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Zapata

miércoles, 8 de enero de 2020

ESTADOS UNIDOS E IRÁN DES-ESCALAN EL CONFLICTO


Donald Trump acaba de dar un discurso conciliador sobre el conflicto con Irán, pues los ataques de los misiles iraníes a las bases estadounidenses en Irak no ocasionaron muertos y los daños materiales fueron mínimos.
Todo indica que la dirigencia iraní realizó los ataques sólo para aplacar un poco la ira de la población y en especial de los guardias revolucionarios, cuyo líder era Qasem Soleimani, pero no para escalar el conflicto con Estados Unidos.
A Irán no le convenía una guerra abierta contra Estados Unidos y sus aliados en la región y en el resto del mundo (OTAN), pues se vería confrontado con un poder de fuego muy superior, sin contar con el apoyo (al menos abierto) de Rusia y China, que seguramente no se comprometerían en una guerra contra Occidente para defender a Irán.
Así que la teocracia iraní decidió responder simbólicamente al asesinato de uno de sus principales líderes, pues midió (correctamente), que ni su economía , debilitada por el bloqueo y las sanciones que le ha aplicado Estados Unidos en los últimos dos años, ni sus desgastadas milicias en Irak, Siria y Líbano, después de años de guerra para derrotar a los terroristas y mercenarios aliados de Occidente, Israel y las petromonarquías del Golfo, podrían soportar en estos momentos otro esfuerzo mayúsculo de una guerra abierta contra la superioridad bélica de Occidente y sus aliados en la región.
Por su parte Trump, sabe que iniciar una guerra, aunque sólo fuera con ataques aéreos y misiles, implicaría respuestas asimétricas de Irán, que golpearían a sus fuerzas armadas en el Medio Oriente y que obligarían a invertir numerosos recursos humanos, materiales y financieros en la región, desviando la atención de la competencia geopolítica mundial que tiene Estados Unidos con China y Rusia; y presionando aún más a la administración Trump justo en el momento en que está enfrentando el “impeachment” en la Cámara de Senadores y el inicio de la campaña presidencial para buscar la reelección.
De ahí que ambos liderazgos políticos consideraron más costoso escalar el conflicto, sin un horizonte claro de adonde los llevaría, que aguantarse algunas pérdidas (mayores para Irán, por la importancia de Soleimani), y mantener un inestable “statu quo” que no rompe el conflicto, pero tampoco lo lleva a niveles de confrontación que podrían salirse de control.
Pero por lo pronto, Trump sale ganando, pues no inicia una nueva guerra (al menos por el momento, porque Israel y los neoconservadores seguirán presionando para que lo haga), elimina a un miembro importantísimo de la dirigencia iraní; y la respuesta de Irán resultó ser sólo simbólica.

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