LA ARQUITECTURA DEL PODER MUNDIAL DESPUÉS DEL CONFLICTO EN UCRANIA
Aún no
sabemos cuándo, ni cómo terminará la “operación especial militar” rusa en
Ucrania; los costos, cada vez más elevados que tendrá para la población de
dicho país y su gobierno; y también para Rusia y sus habitantes; así como para
el resto del mundo en materia económica y social.
Pero aquí
nos aventuraremos a especular cuáles serán los impactos que dos escenarios del
fin de dicho conflicto pudieran tener para la lucha por la hegemonía mundial, y
por lo tanto, para la futura arquitectura del poder en el mundo, entre las
grandes potencias y sus países aliados y vasallos.
ESCENARIO
1
Rusia derrota
a la resistencia ucraniana en la región del Donbás, y por lo mismo termina de conectar
a la península de Crimea con dicha región, tomando el puerto de Mariupol
Ello
convence a la dirigencia ucraniana que es preferible llegar a acuerdos con
Moscú, dado que el objetivo principal de los rusos se ha alcanzado; y lo que
conviene es terminar el conflicto y lograr que los rusos ya no se apropien de
más territorio ucraniano y evitar una mayor destrucción del país.
En este
sentido, a pesar de las presiones y obstáculos que Estados Unidos y la OTAN
despliegan para evitar que Ucrania acepte su “derrota”, Zelensky y Putin llegan
a un acuerdo con las siguientes características:
a)
Cese
de hostilidades; intercambio de prisioneros y recuperación y entrega de
cadáveres de ambos bandos.
b)
Establecimiento
de corredores humanitarios para el regreso o salida (según deseo de los
habitantes) de territorio ucraniano, garantizado por la Cruz Roja Internacional
y por países garantes del acuerdo (podrían ser de parte de Ucrania, Austria que
no pertenece a la OTAN; y China por parte de Rusia).
c)
Aceptación
por parte de Ucrania (Ejecutivo y Legislativo) de que Ucrania no se adherirá a
la OTAN; no desplegará armamento que pueda poner en riesgo la seguridad rusa
(misiles de diferente alcance; aviones y bombarderos; armas nucleares, etc.) y
se establecerá un canal de comunicación permanente entre Moscú y Kiev para
atender cualquier tipo de posible malentendido o interpretación distinta sobre
lo acordado.
d)
Ucrania
podrá seguir con su proceso para integrarse a la Unión Europea.
e)
Ucrania
no aceptaría formalmente la pérdida de territorio, pues ni el Legislativo, ni
un referéndum avalarían eso; pero de facto, ya no intentaría la
devolución de los territorios perdidos; y a cambio, Rusia no exigiría, al menos
inmediatamente, una declaración oficial (en la Constitución ucraniana), aceptando
la pérdida del territorio.
f)
Rusia
no aceptaría ningún pago de indemnización a Ucrania, en tanto todas y cada una
de las sanciones de Occidente contra ella, no fueran definitivamente
levantadas.
g)
Una
vez que Rusia asegurara que lo anterior estuviera garantizado, retiraría sus
tropas de las zonas que no se ha anexionado.
Un acuerdo
de esa naturaleza, que digamos, se lograra antes del final de este año, sería
un golpe brutal a la estrategia de Estados Unidos y de Occidente de utilizar el
conflicto ucraniano como un medio para “sangrar” y debilitar a Rusia; mantener
el flujo de armamento hacia Ucrania (no sólo para lastimar a Rusia, sino
también para mantener los pedidos de armamento al complejo militar-industrial;
y para probar dicho armamento en una guerra en curso); solidificar la “alianza
atlántica” y el liderazgo de Estados Unidos; debilitar la relación ruso-china,
mediante la presión constante a Pekín para que se aleje de Moscú, por su
invasión a Ucrania; y, seguir aislando a Rusia del resto del mundo, especialmente
de los países subdesarrollados, para obligar a estos a alinearse con la lógica
geopolítica de Occidente.
En cambio,
si Rusia lograra algo similar a este escenario, podría detener el deterioro de
una situación militar que podría prolongarse por muchos meses y hasta años, lo
que hubiera permitido con ello a Occidente mantener a Moscú estancado ahí,
gastando ingentes recursos de todo tipo, sin una conclusión favorable a sus
intereses. Además de que el pretexto para aislar a Rusia, es decir su intervención
militar en Ucrania, hubiera permanecido en el tiempo.
Por ello,
para Moscú es de la mayor importancia finalizar lo antes posible sus objetivos
estratégicos en el teatro de guerra ucraniano, para así cerrarle la posibilidad
a Occidente de que debilite cada vez más a Moscú con las sanciones económicas,
el aislamiento internacional y una guerra de largo plazo en Ucrania.
Si se
verifica este escenario, Estados Unidos y sus aliados de la OTAN habrán
conseguido debilitar temporalmente al gobierno de Putin, ya que las sanciones
económicas y el aislamiento internacional de Moscú no desaparecerían con el
acuerdo citado arriba, ya que los países occidentales exigirían el regreso de
todo el territorio ucraniano tomado por los rusos y el pago de indemnizaciones;
además de la entrega de los principales dirigentes rusos para ser juzgados como
“criminales de guerra”.
Es decir,
para Occidente el acuerdo que hemos señalado entre rusos y ucranianos no sería
“valido” en tanto no le sirve para sus intereses estratégicos, que tienen que
ver con el permanente debilitamiento y aislamiento de Rusia, hasta que caiga el
gobierno de Putin y se establezca otro que esté dispuesto a subordinarse a
Washington y a la OTAN.
Así, aunque
Ucrania pudiera terminar el conflicto para evitar más muerte, destrucción y
desplazamiento de su población, Occidente no lo consideraría terminado, sino
hasta doblar a Rusia a sus exigencias y condiciones, lo que alargaría este
conflicto entre las potencias, por varios años más, estableciéndose una
división tajante entre Estados Unidos y Europa, por un lado y Moscú y en una
creciente medida Pekín (que no se puede dar el lujo de abandonar a los rusos,
pues el siguiente en la lista de Occidente es China), por el otro.
La lucha por
la hegemonía mundial ya no tendría más que dos campos, el de Occidente y el de
Rusia y China, pues los países que intenten desarrollar una especie de
“neutralidad” en esa confrontación, se verían crecientemente presionados por
ambos bandos (especialmente el lidereado por Estados Unidos), para privilegiar
sus relaciones con uno u otro.
La
subordinación europea a Estados Unidos acabaría por eliminar por varios años,
cualquier posibilidad de que los europeos se convirtieran, por derecho propio,
en un bloque autónomo que sirviera de puente entre los dos principales
contendientes.
Y por su
parte Rusia y China profundizarían su cooperación y su intento por dominar el
espacio geoeconómico y geopolítico del centro de Asia (hasta donde fuera
posible, sin llegar a un conflicto con la India); y las relaciones económicas
globales se verían así partidas en espacios geoeconómicos distintos, con pocas
o nulas relaciones entre ellos (aunque China, en principio, mantendría una
presencia relevante en distintas regiones del mundo).
ESCENARIO
2
Rusia, a
pesar de lograr la conquista de la mayor parte de la región del Donbás, sigue
enfrentando una resistencia ucraniana fortalecida con armas, logística e
incluso fuerzas especiales de Occidente, que permiten prolongar la lucha en el
Este, en donde se intenta una y otra vez la derrota de las tropas rusas.
En esta
situación, Occidente puede evitar que Zelensky y la dirigencia ucraniana pacten
un acuerdo global que favorezca a Moscú, con lo que la guerra se prolonga más
allá de este año; y peor aún, la llegada de mercenarios en apoyo de ambos
bandos; e incluso de grupos terroristas de Medio Oriente (ISIS), para
aprovechar la guerra en beneficio de sus intereses, complican cualquier tipo de
acuerdo y la intensificación de la destrucción de Ucrania (los rusos comienzan
a atacar los transportes de Occidente que entregan armamento a los ucranianos);
se intensifican la masacres por parte de ambos bandos y se rompen las
posibilidades de una negociación, ante las continuas acusaciones mutuas de
cometer crímenes de guerra.
En un
escenario así, Occidente puede prolongar el conflicto por años, favoreciendo su
estrategia de aislamiento total de Rusia, presiones mayores a Pekín para que
abandone a su aliado; subordinación completa de los europeos a las directrices
estadounidenses (además del ya anunciado crecimiento de la OTAN con los países
nórdicos); intensificación de la carrera armamentista y serios riesgos de que
el escalamiento en la guerra y en las declaraciones de ambos bandos lleven a
una confrontación directa entre la OTAN y Rusia.
CONCLUSIÓN
Para Estados
Unidos y sus aliados el conflicto ucraniano ha abierto la puerta para
fortalecer su hegemonía mundial, al demonizar a Rusia por su intervención
militar en Ucrania, y así debilitarla militar, económica y diplomáticamente,
con lo que una de las dos grandes potencias que considera retadoras de su
dominio mundial, quedaría seriamente disminuida; mientras que la otra, China,
se vería debilitada también, al tener que apoyar económicamente a una aislada Rusia
y al mismo tiempo intentar detener las presiones de Occidente para que se
subordine a su estrategia.
Pero ello
depende de que el conflicto se prolongue por años, ya que si Rusia puede
terminarlo en términos relativamente favorables a sus intereses, en un lapso
corto, a pesar del aislamiento y las sanciones impuestas por Estados Unidos y
sus aliados, los rusos podrían no quedar tan débiles; y por el contrario,
habrían eliminado una amenaza creciente a su seguridad proveniente del
territorio ucraniano, que podría quedar como una especie de “estado vasallo”
ruso, al menos en el aspecto militar.
En todo
caso, la crisis ucraniana ha quitado ya las máscaras en la disputa por la
hegemonía mundial y ello ha elevado los riesgos de una confrontación militar directa
entre Rusia y la OTAN, que podría llevar a la destrucción de Europa.
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