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Zapata

viernes, 31 de marzo de 2017

CERCO DE OCCIDENTE A VENEZUELA

Desde el fallecimiento de Hugo Chávez hace 4 años, Washington y sus vasallos en Latinoamérica y Europa, han hecho todo lo posible por hostigar y demonizar al gobierno de Nicolás Maduro, con objeto de que la revolución bolivariana caiga del gobierno y se reinstale el neoliberalismo, la subordinación completa a Estados Unidos y el saqueo de los recursos naturales y financieros de Venezuela.
Los gobiernos latinoamericanos que trataron de redistribuir la renta, disminuir la desigualdad en la región, al menos moderar el vasallaje en materia de política exterior y de seguridad respecto a Estados Unidos, y recuperar la soberanía sobre sus recursos naturales, han sido atacados inmisericordemente por las cúpulas empresariales de sus respectivos países, que desean mantener los sistemas de depredación y explotación vigentes en la región por décadas; así como por los medios de comunicación controlados por las oligarquías nativas, y coordinados con los de Estados Unidos, significativamente la CNN, que se ha convertido en la principal propagandista de los cambios de régimen en la región.
La estrategia comandada por Washington para desalojar del poder a estos gobiernos ha dado resultado, ya que por medio de presiones políticas, boicots económicos y de plano golpes de estado en forma o “blandos”, o en su caso por cambios de gobierno mediante procesos electorales, han salido del gobierno Dilma Rousseff en Brasil, Cristina Fernández en Argentina, José Mújica en Uruguay, Manuel Zelaya en Honduras, Fernando Lugo en Paraguay; y en el caso venezolano la muerte de Chávez dejó en el poder a un político con poco carisma, menos preparación que su antecesor y enfrentando la caída (concertada desde Washington y Riyad) de los precios internacionales del petróleo, todo lo cual se ha combinado con una estrategia de los vasallos latinoamericanos de Washington y del gobierno derechista español, para derrocar a Maduro y regresar a Venezuela a su posición de proveedor de materias primas baratas para el imperio y como una ficha más del tablero de dominación estadounidense.
Ante la andanada de ataques internos y externos, más los errores propios, Maduro ha optado por desconocer a la Asamblea Nacional (con mayoría opositora), utilizando al Tribunal Superior de Justicia, con lo que le da el pretexto final al ministerio de colonias estadounidense, es decir la OEA, para justificar la expulsión de Venezuela del organismo y así abrir la puerta al golpismo militar, al que ya están llamando los líderes de la oposición derechista, pro empresarial y vasalla de Washington; con lo cual se puede iniciar una guerra civil, en vista de que el chavismo preparó por años a milicias armadas listas para defender a la revolución bolivariana.
Pero a Estados Unidos y a sus vasallos latinoamericanos no les importa si se provoca un baño de sangre, a ellos lo único que les importa es recuperar el petróleo venezolano para la superpotencia, y a los oligarcas nativos regresar al esquema de explotación demencial del pueblo venezolano.
Para las fuerzas políticas progresistas en México el caso venezolano, así como el brasileño (con la destitución de Dilma Rousseff por parte del Congreso golpista), deben servir de ejemplo de lo que los oligarcas, la subclase política corrupta, la tecnocracia y las élites globalizantes de Washington y Nueva York van a intentar, en caso de un triunfo de Andrés Manuel López Obrador en las elecciones del 2018.

Van a hacer todo lo posible por boicotear su gobierno, ponerlo contra la pared y eventualmente hacerlo caer utilizando al Congreso, como ya lo hicieron en 2005 cuando se aprobó su desafuero como jefe de gobierno de la Ciudad de México. Ominosos tiempos los que vivimos.

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