LA SUCESIÓN PRESIDENCIAL ADELANTADA, MIENTRAS EL PAÍS SE HUNDE
No cabe duda
de que el presidente López Obrador (AMLO) conoce bien la idiosincrasia del
mexicano. Sabe perfectamente como distraer al público y a los medios de
comunicación de los reales problemas del país.
Desde el año
pasado el presidente abrió el juego sucesorio, mencionando a 5 o 6 de sus
colaboradores como sus posibles sucesores; y entre burlas, provocando a los
partidos de oposición para que también ya comiencen a buscar a sus posibles
candidatos presidenciales.
La realidad
es que el presidente ha diagnosticado el muy caótico cierre de sexenio que
le espera, y por ello ha adelantado el proceso sucesorio, sabiendo que si algo
ha fascinado a la clase política, a los medios de comunicación, a los analistas
y al público medio interesado en los asuntos políticos, es el juego sucesorio,
que desde la época priista ha concitado tanta atención y polémica.
Con ello
AMLO logra dos objetivos primordiales, primero desvía la atención de problemas
serios, que no se resolvieron mínimamente, ni se resolverán en lo que queda de
su gobierno, como la inseguridad, con más de 120 mil homicidios dolosos durante
su administración (más que los dos anteriores gobiernos de Calderón y Peña
Nieto); más de 100 mil desaparecidos; y una tasa de impunidad de más del 96% de
los delitos.
Eso, sumado al
crecimiento exponencial del delito de extorsión y cobro de piso en todo el
país, que exprime aún más recursos económicos a la población, ya golpeada por
dos años de pandemia y de cierre obligado de actividades económicas; que ahora,
también debe sufrir los efectos de una inflación de casi 8%, un crecimiento económico
raquítico que este año no llegará ni a 2% (y en promedio, en todo el sexenio
seguirá con la misma tendencia); y tasas de interés que podrían llegar al 10%
al final de año, para combatir la inflación, pero que provocarán un freno mayor
a la economía.
El segundo
objetivo de AMLO es adelantarse a la oposición política en la campaña presidencial,
aprovechando la visibilidad que él puede darle a sus posibles sucesores desde
el gobierno, y así ganar presencia entre la población para sus precandidatos;
además de que mantiene el control del proceso sucesorio dentro de su coalición
gobernante.
En suma el
país, se debate en una crisis de inseguridad, violencia e impunidad cada vez
más aguda; en medio de una precaria y mediocre situación económica y con una
creciente polarización política y social (azuzada desde la misma presidencia de
la República); ahora estará dos años entretenido en las apuestas y
especulaciones sobre quiénes serán los candidatos presidenciales, mientras los
problemas siguen creciendo y el país se sigue hundiendo.
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