¿Qué pasó en El Salvador?
Ángel Guerra Cabrera
https://www.jornada.com.mx/2021/03/04/opinion/024a1mun
La apabullante
victoria alcanzada por el presidente de El Salvador, Nayib Bukele, en las
elecciones del domingo pasado implica que tendrá la mayoría absoluta en la
Asamblea Legislativa y la mayoría de las alcaldías del país. Aunque ingresó en
política y gobernó la capital en representación de la ex guerrilla del Frente
Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), en su gestión presidencial
ha devenido en un abanderado del neoliberalismo recargado, en luna de miel con
Donald Trump, un aventurero político enfermo de ambición personal y de
ostensibles ínfulas autoritarias, hombre sin ética, al igual que el magnate
neoyorquino.
Cuenta, sin embargo, con un espectacular 71 por ciento de popularidad y
ya había arrasado en las elecciones presidenciales de 2019, en las que obtuvo
53 por ciento de los votos. En ellas, el candidato de Arena, la derecha
tradicional, alcanzó 31.72 por ciento de sufragios. Pero muchísimo peor le fue
al abanderado del FMLN, que luego de dos periodos consecutivos de gobierno de
esa formación no llegó ni a 15 por ciento de los votos. Este dato mostraba
desde entonces enorme insatisfacción de los electores con la gestión
gubernamental del FMLN, organización que desde la lucha armada y después de los
acuerdos de paz, cuando se convirtió en partido político, había defendido
dignamente las banderas de la izquierda en el país y ganado un importante
reconocimiento entre sus homólogos de América Latina y el Caribe. Su
prestigioso y esclarecido líder, Schafik Handal, fallecido en 2006, llegó a ser
uno de los más destacados referentes de la izquierda en nuestra región.
Pero si el resultado que obtuvo la ex guerrilla en la elección
presidencial de 2019 fue famélico, en la del domingo pasado casi desaparece
como opción electoral, y ello hace que no pueda aplazar más un profundo y
doloroso examen de conciencia, fraternamente acompañada por sus pares de la
región. Dicho con todo respeto, muchas cosas tienen que haberse hecho mal y
muchas insuficiencias deben haber existido en el trabajo del FMLN, sobre todo
en los 10 años que fue gobierno, para llegar a una situación en la que no pocos
de sus militantes y simpatizantes han votado por los partidos de Bukele, la
opción más representativa de los intereses del imperialismo estadunidense y del
neoliberalismo en el país centroamericano, ahora que Arena desfallece. Bukele
es un producto efímero de la crisis abismal del sistema de partidos políticos
asociado a la perpetuación del neoliberalismo, que observamos hoy en el mundo y
particularmente en América Latina y el Caribe. La democracia es cada vez más
incompatible con el neoliberalismo.
Con la correlación de fuerzas que un 66 por ciento de los votos le
proporcionará en el Legislativo, Bukele puede pasar, sin negociar con otros
partidos, cualquier legislación de su interés; nombrar un tercio de los jueces
de la Corte Suprema, al fiscal general, a los miembros del Tribunal de Cuentas,
e incluso modificar la Constitución, incluida la prolongación a más de uno de
los mandatos presidenciales. Más de un observador ha afirmado en estos días que
la votación del domingo equivale a elegir una dictadura por voto popular.
Aun sin las extraordinarias atribuciones de que dispondrá de ahora en
más y sin contar con representación parlamentaria, el jefe del Ejecutivo se ha
negado a transparentar en qué ha gastado un crédito del FMI solicitado para
enfrentar la pandemia, no ha entregado la dotación de fondos para los gobiernos
municipales sin que se conozca el destino que les ha dado e irrumpió en la
Asamblea Legislativa, escoltado por soldados y policías, para exigir la
aprobación de un presupuesto adicional para sus planes de seguridad. Se asegura
que una parte de los fondos etiquetados para la pandemia han sido repartidos
ilegalmente durante la campaña electoral a sus simpatizantes en forma de
despensas y bonos por Nuevas Ideas y Gana, los partidos del presidente. Éste ha
instigado una campaña de odio contra la oposición, sobre todo contra el FMLN,
dos de cuyos simpatizantes fueron asesinados en plena capital hace unos días
por elementos de seguridad.
Bukele ha sobrendeudado al país y enfrentará una situación económica y
social muy difícil. Mientras, el FMI le exigirá recortes a la inversión social
cuando más la necesita el país. No la tendrá fácil si el FMLN realizara una
profunda autocrítica y saliera a elaborar un radical programa de oposición con
las organizaciones populares. El neoliberalismo es ya insostenible y tiene hoy
vida muy limitada, como demuestran Argentina y Bolivia. Aunque Bukele sea muy
diestro, como se ha visto, en la elaboración de mensajes a la carta para los
distintos sectores y ducho en publicidad y redes, la realidad pura y dura
indicará más temprano que tarde al pueblo el camino correcto, siempre que
cuente con un liderazgo entregado y comprometido con sus intereses.
Twitter: @aguerraguerra
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