Crisis y desigualdad en la
pospandemia
Katu Arkonada
El mes de
julio nos deja dos informes que proporcionan insumos interesantes, aunque
preocupantes, para pensar la crisis económica que ya tenemos encima, y el mundo
pospandemia.
Uno es de
la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) que titula Enfrentar
los efectos cada vez mayores del Covid-19 para una reactivación con igualdad:
nuevas proyecciones. El otro es de la confederación de organizaciones no
gubernamentales Oxfam, fundada en Reino Unido y con oficinas centrales en
Nairobi, Kenia, que tiene un título significativo: ¿Quién paga la
cuenta? Gravar la riqueza para enfrentar la crisis de la Covid-19 en América
Latina y el Caribe.
El
informe de la Cepal define el mundo al que estamos entrando como una crisis
sincrónica de alcance mundial. Su cálculo de caída del PIB global es de 5.2 por
ciento, llegando a 7 en las economías desarrolladas (las previsiones para
Estados Unidos son de un decrecimiento de 6.5 por ciento del PIB y para la
Unión Europea es de 8.7). Como contraste, China sólo crecerá 1 por
ciento.
Asimismo,
el volumen del comercio mundial de bienes disminuirá en 2020 entre 13 y 32 por
ciento, y hay dos indicadores a los que tenemos que poner especial atención: el
turismo se verá reducido entre 60 y 80 por ciento, la peor serie desde 1950
–cuando comenzaron los registros–, y para el sector energético el pronóstico es
una caída de 39.3 por ciento.
La
contracción económica producida por la pandemia tendrá como consecuencia un
descenso del PIB per cápita regional de 9.9 por ciento, que se va a traducir en
pasar de 26 a 44 millones de personas desempleadas. Por comparar, durante la
crisis económica de 2008 el desempleo se incrementó de 6.7 a 7.3 por ciento en
2009, mientras la previsión actual es pasar de 8.1 a 13.5 por ciento.
El
resultado de lo anterior va a ser que 45 millones de latinoamericanos van a
incrementar las estadísticas de pobreza, pasando de 185 millones a 231
millones, es decir, 37.3 por ciento de la población de la región. Al mismo
tiempo, la pobreza extrema se incrementará en 28 millones de personas,
equivalente a 15.5 por ciento de la población en Latinoamérica.
Como
posible solución paliativa a esta crisis económica, pero sobre todo social, la
Cepal propone una fuerte respuesta en materia de política fiscal alineada con
la necesidad de fortalecer los sistemas sanitarios, apoyar los ingresos de los
hogares y proteger la capacidad productiva, y una política monetaria expansiva
favorecida por la baja inflación. Todo ello con tres líneas de acción: 1. Un
ingreso básico de emergencia como instrumento de protección social enfocado a
las personas en situación de pobreza, con el objetivo de sostener el consumo;
2. Un bono contra el hambre para personas en situación de extrema pobreza que
complemente el anterior, y 3. Apoyo a las empresas para que no se pierdan
empleos.
Por su
parte, el informe de Oxfam hace especial énfasis en que América Latina va a ser
la región del planeta con la contracción económica más grande, y la
recuperación más lenta. En 12 meses, vamos a retroceder 15 años en todo lo avanzado
en la lucha contra la pobreza y la desigualdad.
Pero al
mismo tiempo, y así como se calcula que la región va a terminar 2020 con más de
40 millones de nuevos desempleados y más de 50 millones de nuevos pobres, desde
que comenzó la pandemia tenemos 8 mil nuevos millonarios en América Latina.
Oxfam calcula que la riqueza de estas nuevas élites económicas ha crecido 17
por ciento desde mediados de marzo, equivalente a 48 mil 200 millones de
dólares, lo que a su vez representa 38 por ciento del total de medidas de
estímulo aprobadas por los gobiernos latinoamericanos.
Es por
ello que la condición de América Latina como región más desigual del planeta se
va a agudizar en la pospandemia, con el agravante de que una buena parte de la
inversión extranjera directa en la región (hasta 20 por ciento, uno de cada
cinco dólares) entra o sale vía paraísos fiscales.
Oxfam
hace también un análisis muy interesante en torno al debate sobre la deuda, y
sentencia: El recurso de mayor endeudamiento público puede dar un alivio
temporal, que arrastrará, sin embargo, consecuencias y lastrará el desarrollo
de las generaciones futuras.
Aunque en
el próximo artículo seguiremos analizando la cuestión de la deuda y reforma
fiscal como posibles soluciones a la crisis y a la pandemia, es necesario
resaltar que en el ámbito financiero la deuda mundial supera ya los 255
billones de dólares, 322 por ciento del PIB mundial, por lo que las posibles
alternativas para enfrentar esa crisis deben pasar por más Estado, pero no
necesariamente por más deuda.
Pero más
allá de soluciones, el horizonte debe ser el mismo que hemos planteado en
artículos anteriores, y que Oxfam sintetiza así: Es momento de que quienes
concentran la riqueza, quienes han tenido grandes beneficios durante estas
últimas décadas y las grandes empresas que están generando importantes
ganancias en medio de la crisis, contribuyan mucho más al esfuerzo de todos y
todas. Es decir, que la crisis la paguen los ricos.
*
Politólogo vasco-boliviano, especialista en América Latina.
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