¿El fin de Morena?
Pedro Salmerón Sanginés / I
https://www.jornada.com.mx/2020/12/29/opinion/013a1pol
“Yo quiero ser ministro, de lo que sea, pero ministro”, le dijo el
general Guadalupe Arroyo a sus amigotes, en la genial novela de Jorge
Ibargüengoitia que muestra descarnadamente el talante de la clase política
posrevolucionaria. Pululan quienes comulgan con esa moral. Veamos:
Corría el año 2010 con la nación bañada en sangre. Se acercaban las
elecciones locales en Guerrero. El PRI, que preparaba toda su artillería para
recuperar una entidad que debajo de un gobernador-empresario dizque de
izquierda, seguían controlando los violentos caciques (o sus hijos) que
empujaron a Genaro Vázquez y Lucio Cabañas a tomar las armas.
Un distinguido priísta, que había sido gobernador (sustituyó a Rubén
Figueroa tras la matanza de Aguas Blancas), de larga carrera de la mano de
viejos y nuevos caciques, perdió la contienda interna del PRI, pero logró (no
sé cómo ni voy a especular) que el presidente del PRD, Chucho Ortega, decidiera
impulsarlo al mismo cargo, pero por el PRD. En el Consejo Nacional del PRD mi
amigo Juan y el Chucho mantuvieron este diálogo o
uno muy parecido:
–¿Por qué Ángel Aguirre?
–Porque con él ganamos –respondió el Chucho.
–¿¡Ganamos qué!?
Los argumentos del Chiuchi es que era un
candidato competitivo y ganador. Los Chuchos repetirían
el argumento con personajes como Miguel Ángel Yunes cuando ya habían abandonado
(desde 2012) toda apariencia de principios, honestidad o decencia para
mostrarse tal cual son: meros ambiciosos, vulgares vividores de la política.
Juan renunció al PRD. Desde 2012 trabajó por hacer de Morena una
alternativa real (sin cobrar un peso, porque lo hizo sin dejar su brillante
carrera en otros ámbitos) y hoy desempeña un cargo de responsabilidad en el
gobierno (por eso me reservo su nombre). El Chucho y Ángel
Aguirre están en el basurero de la historia.
Hace unas semanas, Cuauhtémoc Cárdenas me contó que ahora que puede
verlo en retrospectiva, la clave del desastre del PRD fue enfocarse en lo
meramente electoral, en la victoria, en la eficacia de los
candidatos. Añadió algo así como: en Morena deben cuidarse de repetir esa ruta
(la entrevista se verá en Nuestras Conquistas del canal digital Capital
21).
Quizá ya es tarde. Sobre las candidaturas de Morena a gobernadores de
Nuevo León y Guerrero, he escuchado exactamente esos mismos argumentos de
quienes defienden la ya candidata en el primero y dos que amenazan serlo en el
segundo (Beatriz Mojica y Luis Walton, quienes levantaron la mano de Ángel
Aguirre y en 2018, de Ricardo Anaya). Igual en Zacatecas, donde quedó el
hermano de quien creó el neologismo monrealazo para definir el
berrinche y el chantaje cuando los mecanismos previamente afectados no te
favorecen (y sólo mencionaré, como de paso, que en 2010 David Monreal declinó
en favor del PRI y que en 2016 fue candidato por segunda vez, sin satisfacer la
cacareada eficacia).
Eficacia, popularidad, competitividad, encuestas de
reconocimiento como elemento definitorio… y si falla, lo que sea, como el
menú a la carta que el INE-Trife le sirvieron a Mario Delgado para asaltar la
presidencia de Morena: si el congreso del partido no te sirve, lo echamos
abajo. Si la encuesta no te gusta, la modificamos. Si no confías en el Comité
de Encuestas de Morena, le encargamos la encuesta al INE. Si no estás en el
padrón del partido, te metemos. Si no eres consejero nacional, quitamos el
requisito. Si no eres conocido te dejamos gastar una fortuna en publicidad. Si
no te gusta el resultado de la encuesta, hacemos otra (Martí Bátres: https://www.eluniversal.com.mx/opinion/
marti-batres/morena-la-carta).
Quedaba una parte de un Consejo Nacional muy menguado; un Comité
Ejecutivo Nacional mal remendado (https://www.jornada.com.mx/2020/09/ 08/opinion/016a1pol);
una Comisión Nacional de Honestidad y Justicia (CNHJ) cuyas resoluciones eran
echadas abajo por los mismos enemigos externos que diseñaron el menú a la
carta, y un Instituto Nacional de Formación Política (INFP) que no pudo, no
quiso o no supo estar a la altura y por tanto, entre otras cosas, no fue capaz
de poner los mínimos filtros autorizados desde 2018, para impedir que personas
como Clara Luz Flores, Beatriz Mojica o Luis Walton contendieran por una candidatura
(por razones de espacio, me reservo mis opiniones sobre otros estados)… aunque
en el caso del INFP, su incapacidad se debió, en buena medida, al sabotaje de
Yeidckol (https://www.jornada.com.mx/2020/
01/14/opinion/014a2pol).
El asalto a los órganos del partido resulta pasmoso y recuerda otra vez
al general Guadalupe Arroyo: en menos de tres meses vimos a Donají Alba
utilizar su posición en el INFP para postularse a la secretaría general del
partido, en fórmula con el candidato del menú a la carta, actual presidente. Al
fracasar, se postuló para la CNHJ, que tenía que renovarse por órdenes de los
mismos que impusieron el menú a la carta. Ahí la tenemos: ministra, de lo que
sea, pero ministra.
¿Ya somos el PRD versión recargada?
Twitter: @HistoriaPedro
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