EU no reconoce a la Corte Penal Internacional, pero pide juicio contra Putin
David
Brooks
https://www.jornada.com.mx/2022/04/08/mundo/020n2mun
Periódico La Jornada
Viernes 8 de abril de 2022, p. 20
Nueva York.,
El gobierno de Joe Biden, legisladores estadunidenses, medios nacionales y
agrupaciones de derechos humanos estadunidenses, entre otros, están llamando a
comenzar un juicio contra Vladimir Putin por crímenes de guerra, pero
enfrentan un grave problema: Estados Unidos no reconoce, y hasta ha amenazado
con represalias a la instancia internacional encargada de esos juicios, la
Corte Penal Internacional.
El lunes
pasado, Biden llamó a su homólogo ruso criminal de guerra, tipo
brutal y declaró que debería enfrentar un juicio de crimen de guerra.
Agregó que
es necesario recaudar todos los detalles para que esto pueda ser, para
tener un juicio de tiempo de guerra.
Pero el
mandatario estadunidense seguramente sabe que Washington no puede por sí solo
llevar un caso ante la Corte Penal Internacional (CPI), ya que es uno de los
pocos países que no han firmado el acuerdo que dio vida a esa instancia.
Otros
políticos que repiten casi diario sus llamados por un juicio por crímenes de
guerra del ruso, algo que se ha vuelto un estribillo en la retórica
estadunidense, o no están enterados de que su país no ha ratificado el acuerdo
internacional para ser parte de la CPI o pretenden otra cosa al proclamar su
gran respeto por el derecho internacional a pesar de su historia de aplicarlo
sólo de manera unilateral contra sus enemigos y rechazar su jurisdicción sobre
estadunidenses y sus aliados.
Algunos usan
un gran talento para darle la vuelta a ese incómodo hecho. El New York
Times, en un amplio editorial el miércoles, instó por un gran esfuerzo de
documentación sobre posibles crímenes de guerra en Ucrania para preparar un
posible juicio. El rotativo opinó que aquellos responsables deben ser
nombrados, sus acciones detalladas, y si es posible, los culpables deben ser encarcelados.
Sin
conciencia histórica
Señaló que
según el tribunal de Nuremberg, iniciar una “guerra de agresión… es el crimen
internacional supremo”, y que todo indica que esa debe ser la acusación contra
Putin. No menciona que ningún mandatario estadunidense ha tenido que rendir
cuentas ante la CPI por el mismo tipo de crimen, con el caso más reciente de
Irak.
Recomendó
que el gobierno de Biden debería de buscar la forma de cooperar con esa
instancia, sin subrayar que Estados Unidos no es parte de ese tribunal.
Otros
sencillamente evitan mencionar que la Casa Blanca no sólo rehúsa sujetarse a la
jurisdicción del mismo tribunal que desea enjuicie a sus adversarios, sino que
ha atacado directamente a sus fiscales y jueces.
La CPI es la
única instancia internacional permanente con mandato para procurar justicia en
casos de genocidio, crímenes contra la humanidad, crímenes de guerra y
agresión. Por ahora, son 123 países los que han ratificado el llamado Estatuto
de Roma, y con ello son definidos como estados parte de su asamblea.
Washington
ha apoyado a dicha corte de manera casi esquizofrénica, aunque el gobierno
estadunidense fue uno de los autores principales del Estatuto de Roma, al final
fue uno de sólo siete países que votaron en contra cuando 120 naciones adoptaron
ese instrumento internacional en 1998 para crear la CPI, piedra angular del
derecho internacional moderno.
En 1999, el
presidente Bill Clinton promulgó una ley que contiene prohibiciones sobre
otorgar apoyo financiero estadunidense a esa instancia multilateral, como
también contra la extradición de cualquiera de sus ciudadanos a un país
extranjero que pudiera entregarlo ante la CPI. El 31 de diciembre de 2000,
Clinton autoriza la firma del Estatuto de Roma –último día posible– pero no lo
somete al Senado para su ratificación.
En 2002, la
CPI está lista para iniciar sus funciones a partir del primero de julio. Pero
en mayo, el entonces subsecretario de Estado, John Bolton, envía una carta al
secretario general de Naciones Unidas, Kofi Annan, declarando que su país no
tiene la intención de ratificar el Estatuto de Roma.
Tres meses
después, el presidente George W. Bush promulga una ley que contiene varias
medidas que no sólo prohíben la cooperación con la CPI, sino hasta amenazas.
Autoriza el uso de la fuerza militar para liberar a estadunidenses bajo
detención por ese tribunal y sanciona toda cooperación financiera.
Sin embargo,
una enmienda a esa ley permite que Washington ofrezca asistencia a esfuerzos
para llevar ante la CPI a extranjeros acusados de genocidio, crímenes de guerra
y de lesa humanidad. Desde entonces, el gobierno que ahora representa Joe Biden
ha participado como observador en los procesos ante la CPI y ha
cooperado en el traslado de varios acusados para enfrentar justicia ante ese
tribunal (siempre y cuando no sean estadunidenses o colaboradores).
En 2018,
John Bolton, ahora como asesor de Seguridad Nacional de la Casa Blanca bajo el
mandato de Donald Trump, anuncia en un discurso que su gobierno utilizará
todos los medios necesarios para proteger a ciudadanos estadunidenses y
aliados de su gobierno frente a toda investigación y proceso legal de la CPI.
Amenazó con
aplicar sanciones financieras, prohibiciones de viaje y hasta promover casos
criminales contra cualquier juez y fiscal de dicha Corte, o de cualquier entidad
u otro gobierno, que se atreviera a asistir a la CPI en investigaciones de sus
ciudadanos en torno a la guerra estadunidense en Afganistán.
Amenazas
cumplidas
El
secretario de Estado de Trump, Mike Pompeo, cumplió con estos amagos y revocó
la visa de una fiscal de la CPI en marzo de 2019, y amenazó hacerlo con todos
los integrantes de ese tribunal que se atrevieran a investigar a
estadunidenses. En junio de 2020, Pompeo anunció que su gobierno había
autorizado por orden ejecutiva sanciones económicas contra aquellos
funcionarios de la CPI directamente involucrados en esfuerzos para
investigar a personal estadunidense o aliados. En septiembre de ese año, la
Casa Blanca impuso sanciones económicas y de viaje contra el fiscal de la Corte
Penal Internacional, algo denunciado por la CPI como acciones sin
precedente contra una institución judicial internacional.
Fue hasta
abril que esas órdenes ejecutivas y medidas atacando a los funcionarios del
referido tribunal fueron anuladas por el presidente Biden.
Pero por
ahora, Washington continúa no reconociendo la jurisdicción de la CPI sobre
Estados Unidos y sus ciudadanos, pero sí para los que declara como adversarios.
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