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Zapata

miércoles, 15 de enero de 2020

BARR LLEGA A MÉXICO A PEDIR CUENTAS


El 5 de diciembre del año pasado el fiscal general de Estados Unidos, William Barr llegó a México para obtener más concesiones del débil gobierno lopezobradorista en materia de seguridad.
Después del asesinato de miembros de las familias mormonas LeBarón y Langford en Sonora, al parecer por miembros de cárteles del narcotráfico que se disputan el territorio, el presidente Trump amenazó con designar a los cárteles mexicanos de las drogas como organizaciones “terroristas”, lo que una vez más “apanicó” al presidente mexicano, que solicitó a Trump no hacerlo. Pero a cambio el presidente estadounidense mandó a su fiscal general para asegurarse de que México se responsabilice de terminar por completo el contrabando de fentanilo por su territorio.
Según un vocero del Deep State estadounidense en México (Raymundo Rivapalacio en El Financiero)[1], Barr vino en diciembre a dar un ultimátum a López Obrador sobre la necesidad de que México detenga el contrabando de fentanilo hacia Estados Unidos (que tan sólo en 2017 mató a 28,500 viciosos estadounidenses), o de lo contrario la designación de los cárteles como organizaciones terroristas (con toda la cauda de acciones unilaterales por parte de Estados Unidos que ello conlleva) se aplicaría.
Ahora Barr llega a evaluar el avance de México en la materia, y de forma velada el lacayo canciller mexicano Marcelo Ebrard, aceptó que la visita de Barr era para tratar asuntos como la corrupción en las aduanas[2], por donde entra el fentanilo, principalmente procedente de China.
En ningún momento Barr habló en su pasada visita o piensa discutir durante su nueva visita, el tan cacareado programa inventado (en la mente de Ebrard) “frozen”, para supuestamente “congelar” el envío de armas desde Estados Unidos hacia los cárteles mexicanos; menos aún lo que el gobierno de Trump hace o piensa hacer para disminuir el consumo de drogas en su país, que es la principal causa del narcotráfico y de sus graves consecuencias; tampoco viene a comprometerse a meter a la cárcel a los miles de narcotraficantes que impunemente dan vida a ese comercio en territorio estadounidense; ni mucho menos a castigar severamente a los grandes bancos estadounidenses donde se lavan las ganancias de este comercio ilícito.
Barr sólo viene a revisar si hay o no avances en la orden que le dio al gobierno mexicano en diciembre pasado; y si no es así, a amenazar una vez más con imponer aranceles a las mercancías que México vende a Estados Unidos y/o a designar a los cárteles mexicanos como “organizaciones terroristas”.
Los empleados de Trump en México, es decir el gobierno mexicano, tendrán que demostrarle a Barr que están cumpliendo con las órdenes de Trump. Pero, aunque así haya sido, Trump ya comenzó a ridiculizar a México en sus giras electorales, como la última en Milwaukee, Wisconsin, en donde se pitorreó del gobierno mexicano diciendo que sí está pagando la construcción del muro a través de las muchas concesiones que se han obtenido de nuestro país en materia comercial (T-MEC), de seguridad y en la cuestión migratoria.
Lo que llama la atención es que todos los problemas que dice el gobierno de Trump que México le ocasiona, son los estadounidenses los que los crean en primer lugar (consumo de drogas, contratación de indocumentados, guerras en todo el mundo que promueven el terrorismo; capitalismo salvaje, que abre las puertas a todo tipo de actividad ilegal trasnacional, etc.), pero siempre busca alguien a quien echar la culpa; y México es el que está más a la mano.
Y mejor aún cuando tienen a un gobierno como el actual que acepta todos los costos, acusaciones y exigencias estadounidenses, a cambio de nada. México es como el payaso de las cachetadas. Patético.

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