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Zapata

sábado, 16 de enero de 2016

PEÑA EN MEDIO ORIENTE; MOREIRA EN LA CÁRCEL Y EL "CHAPO" EN EL CINE

Peña Nieto inicia una gira por Arabia Saudita, Kuwait, Emiratos Arabes Unidos y Qatar (hace poco recibió en México al emir de dicho país), supuestamente para firmar diversos acuerdos en materia económica. 
Peña llega en un momento por demás inadecuado, a una región en llamas, y acude a visitar a un grupo de países sunnitas, que acaban de romper relaciones diplomáticas con Irán, después de que Arabia decidió ejecutar al clérigo chiíta Nimr al Nimr, lo que provocó la ira en los países de mayoría chííta de la región, y la ocupación y saqueo de la embajada árabe en Teherán, lo que sirvió de justificación a Riyad para la ruptura de relaciones diplomáticas, a la que se sumaron los países satélites de la casa real Saud, y que son justamente a los que va a visitar Peña.
Se entendería que el viaje pudiera servir para discutir algún tipo de acción concertada con estos países miembros de la OPEP, para evitar un mayor deterioro en el precio internacional del petróleo, que en el caso de la mezcla mexicana ya cayó por debajo de los 22 dólares por barril. Pero eso sería pedir peras al olmo, en vista de que México, desde hace 3 décadas y media,, no decide nada en materia petrolera, si no es antes avalado u ordenado por Washington. Si bien en este caso, Peña va a visitar a aliados de los estadounidenses, sería imposible que fuera a discutir o acordar algún curso de acción distinto al marcado por Washington en el tema petrolero.
¿O va Peña a que los sauditas lo instruyan en la forma de reprimir a los disidentes y en formas medievales -como cortar cabezas o miembros- de violar derechos humanos, de los que por cierto Amnistía Internacional afirma que es la peor crisis en dicha materia en nuestro país, en su historia reciente?
Más parece que Peña desea ir de paseo a estos países, antes de presentarse en Davos, Suiza, donde será instruido nuevamente en cómo "acelerar" la implementación de las reformas estructurales, y del Acuerdo Transpacífico, con los cuales las grandes trasnacionales seguirán saqueando al país en los próximos años.
En su viaje a Medio Oriente, Peña hará una escala técnica en Málaga, España, país en donde acaba de ser aprehendido el ex presidente del CEN del PRI y ex gobernador de Coahuila, Humberto Moreira, acusado de blanqueo de dinero y otros delitos financieros, pues en los últimos años (ya fuera del PRI, por las acusaciones en su contra de haber defraudado miles de millones de pesos del erario de Coahuila, con préstamos conseguidos con firmas falsas), se ha dado a la tarea de depositar en bancos españoles algunos cientos de miles de dólares, que no tienen un origen claro, al menos para las autoridades españolas (para las mexicanas, que lo han dejado operar sin problemas, no debe haber duda de dónde proviene ese dinero: de la corrupción).
La policía española, al dar a conocer la captura en el aeropuerto de Barajas en Madrid, a través de un tuit, pareció burlarse de Peña al señalar "misión cumplida", tal como Peña había tuiteado cuando dio a conocer la recaptura de el "Chapo" Guzmán.
Otra vez cuando Peña sale al extranjero, esperando capitalizar la recaptura del líder del cártel de Sinaola (la vez anterior cuando iba a Francia se dio a conocer la fuga del narcotraficante, dejándolo en ridículo en el mundo), ahora se da a conocer la captura de un ex dirigente del PRI, quien en su momento fue muy cercano de Peña.
Está claro que esto tomó por sorpresa al gobierno mexicano y al PRI que han pedido no adelantar "juicios" y esperar a que se realice el procedimiento legal correspondiente. Y es que el mensaje es claro: en México no se persigue, ni se castiga a los corruptos (pues no, porque los corruptos gobiernan al país), y tienen que ser instancias internacionales las que le enmienden la plana a la subclase política mexicana.
Y en estos días se acaba de estrenar una película que se hizo al vapor, por una productora poco conocida y con bajo presupuesto, llamada "Capo: el escape del siglo", en referencia a la fuga de el "Chapo" Guzmán del CEFERESO del Altiplano el 11 de julio del 2015.
Si bien la película iba a llevar el nombre del narcotraficante, es decir "Chapo: el escape del siglo"; la recaptura de Guzmán Loera (que por lo visto los productores no esperaban que sucediera tan pronto), y el escándalo sobre la posibilidad de que se filmara una película biográfica de el "Chapo", en la que estaría involucrada Kate del Castillo (Sean Penn sólo intervino para realizar la pésima entrevista en Rolling Stone), los obligaron a cambiar el nombre a "Capo", para evitarse problemas con posibles investigaciones que los relacionara directamente con el narcotraficante y el mencionado proyecto.
Lo que llama la atención de la película, es que a todo lo largo de la misma se pinta a los narcotraficantes como más confiables, más apegados a su familia y hasta con "palabra de honor", a diferencia del gobierno mexicano y del de Estados Unidos, que son presentados como unos traidores (traicionan al "capo" al no cumplirle que no lo extraditarían a Estados Unidos; y los estadounidenses lo traicionan, pues hacen tratos directos con los colombianos para quitar como intermediario al "capo"); como unos chantajistas (secuestran a la familia de un narcotraficante, denominado "cochiloco" para obligarlo a que les ayude a dar con el "capo"); y unos corruptos (todos, gobierno mexicano, muy señaladamente generales del Ejército y funcionarios carcelarios; y de Estados Unidos reciben dinero del narcotráfico y ahora los estadounidenses quieren manejar directamente el negocio, sin intervención de los cárteles mexicanos).
Llama la atención que abiertamente se presente al secretario de Gobernación y al Presidente (en vista de que la película inicia con la fuga de el "Capo", pero presentando las imágenes del túnel y del propio "Chapo" en la celda, antes de escapar, se infiere que está referida al actual gobierno) negociando directamente con el "Capo" e incluso siendo regañados por éste.
Lo que proyecta esta película es que hay una versión de los hechos, que más allá de que sea un argumento cinematográfico, trasluce la forma en que los narcotraficantes se ven a sí mismos y a los gobiernos que dicen combatirlos. Para ellos, los gobernantes de México, Estados Unidos, Colombia (incluso mencionan al gobierno de Maduro en Venezuela), los usan para hacer el trabajo sucio en el negocio del narcotráfico, y cuando sienten demasiada presión social o internacional, o son excesivamente ambiciosos, deciden quitarlos del camino, pero no porque les importe terminar con el narcotráfico, sino para manejarlo ellos, según sus intereses. Los narcos son piezas intercambiables en un negocio que al final es manejado por gobiernos, ejércitos, policía, banqueros y empresarios, los verdaderos jefes del crimen organizado internacional.


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