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Zapata

jueves, 15 de septiembre de 2016

TRUMP DESTRUIRÁ AL NEOLIBERALISMO EN MÉXICO

Donald Trump acaba de dar su discurso sobre el plan económico que pretende aplicar, en caso de llegar a la presidencia de Estados Unidos, ante el Economic Club de Nueva York.
Su propuesta se basa en una disminución brutal de impuestos, especialmente a los grandes empresarios; una desregulación profunda; la utilización de todos los instrumentos legales y extra legales con que cuenta Estados Unidos, para obligar a sus “socios comerciales” a aceptar tratados totalmente favorables a Washington; obligar a las empresas estadounidenses a permanecer en territorio nacional, para preservar los empleos y la inversión; resucitar las moribundas industrias del acero, el carbón y el petróleo; y, detener la inmigración ilegal, con el supuesto objetivo de evitar que sigan cayendo los salarios.
Gran parte de la alocución de Trump estuvo dirigida contra México y China, acusándolos de ser los causantes del déficit comercial del país por 800 mil millones de dólares (sólo de pasada mencionó a Corea del Sur, pero en ningún momento señaló los enormes déficits comerciales que tiene Estados Unidos con la Unión Europea y Canadá); señaló que China manipula su moneda y  realiza prácticas comerciales injustas, con objeto de lograr un superávit comercial, que ya llega a 500 mil millones de dólares con Estados Unidos.
Con respecto a México, siguió culpándolo de llevarse las empresas y los empleos estadounidenses, de tener un superávit comercial brutal; y en esencia, de ser el causante de buena parte de la pérdida de empleos en las regiones manufactureras de Estados Unidos.
Así, Trump señaló que reabrirá todo el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA) a una nueva negociación, en la cual, si Estados Unidos no obtiene todas las ventajas, entonces ya no habrá más tratado de libre comercio. No lo dijo, pero quedó sobre entendido que el tratado se renegociará o se terminará sólo con México, pues nunca ha mencionado a Canadá.
Reiteró que construirá el muro, que México lo pagará y que ya no entrarán más inmigrantes ilegales, ni droga que “envenena” a su juventud (como si fueran “obligados” a comprarla, cuando la mafia que distribuye la droga en Estados Unidos es protegida por policías, políticos y banqueros estadounidenses; de otro modo no podría realizarse comercio tan lucrativo).
En resumidas cuentas, Trump va a desbaratar el proyecto de “integración” que tan afanosamente las élites cosmopolitas de Nueva York y Washington han diseñado a lo largo de los últimos treinta años, para amarrar a México definitivamente como apéndice de la economía estadounidense y como fuente de materias primas regaladas, recursos financieros (ahí está el pago sólo este año, de intereses y comisiones de la deuda pública mexicana, por un monto de 586 mil millones de pesos; más que todo lo dedicado a gasto social en el presupuesto), y mano de obra cuasi esclava.
Los oligarcas mexicanos, aliados y socios de esas élites cosmopolitas, y la obsecuente y corrupta subclase política mexicana (PRI-PAN-PRD-PVEM-PANAL), están viendo ante sus ojos que un nuevo proyecto de imposición capitalista, pero muy diferente al que sumisamente engancharon al país, crece y se fortalece, con lo que todo el esfuerzo de aplastar la protesta social y la oposición política a dicho proyecto explotador-depredador; todo el esfuerzo para desbaratar el nacionalismo revolucionario mexicano, que fue la ideología dominante desde 1910 y hasta 1989, cuando inicia la imposición del modelo neoliberal; todo el trabajo que les costó incluir en la Constitución las “reformas estructurales”, mediante las cuales se consolidaba legalmente el proyecto de sumisión a la potencia hegemónica, están a punto de hundirse por completo, ante la arremetida del resurrecto nacionalismo blanco, racista, xenófobo estadounidense, que no ve a México como socio, amigo o aliado, sino como la principal causa de sus problemas internos y por lo tanto, como una amenaza.
Ante el desfonde de la campaña de la representante del complejo militar industrial y de seguridad, y favorita del lobby pro Israel, Hillary Clinton, debido a su larga historia de uso ilegal y fraudulento de las posiciones políticas que ha ocupado (escándalo de los e-mails), así como su evidente deterioro en la salud, Donald Trump ha iniciado un ascenso, que pudiera ser imparable, en las preferencias electorales (todo dependerá de lo que suceda en los debates), que bien podría llevarlo a la presidencia de los Estados Unidos, y con ello el proyecto de vasallaje y sumisión de México a Estados Unidos, se verá amenazado, pues es el NAFTA y la alianza con las élites cosmopolitas de Nueva York y Washington lo que mantiene en el poder a la subclase política y a los oligarcas.
Si ese proyecto se derrumba (por más que Trump desee seguir imponiendo a México la hegemonía estadounidense, no se da cuenta o no lo quiere ver, que al destruir el proyecto neoliberal, se quedará sin instrumentos para obligar a México a hacer lo que él quiere), es muy factible que renazca en México el nacionalismo, pues la población se está dando cuenta ya (con la estúpida invitación a Trump, que denotó debilidad del gobierno mexicano, y sólo envalentonó más al bravucón candidato republicano), que no tiene en su gobierno un representante que defienda sus intereses (nunca lo ha hecho), y ni siquiera los intereses de la coalición de intereses favorable al NAFTA (de hecho con la invitación a Trump, perjudicó gravemente a dicha coalición).
Así, ahora nos encontramos en una coyuntura extraordinaria, en la que una facción de la clase dominante estadounidense, que está a punto de tomar el poder político, está dispuesta a destrozar a uno de sus principales vasallos y subordinados dentro del esquema de hegemonía mundial, suponiendo que con ello lo obligará a aceptar que tiene que regresar a un esquema de capitalismo dependiente, pero sin visos futuros de “integración” alguna; si no únicamente como colonia de Estados Unidos, sin derechos, ni beneficio alguno.
Trump y sus asesores creen que eso no tendrá consecuencias internas en México. Pero vaya que las tendrá, pues la coalición neoliberal que se ha impuesto al país mediante reiterados fraudes electorales, la represión y la alienación de las masas, ahora perderá a su principal fuente de poder que es el apoyo que ha recibido de las élites cosmopolitas de Nueva York y Washington, las cuales están en retroceso y a la defensiva; lo que únicamente le dejará a los oligarcas y a sus “minions” de la subclase política, la represión contra la creciente inconformidad social, por los desastrosos efectos sociales que tiene un modelo depredador, y que ahora se verá acorralado desde la misma fuente que le dio origen, lo que para todo efecto práctico significará su rápido colapso.
Si ello sucediera así (y bien puede suceder durante las elecciones presidenciales del 2018), pueden presentarse dos escenarios:
-         Ante la rápida pérdida de poder de la coalición neoliberal, acudirán a las fuerzas armadas para “restaurar” su poder, lo que bien puede llevar a una dictadura; o,
-             Obviamente un presidente Trump apoyaría la primera opción, con lo que eso podría implicar el inicio de una guerra civil en México, al estilo de lo sucedido en Centroamérica en los años setenta y ochenta del siglo pasado; aunque claro en una escala y gravedad mucho mayor; o, en la aparición de organizaciones armadas al estilo de las que se formaron en Colombia y que por medio siglo desafiaron a los gobiernos burgueses de ese país.
  ¿Especulaciones? Ya veremos, sobre todo si gana Trump, lo que pasará con el disfuncional, depredador y explotador modelo económico neoliberal impuesto a México por una minoría leal a la superpotencia y vasalla de los peores intereses especuladores y usureros de la economía internacional.

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