entre los países líderes y los que tienen que ir a “otras velocidades”.
-      La posición del eje Washington-Londres de ver los intereses de la “anglósfera” por encima de los de sus aliados de la Unión Europea (siempre lo hicieron, pero antes lo disimulaban), ha llevado a este eje a plantear la posibilidad de crear una fuerza militar autónoma respecto de la OTAN[8]; y de la misma forma, a definir sus prioridades de política internacional, sin subordinarse completamente al eje Washington-Londres (especialmente Francia, en los casos de Medio Oriente y Africa; y en materia de cambio climático); aunque sigue manifestándose su subordinación en lo que respecta a las relaciones con Rusia, dejando a Washington establecer las prioridades en dicho caso.
-      Menos clara resulta la posición respecto a Beijing, pues al Eje Berlín-Paris le interesa la relación económica con China, y no se sabe aún qué tan dispuestos estarán para apoyar a Washington en una posible “guerra comercial” con el gigante asiático.
-      Si bien este eje mantiene su apoyo a Estados Unidos en sus aventuras militares en Medio Oriente (Afganistán, Siria) y Africa (especialmente Francia); no es tan claro que desee inmiscuirse en más guerras (contra Irán por ejemplo), en un futuro cercano.
-      Y en general, este eje apoya y respeta la hegemonía de Washington en América Latina (caso venezolano principalmente); y sigue de cerca sus directrices en el Pacífico (caso de Corea del Norte).

Estrategia económica.
-      El neoproteccionismo del eje Washington-Londres, está llevando a Berlín-Paris a intensificar su compromiso con la Unión Europea, y a convertir a este espacio económico en un verdadero jugador autónomo en las relaciones económicas internacionales. En ese sentido, se busca reforzar la zona Euro[9], tratando de integrar a  los 27 países que la integran; reducir las desigualdades entre países y regiones; y no quedarse encerrados únicamente en el espacio europeo, sino buscar sinergias con otras regiones (Asia-Pacífico, Africa, América Latina).
-      Aún no queda claro cómo terminará la salida británica de la Unión Europea, ni si el eje Washington-Londres buscará una zona económica de la “anglósfera” en el corto o mediano plazos; por lo que en los próximos dos años, al menos, la incertidumbre en las relaciones entre ambos ejes permeará las relaciones económicas.

Otros Estados.
India: La india está a “horcajadas” entre los ejes Moscú-Beijing (forma parte de los BRICS y de la Organización de Cooperación de Shanghai) y Washington-Londres (Nueva Delhi tiene estrecha colaboración anti terrorista con Estados Unidos e Israel; sus diferendos con Pakistán y China la han acercado cada vez más a Washington; y ve como una amenaza la nueva Ruta de la Seda, por lo que está tratando de impulsar una estrategia alternativa a la misma, junto con Japón); por lo que su posición es ambigua y si bien tiende a “vender” su apoyo a ambos ejes, a la postre una intensificación de las tensiones entre ellos, puede poner en una situación muy difícil a la India y eventualmente quedar en medio de dicho antagonismo, perdiendo influencia con los dos.
Turquía: El régimen de Ankara intentó por más de dos décadas sumarse a la Unión Europea, sin lograrlo; lo que ha provocado su alejamiento y, cada vez más, antagonismo con el eje Berlín-Paris. Su pertenencia a la OTAN parecía inscribirla en el eje Washington-Londres, pero el distanciamiento con el mismo por el posible involucramiento estadounidense en el intento de golpe de Estado contra Recep Tayyip Erdogan, ha acercado a su gobierno con el de Moscú; y al menos en el caso sirio, la posición turca ya no ha seguido las directrices de Washington, coordinándose ahora con Moscú y Teherán. Aun así, Ankara mantiene sus diferencias con Moscú en el tema sirio (apoyar o no a Assad), por lo que como la India, está con un pie en el eje Washington-Londres (mientras siga en la OTAN), y otro en el de Moscú-Beijing.
Sudáfrica: El gobierno de Pretoria ha intentado jugar un papel autónomo en las relaciones internacionales respecto a los dos ejes de Occidente, con los que sigue manteniendo vínculos poderosos en materia política, económica y militar; pues entró como el último miembro de los BRICS, y en ese sentido ha apoyado las iniciativas económicas de este grupo con objeto de jugar un papel de primer orden a nivel mundial, sin estar subordinada a la hegemonía de los ejes de poder de Occidente.
Sin embargo, la economía relativamente pequeña de Sudáfrica a nivel internacional; sus problemas internos, especialmente de pobreza, desigualdad, corrupción, que han golpeado duramente al gobierno del presidente Zuma; y la situación del continente africano, como de costumbre azotado por epidemias, guerras civiles, terrorismo e intervencionismo de potencias extra continentales, limitan la influencia y peso de Sudáfrica, y la dejan también en medio de las pugnas entre los ejes de Occidente y el de Moscú-Beijing.
Otros países como Japón, Corea del Sur, Brasil y México, caen dentro de la hegemonía del eje Washington-Londres; llamando especialmente la atención el régimen de Brasilia, que si bien formalmente sigue perteneciendo a los BRICS, su participación es cada vez más marginal en él y sus prioridades en materia de política internacional y economía se alinean con los de los dos ejes de Occidente.
Y el caso de Irán, que mantiene una alianza con Moscú en Medio Oriente y ante las sanciones económicas de los dos ejes de Occidente, se acerca cada vez más a la nueva Ruta de la Seda impulsada por Beijing; por lo que sin duda se le puede ubicar dentro del eje Moscú-Beijing.

FUTURO
En el futuro inmediato los ejes de poder Washington-Londres y Moscú-Beijing se consolidarán, pues sus posiciones son cada vez más antagónicas en materia de política internacional y proyecto económico, por lo que los puntos de tensión en diferentes continentes y las disputas en el seno del Consejo de Seguridad de la ONU, se irán manifestando más continuamente.
Por lo que respecta al eje Berlín-Paris, en tanto no definan cómo quedará la Unión Europea (igual que ahora; regresar sólo a un mercado común; profundizar la Unión sólo en algunos puntos; profundizar la estrategia de “dos velocidades”, conformando de facto dos uniones distintas en un solo espacio; o avanzar hacia la “federalización” completa, creando una especie de Estados Unidos de Europa),[10] ni el camino que seguirá, no podrá ejercer una influencia decisiva a nivel mundial, y quedará como rehén de la competencia entre los otros dos ejes, especialmente del de Washington-Londres, que bien podría acabar subordinando al eje europeo, si Berlín y Paris no encuentran una salida a las múltiples crisis de la Unión Europea.



[2] Además de que el régimen de Kim Jung Un da los pretextos necesarios para que se desarrolle tal estrategia.
[5] Tayikistán, Turkmenistán, Uzbekistán y Siria podrían adherirse a la Unión.
[10] Las 5 posibilidades que prefiguró el presidente de la Comisión Europea, Jean Claude Juncker.

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