El acto ante 32 mil soldados, marinos, aviadores y sus familias
en el que Peña Nieto afirmó que cualquier crítica o señalamiento contra las
fuerzas armadas “lastima a México”, señala el punto de quiebre de su fallida
presidencia, pues refleja la enorme debilidad de su gobierno y la imperiosa
necesidad de que el aparato de coerción estatal apuntale su fracasada gestión
gubernamental.
Como lo hemos venido afirmando en este blog desde hace más de
un año, México se acerca peligrosamente a una dictadura, pues el neoliberalismo
no puede ya seguir depredando al país y explotando a su población sólo con los
mecanismos de control “blandos”; esto es, la manipulación de los medios de
comunicación, la intermediación de los partidos políticos que defienden al
sistema y la permanente alienación y despolitización de las masas.
La extendida pobreza, el aumento exponencial de la violencia
criminal (con la complacencia y colusión de las propias autoridades); la
impunidad y corrupción que corroen a todo el sistema político y económico del
país; han generado una creciente incredulidad de la mayoría de la población en
las instituciones, una lenta pero creciente movilización de protesta en
distintos sectores y regiones del país; y, lo que los beneficiarios del sistema
consideran más peligroso, un acercamiento de las masas a una opción política
que ha criticado persistentemente todo esto, y que se identifica con la
candidatura presidencial de Andrés Manuel López Obrador.
Por ello la subclase política corrupta (PRI, PAN, PRD, PVEM,
PANAL); los oligarcas (Consejo Mexicano de Negocios; Consejo Coordinador
Empresarial); y la tecnocracia (Banco de México, Hacienda y Economía), han
iniciado un ataque concertado contra el “populismo” (ese fue el tema de la
Convención Bancaria en Acapulco, el “liberalismo V.S. el populismo”, con Peña y
Carstens como los autoproclamados defensores del primero, contra los “peligros”
que supuestamente representa el segundo, y al que han definido como su
representante, López Obrador).
Aprovechando que el dirigente del Movimiento de Regeneración
Nacional (Morena) ha cuestionado en un par de ocasiones recientes el accionar
de las fuerzas armadas (de la Marina en Nayarit en un operativo; y en general
de las fuerzas armadas en el caso Ayotzinapa), toda la cúpula del sistema
(Peña, el secretario de Gobernación, el de Defensa, los dirigentes del PRI y
del PAN, la esposa del fascista Calderón, etc.), se han lanzado a descalificar
al dirigente de Morena y a cerrar filas con las fuerzas armadas, con el
objetivo de presentar a López Obrador, una vez más como un “peligro” para las
instituciones, en este caso las fuerzas armadas y con ello tratar de torpedear
su precandidatura presidencial.
La realidad es que el sistema político-económico actual basa
su dominio en el fraude electoral, como lo hizo en 1988, 2006 y 2012, ya que no
cuenta con la mayoría del apoyo popular. Sus fuentes de poder radican en el
manejo corrupto y patrimonial del presupuesto (5 millones de millones de pesos
al año); de los oligopolios que poseen las cuarenta familias de oligarcas que
conforman al Consejo Mexicano de Negocios (del que dependen el resto de
organizaciones cúpula del empresariado), y que están protegidos por los
supuestos entes autónomos (Banco de México, Ifetel y Comisión Federal de Competencia),
que lo que hacen realmente es evitar que los pequeños y medianos empresarios
puedan arrebatarle porciones importantes del mercado a las grandes
corporaciones nacionales y trasnacionales; del apoyo de las élites
globalizadoras de Estados Unidos, Europa y Japón; de las fuerzas armadas, la
Policía Federal, la PGR y el aparato de “inteligencia” del gobierno (el “Estado
profundo” mexicano); y del cuasi monopolio del que disfrutan de los principales
medios de comunicación en el país.
Sin embargo, uno de los principales apoyos de este sistema de
depredación ahora está en entre dicho, es decir, el gobierno de Estados Unidos,
que ahora amenaza con cortarle varios mecanismos de apropiación de riqueza a
este sistema, o al menos afectarlos de forma importante (el Tratado de Libre Comercio;
las remesas y la “válvula de escape” que significa la migración, para el
deprimido mercado laboral mexicano).
Así también, los niveles demenciales de corrupción, explotación
de la mano de obra, violencia criminal e ineficiencia a los que ha llegado el
sistema, están amenazando con hacerlo colapsar, con lo que podrían presentarse
dos escenarios: la ruptura del sistema, sin que una coalición gobernante
substituta tome el control, lo que bien puede llevar a un Estado fallido; o el
surgimiento de una coalición gobernante alternativa, o contra élite, encabezada
por el principal opositor de la izquierda (por algo una parte pequeña de la
gran burguesía está pactando con López Obrador, como “plan B”, en caso de que
el actual sistema colapse en las elecciones presidenciales del 2018), y que
alcance a desplazar del poder a los actuales grupos hegemónicos.
Ante estas dos posibilidades Peña, los oligarcas, la
tecnocracia y la subclase política corrupta están optando por “sentarse en las
bayonetas”[1];
es decir, ante el evidente declive y descomposición de un sistema político
putrefacto por la corrupción y un sistema económico depredador que enfrenta el
desafío de un gobierno hostil en Washington, lo único que les queda es intentar
comprar el voto e intimidar a las masas para obligarlas a que en las elecciones
estatales de este año y las federales del próximo, nuevamente se aten la soga
al cuello y vuelvan a “elegir” a sus verdugos actuales; o, de no conseguir
esto, abrirle la puerta al “gorilato militar”, para lo cual toda esta catarata
de homenajes y defensas en favor de las fuerzas armadas, es sólo el inicio; ya
se aprobó, y la Suprema Corte avaló, la represiva “ley Atenco” que abre de par en par las puertas de la
represión contra protestas y movilizaciones contra el seguro fraude electoral
que se realizará en las elecciones del Estado de México este año; para después
aprobar la Ley de Seguridad Interior, mediante la cual se podrá hacer lo mismo
a nivel nacional, para las elecciones del 2018, y así evitar la llegada de la
opción “populista” al poder; aunque vaya a ser una opción bastante acotada,
dados los acuerdos que López Obrador ha estado haciendo con miembros de la
burguesía mexicana y con legiones de oportunistas y “chapulines” de la subclase
política corrupta que se están pasando a Morena, con la esperanza de seguir
viviendo del erario, y de ser posible, continuar con la corrupción.
De ahí a la dictadura ya sólo habrá un paso, pues los
militares, con razón, exigirán al poder civil mayores cuotas de poder, en vista
de que ellos serán los encargados de sostener a los espurios grupos
hegemónicos, políticos y económicos, que sólo podrán continuar su depredación
del país con las bayonetas, y no con los votos y el consenso de la mayoría de
la población.
[1]
La famosa frase del ministro de Asuntos Exteriores de Francia (durante la
Revolución, con Napoleón y en la restauración), Talleyrand: “Con las bayonetas
se pueden hacer muchas cosas, menos sentarse en ellas”.
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