El poder de la mafia
Ruth
Zavaleta Salgado
https://www.excelsior.com.mx/opinion/ruth-zavaleta-salgado/el-poder-de-la-mafia/1522867
El papa
Francisco fue contundente: “¡Cuantos asesinatos en México! ...” fue parte del
mensaje que emitió para expresar su consternación por el cruel asesinato de los
jesuitas Javier Campos y Joaquín César Mora Salazar en la comunidad de
Cerocahui, Chihuahua. Las expresiones de indignación en México ya se habían
extendido desde el martes 21 , cuando se supo la noticia.
Un día antes
(el mismo en que sucedieron los asesinatos), la titular de la Secretaría de
Seguridad y Protección Ciudadana dio a conocer las nuevas cifras del dolor. Con
un esfuerzo mal logrado, Rosa Icela Rodríguez trató de disfrazar los datos que
evidencian el incremento de homicidios dolosos entre el mes de abril y mayo: De
2,554 a 2,833. Con estos números, mayo de 2022 se convirtió en el mes más
sangriento desde que se registran las estadísticas. Pero, además, falta sumar
los desaparecidos, que mes con mes se incrementan.
No hay duda,
los datos son duros, aunque el presidente Andrés Manuel López Obrador se lave
las manos, ya lleva más de tres años en el gobierno y le falló a los mexicanos
en materia de seguridad pública: 121,655 homicidios dolosos y más de 100,000
desaparecidos. No es una sorpresa, desde que inició este sexenio, no hay
estrategia de seguridad pública y la impunidad y falta de procuración de
justicia persisten.
Sólo así
puede explicarse que el presunto asesino de los jesuitas en la sierra
Tarahumara, José Noriel Portillo, alias El Chueco que ya había sido señalado
por el propio exgobernador, Javier Corral de ser responsable del asesinato del
turista Patrick Braxton Andrew en el 2018, siguiera libre imponiendo el terror
en la zona, en donde, a decir del propio Presidente de la República, hay una
fuerte presencia del crimen organizado. Si ya lo sabe, ¿por qué deja que los
criminales controlen esa y muchas otras regiones del país? Es real, ahí están
los testimonios de personas desplazadas territorialmente por los criminales en
Guerrero, Zacatecas, Michoacán, Guanajuato, etcétera, que presenta Humberto
Padgett en el noticiario de Ciro Gómez Leyva en Imagen Televisión, son
demoledores, son dolorosos.
De esta
forma, es evidente que el titular del Poder Ejecutivo comete un error al no
querer escuchar los reclamos para modificar las acciones de seguridad. No sólo
se lo pide la Conferencia del Episcopado Mexicano, sino diversos especialistas
del tema.
Incluso,
tiene que recordar que él llegó a la Presidencia porque sembró la esperanza de
que iba a enfrentar la corrupción, la violencia, la inseguridad. Aunque ahora
diga que esos delitos son del fuero común, sabe muy bien que los gobiernos
locales no actúan porque no pueden, no tienen recursos ni económicos ni
humanos, porque él los ha concentrado. Incluso, a los gobiernos municipales les
retiro los recursos para prevenir los delitos.
Por otra parte,
aunque se empeña en echarle la culpa a los presidentes anteriores, una y otra
vez repite: Abrazos y no balazos.
Tal vez el
Presidente cree que el mensaje es recibido por los criminales y lo van a
obedecer como si él fuera su líder moral. Pero ellos no le hacen caso, las
consecuencias están a la vista, todos los días los balazos de los criminales
cobran la vida de cientos de personas. Este sexenio ya es más sangriento que el
de Felipe Calderón y, quizás, termine peor que el de Enrique Peña Nieto.
Lamentablemente,
no existe ninguna evidencia de que alguien haya gobernado con abrazos y haya
logrado pacificar un país.
Tampoco
existe lo que supone el Presidente que él representa: el “pueblo bueno” que
lucha contra el “pueblo malo”. No hay tal. Aunque el Presidente trate de
dividirnos, existe un solo país de ciudadanos agobiados por los problemas
públicos que él prometió resolver. Pero fue pura demagogia. Así son los
gobiernos populistas. Ganan elecciones con discursos maniqueístas, pero no
saben gobernar porque eso implica trabajar en equipo, respetar la ley, actuar
sin autoritarismo, sin rencores, con coordinación entre los tres niveles de
gobierno y, con el único objetivo de garantizar los derechos de todos los
ciudadanos.
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