¿INGENUO o BRUTALMENTE SINCERO?
Hoy aparece en el periódico El Universal una entrevista con
el nuevo embajador de México en los Estados Unidos[1],
Carlos Manuel Sada Solana, en la cual manifiesta que la estrategia que seguirá
ante las invectivas de Donald Trump y los ataques contra México y los mexicanos
en las campañas electorales de ese país será ”proteger y empoderar a la
comunidad mexicana” (¿qué acaso no lo han hecho las autoridades mexicanas en
todos estos años?); especialmente a los mexicanos indocumentados que suman 6
millones; y promover entre los mexicanos que ya son residentes legales (otros 6
millones), el que adquieran la nacionalidad estadounidense (alrededor de 3.5
millones ya están en posibilidad de solicitarla), con objeto de que cuenten con
más derechos y protección ante posibles deportaciones.
Llama la atención que apenas vayan a iniciar esta labor,
cuando desde hace años la Secretaría de Relaciones Exteriores y en general el
gobierno mexicano, debieron impulsar un programa bien financiado y organizado
para que la mayoría de los mexicanos con residencia legal pudieran adquirir la
nacionalidad estadounidense, y así mejorar su status legal, además de que
podrían votar, y con ello sumar un importante número de electores a las causas
pro mexicanas en ese país.
Después, Sada Solana señala que hasta el 64% de los
estadounidenses (según encuestas que él ha visto), están a favor de una
regularización de los indocumentados, en vista de que son útiles para la
sociedad de Estados Unidos.
Sada asume así que estos mexicanos y muchos miles más que
podrían emigrar a Estados Unidos tienen como objetivo vivir y establecerse
definitivamente ahí, y sin empacho alguno afirma que contribuyen a la economía
y sociedad de ese país de manera positiva. ¿Y qué no sería mejor señor
embajador que esos millones de mexicanos tuvieran oportunidades de estudio y
trabajo en México, en donde podrían aportar con su esfuerzo y creatividad a
nuestra sociedad, en vez de tener que irse, la mayoría de las veces forzados
por falta de empleo o empleos mal pagados, inseguridad y violencia crecientes;
autoridades corruptas y abusivas y un sentido general de fracaso en México?
No, por supuesto que el señor embajador no hace esas
reflexiones, y por el contrario se siente muy orgulloso de que los mexicanos
aporten tanto a los Estados Unidos.
El colmo es que Sada afirma que con campañas de comunicación,
de relaciones públicas y acercándose a actores importantes del Poder Ejecutivo,
el Congreso, la iniciativa privada y gobiernos locales, se les puede hacer ver
las contribuciones positivas de México y los mexicanos a Estados Unidos (como
los 600 mil millones de dólares de comercio anual entre ambos países o que 6
millones de empleos en Estados Unidos están vinculados a las exportaciones a
México).
¿Es ingenuo o la “inteligentísima” secretaria Ruiz Massieu le
sugirió tan sofisticada estrategia?
Díganme qué cuernos le importa lo que les informe el
embajador Sada (o los cónsules, o despachos de relaciones públicas que van a
cobrar cientos de miles de dólares por enviar unos cuantos correos
electrónicos) a los senadores y representantes de estados como Arizona o Texas,
en donde la narrativa de la migración ilegal, el narcotráfico y hasta las
enfermedades que vienen del sur, les dan miles de votos a dichos políticos; o a
senadores y representantes de Michigan, Ohio, Indiana, etc., en donde cientos o
miles de empresas han cerrado, para relocalizarse en México y otros países con
escasas o nulas regulaciones laborales y ambientales, y con salarios de hambre;
retórica que les permite culpar a México de políticas que los propios gobiernos
de Estados Unidos han promovido (el libre comercio, la apertura económica, la
globalización financiera), y así cosechar miles de votos.
Por favor, los millones de dólares que el gobierno mexicano
se va a gastar en su campaña de comunicación y relaciones públicas, sólo va a
servir para engordar las carteras de algunos despachos y ex políticos bien
conectados que se van a forrar de billetes, pero no va a cambiar una coma del
discurso anti inmigrante, anti mexicano y xenófobo que permea continuamente (y
que crece cada vez más) los procesos electorales locales y federales en Estados
Unidos.
De plano Sada manifiesta que el objetivo del neoliberal
gobierno mexicano es convencer a los estadounidenses (gobierno y sociedad) que
el presente y el futuro es una “integración económica”, que somos “los mejores
aliados de Estados Unidos” y que se debe tender hacia una comunidad “binacional”
(¿le dio un ataque de sinceridad?).
Es decir, aquí tienen a su mano de obra barata (casi regalada);
aquí tienen los recursos naturales de México para que sus trasnacionales los
exploten a placer; aquí tienen a un gobierno sumiso que hará lo que Estados
Unidos quiera en el ámbito internacional; aquí tienen a una población dispuesta
a servir en el ejército intervencionista estadounidense, a limpiar sus baños; a
construir sus casas y edificios; a levantar sus cosechas, a venderles las
drogas a sus millones de adictos, etc. Y sólo pedimos a cambio que dejen entrar
a todos nuestros pobres a su país, porque en México no podemos darles trabajo,
ni seguridad, ni oportunidades de una vida digna.
Esa entrevista con el nuevo embajador de México en Estados
Unidos es la mejor prueba de que la subclase corrupta y mafiosa mexicana y sus
socios oligarcas ven como destino para nuestro país ser un siervo de Estados
Unidos, sin ningún tipo de proyecto propio, nacional, soberano, en el cual se
pueda plantear una cooperación sin servilismo, ni subordinación a Washington. Para
estos cipayos, el único futuro de México es ser el tapete (y hasta el inodoro)
de la superpotencia. Y por eso están sufriendo ante los ataques de Trump, pues
está amenazando con destruir su tan anhelado deseo de convertirse en los
Herodes del nuevo Imperio Romano.
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