La importancia de supervisar la construcción de carreteras en Badiraguato
Mientras
que el presidente planea su visita a Badiraguato, en el estado vecino, Sonora,
literalmente se vive una guerra civil, en parte propiciada por miembros de
organizaciones que tienen su sede en Sinaloa.
Ana María Salazar
julio 28, 2021
“Y voy a supervisar caminos. Voy a Badiraguato, voy a Tamazula, voy a San Ignacio, toda la parte de la sierra…”, dijo el mismísimo presidente Andrés Manuel López Obrador aparentemente despreocupado del impacto que tendría el hecho de que el presidente de México visite, por tercera vez, para supervisar (supervisar, no inaugurar) la construcción de carreteras en Sinaloa, el mismo fin de semana que se llevará a cabo la consulta popular. La fecha aparentemente es suficiente para justificar que la prensa no esté presente en los eventos donde participaría Andrés Manuel. ¡Linda casualidad!
Tal vez, ahora sí, sería difícil para el presidente
justificar videos o audios de posibles reuniones con familiares del Chapo
Guzmán, abogados o miembros de algún grupo del crimen organizado. Pero
seguramente alguien estará grabando audio y video, y se filtrará de los eventos
y conversaciones que se llevarán a cabo en la querencia y la vecindad del Chapo
Guzmán.
¿Alguien verdaderamente cree que López Obrador es tan ingenuo que no entiende las implicaciones que tendrá una visita más a Badiraguato? ¿O los operadores del presidente asumen que el presidente teflón no sentirá el impacto político y en materia de seguridad el insistir en que él tiene que supervisar la construcción de carreteras?
Esta visita a Badiraguato envía un mensaje a todas las
organizaciones criminales (nacionales e internacionales) presentes en el país,
a los policías y soldados que tienen la responsabilidad de arriesgar su vida en
defensa de la integridad física de los mexicanos amenazados por el crimen
organizado y una posición del gobierno del presidente ante otros gobiernos y
organizaciones internacionales.
También esto enviará un mensaje que el jefe del ejecutivo
federal o, no sabe negociar, o fue subyugado por alguna organización
criminal. Las decisiones del presidente, ya sea en el uso de su lenguaje,
las decisiones de dónde y cuándo hacer giras, y su agenda diaria -la forma en
que usa su tiempo- se interpreta como las prioridades y el uso de recursos del
gobierno federal. Y aún, asumiendo, que, en el mejor de los casos, López
Obrador decidió que el mejor uso de su tiempo “es supervisar la construcción de
carreteras” en Badiraguato es particularmente peligroso si es que
organizaciones criminales antagónicas, interpretan que el gobierno ya ha escogido
a sus aliados para pacificar al país.
La visita a Badiraguato podría interpretarse literalmente
como una invitación a organizaciones criminales y paramilitares, a hacer uso de
la violencia para que el “mismísimo presidente busque
negociar”. Pobladores que se sienten abandonados por el Estado mexicano
tienen incentivos de protestar, de tomar las alcaldías, de detener alcaldes,
policías o guardia nacional, porque tal vez así también venga el mismo Andrés
Manuel, a supervisar la “construcción de carreteras”.
Y seguramente estarán muy avanzados los planes del
presidente para supervisar la construcción de carreteras en tierra de narcos.
Pero no le alcanzó el tiempo para reunirse con el Gobernador de Michoacán,
Silvano Aureoles, que de plano tuvo que viajar a Washington para reunirse con
el secretario general de la OEA, el “odiado” Luis Almagro con “evidencia” de
que México estaría convirtiéndose en un “narco estado” por la participación de
estos grupos en las elecciones intermedias. A días de visitar Badiraguato,
AMLO hace un llamado de que hay que desaparecer a la OEA, por injerencista; vaya
forma de enviar un mensaje sobre cuál es la posición de México ante el criminen
organizado.
Mientras que el presidente planea su visita a Badiraguato,
en el estado vecino, Sonora, literalmente se vive una guerra civil, en parte
propiciada por miembros de organizaciones que tienen su sede en
Sinaloa. Las imágenes no mienten, en Magdalena, ciudad que se encuentra en
una de las carreteras fundamentales para el tránsito de exportaciones a los
Estados Unidos, lleva más de una semana de balaceras entre bandas
criminales. La población está aterrada, se encuentran cerrados los
comercios y los bancos. Claman apoyo de la Gobernadora Claudia Pavlovich, que
no ha reaccionado públicamente. Y el gobernador electo, Alfonso Durazo, se
encuentra en Arizona, tratando de convencer a empresas estadounidenses de las
bondades de invertir en el estado de Sonora, que se encuentra en este momento
en una histórica ola de violencia.
El vacío de poder es palpable y las organizaciones
criminales aprovechan ese vacío.
El mensaje para los policías y soldados es aterrador:
¿Cómo cumplir con sus obligaciones de proteger la integridad física de la
población y la persecución de los violentos en este país, si el Comandante en
Jefe está supervisando la construcción de carreteras en Badiraguato?
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