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Zapata

martes, 19 de abril de 2022

 LA ARQUITECTURA DEL PODER MUNDIAL DESPUÉS DEL CONFLICTO EN UCRANIA

Aún no sabemos cuándo, ni cómo terminará la “operación especial militar” rusa en Ucrania; los costos, cada vez más elevados que tendrá para la población de dicho país y su gobierno; y también para Rusia y sus habitantes; así como para el resto del mundo en materia económica y social.

Pero aquí nos aventuraremos a especular cuáles serán los impactos que dos escenarios del fin de dicho conflicto pudieran tener para la lucha por la hegemonía mundial, y por lo tanto, para la futura arquitectura del poder en el mundo, entre las grandes potencias y sus países aliados y vasallos.

ESCENARIO 1

Rusia derrota a la resistencia ucraniana en la región del Donbás, y por lo mismo termina de conectar a la península de Crimea con dicha región, tomando el puerto de Mariupol

Ello convence a la dirigencia ucraniana que es preferible llegar a acuerdos con Moscú, dado que el objetivo principal de los rusos se ha alcanzado; y lo que conviene es terminar el conflicto y lograr que los rusos ya no se apropien de más territorio ucraniano y evitar una mayor destrucción del país.

En este sentido, a pesar de las presiones y obstáculos que Estados Unidos y la OTAN despliegan para evitar que Ucrania acepte su “derrota”, Zelensky y Putin llegan a un acuerdo con las siguientes características:

a)   Cese de hostilidades; intercambio de prisioneros y recuperación y entrega de cadáveres de ambos bandos.

b)   Establecimiento de corredores humanitarios para el regreso o salida (según deseo de los habitantes) de territorio ucraniano, garantizado por la Cruz Roja Internacional y por países garantes del acuerdo (podrían ser de parte de Ucrania, Austria que no pertenece a la OTAN; y China por parte de Rusia).

c)   Aceptación por parte de Ucrania (Ejecutivo y Legislativo) de que Ucrania no se adherirá a la OTAN; no desplegará armamento que pueda poner en riesgo la seguridad rusa (misiles de diferente alcance; aviones y bombarderos; armas nucleares, etc.) y se establecerá un canal de comunicación permanente entre Moscú y Kiev para atender cualquier tipo de posible malentendido o interpretación distinta sobre lo acordado.

d)   Ucrania podrá seguir con su proceso para integrarse a la Unión Europea.

e)   Ucrania no aceptaría formalmente la pérdida de territorio, pues ni el Legislativo, ni un referéndum avalarían eso; pero de facto, ya no intentaría la devolución de los territorios perdidos; y a cambio, Rusia no exigiría, al menos inmediatamente, una declaración oficial (en la Constitución ucraniana), aceptando la pérdida del territorio.

f)     Rusia no aceptaría ningún pago de indemnización a Ucrania, en tanto todas y cada una de las sanciones de Occidente contra ella, no fueran definitivamente levantadas.

g)   Una vez que Rusia asegurara que lo anterior estuviera garantizado, retiraría sus tropas de las zonas que no se ha anexionado.

Un acuerdo de esa naturaleza, que digamos, se lograra antes del final de este año, sería un golpe brutal a la estrategia de Estados Unidos y de Occidente de utilizar el conflicto ucraniano como un medio para “sangrar” y debilitar a Rusia; mantener el flujo de armamento hacia Ucrania (no sólo para lastimar a Rusia, sino también para mantener los pedidos de armamento al complejo militar-industrial; y para probar dicho armamento en una guerra en curso); solidificar la “alianza atlántica” y el liderazgo de Estados Unidos; debilitar la relación ruso-china, mediante la presión constante a Pekín para que se aleje de Moscú, por su invasión a Ucrania; y, seguir aislando a Rusia del resto del mundo, especialmente de los países subdesarrollados, para obligar a estos a alinearse con la lógica geopolítica de Occidente.

En cambio, si Rusia lograra algo similar a este escenario, podría detener el deterioro de una situación militar que podría prolongarse por muchos meses y hasta años, lo que hubiera permitido con ello a Occidente mantener a Moscú estancado ahí, gastando ingentes recursos de todo tipo, sin una conclusión favorable a sus intereses. Además de que el pretexto para aislar a Rusia, es decir su intervención militar en Ucrania, hubiera permanecido en el tiempo.

Por ello, para Moscú es de la mayor importancia finalizar lo antes posible sus objetivos estratégicos en el teatro de guerra ucraniano, para así cerrarle la posibilidad a Occidente de que debilite cada vez más a Moscú con las sanciones económicas, el aislamiento internacional y una guerra de largo plazo en Ucrania.

Si se verifica este escenario, Estados Unidos y sus aliados de la OTAN habrán conseguido debilitar temporalmente al gobierno de Putin, ya que las sanciones económicas y el aislamiento internacional de Moscú no desaparecerían con el acuerdo citado arriba, ya que los países occidentales exigirían el regreso de todo el territorio ucraniano tomado por los rusos y el pago de indemnizaciones; además de la entrega de los principales dirigentes rusos para ser juzgados como “criminales de guerra”.

Es decir, para Occidente el acuerdo que hemos señalado entre rusos y ucranianos no sería “valido” en tanto no le sirve para sus intereses estratégicos, que tienen que ver con el permanente debilitamiento y aislamiento de Rusia, hasta que caiga el gobierno de Putin y se establezca otro que esté dispuesto a subordinarse a Washington y a la OTAN.

Así, aunque Ucrania pudiera terminar el conflicto para evitar más muerte, destrucción y desplazamiento de su población, Occidente no lo consideraría terminado, sino hasta doblar a Rusia a sus exigencias y condiciones, lo que alargaría este conflicto entre las potencias, por varios años más, estableciéndose una división tajante entre Estados Unidos y Europa, por un lado y Moscú y en una creciente medida Pekín (que no se puede dar el lujo de abandonar a los rusos, pues el siguiente en la lista de Occidente es China), por el otro.

La lucha por la hegemonía mundial ya no tendría más que dos campos, el de Occidente y el de Rusia y China, pues los países que intenten desarrollar una especie de “neutralidad” en esa confrontación, se verían crecientemente presionados por ambos bandos (especialmente el lidereado por Estados Unidos), para privilegiar sus relaciones con uno u otro.

La subordinación europea a Estados Unidos acabaría por eliminar por varios años, cualquier posibilidad de que los europeos se convirtieran, por derecho propio, en un bloque autónomo que sirviera de puente entre los dos principales contendientes.

Y por su parte Rusia y China profundizarían su cooperación y su intento por dominar el espacio geoeconómico y geopolítico del centro de Asia (hasta donde fuera posible, sin llegar a un conflicto con la India); y las relaciones económicas globales se verían así partidas en espacios geoeconómicos distintos, con pocas o nulas relaciones entre ellos (aunque China, en principio, mantendría una presencia relevante en distintas regiones del mundo).

ESCENARIO 2

Rusia, a pesar de lograr la conquista de la mayor parte de la región del Donbás, sigue enfrentando una resistencia ucraniana fortalecida con armas, logística e incluso fuerzas especiales de Occidente, que permiten prolongar la lucha en el Este, en donde se intenta una y otra vez la derrota de las tropas rusas.

En esta situación, Occidente puede evitar que Zelensky y la dirigencia ucraniana pacten un acuerdo global que favorezca a Moscú, con lo que la guerra se prolonga más allá de este año; y peor aún, la llegada de mercenarios en apoyo de ambos bandos; e incluso de grupos terroristas de Medio Oriente (ISIS), para aprovechar la guerra en beneficio de sus intereses, complican cualquier tipo de acuerdo y la intensificación de la destrucción de Ucrania (los rusos comienzan a atacar los transportes de Occidente que entregan armamento a los ucranianos); se intensifican la masacres por parte de ambos bandos y se rompen las posibilidades de una negociación, ante las continuas acusaciones mutuas de cometer crímenes de guerra.

En un escenario así, Occidente puede prolongar el conflicto por años, favoreciendo su estrategia de aislamiento total de Rusia, presiones mayores a Pekín para que abandone a su aliado; subordinación completa de los europeos a las directrices estadounidenses (además del ya anunciado crecimiento de la OTAN con los países nórdicos); intensificación de la carrera armamentista y serios riesgos de que el escalamiento en la guerra y en las declaraciones de ambos bandos lleven a una confrontación directa entre la OTAN y Rusia.

CONCLUSIÓN

Para Estados Unidos y sus aliados el conflicto ucraniano ha abierto la puerta para fortalecer su hegemonía mundial, al demonizar a Rusia por su intervención militar en Ucrania, y así debilitarla militar, económica y diplomáticamente, con lo que una de las dos grandes potencias que considera retadoras de su dominio mundial, quedaría seriamente disminuida; mientras que la otra, China, se vería debilitada también, al tener que apoyar económicamente a una aislada Rusia y al mismo tiempo intentar detener las presiones de Occidente para que se subordine a su estrategia.

Pero ello depende de que el conflicto se prolongue por años, ya que si Rusia puede terminarlo en términos relativamente favorables a sus intereses, en un lapso corto, a pesar del aislamiento y las sanciones impuestas por Estados Unidos y sus aliados, los rusos podrían no quedar tan débiles; y por el contrario, habrían eliminado una amenaza creciente a su seguridad proveniente del territorio ucraniano, que podría quedar como una especie de “estado vasallo” ruso, al menos en el aspecto militar.

En todo caso, la crisis ucraniana ha quitado ya las máscaras en la disputa por la hegemonía mundial y ello ha elevado los riesgos de una confrontación militar directa entre Rusia y la OTAN, que podría llevar a la destrucción de Europa.

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