El Istmo es nuestro, no de empresas ni gobiernos
Gilberto López y Rivas
Una importante convocatoria pública ha circulado profusamente por
las redes, a partir del primero de enero del nuevo año, en la que se advierte
de la inminente amenaza por parte del gobierno de la 4T y del presidente Andrés
Manuel López Obrador, de “imponerles a los pueblos del istmo de Tehuantepec, al
pueblo de México y a la nación misma, el llamado ‘Programa de Desarrollo
Integral del Istmo de Tehuantepec-Tren Interoceánico’ (popularmente conocido
desde 1996, como ‘Megaproyecto del Istmo’,” aunque por sus características
peculiares el nombre más apropiado debiera ser: “Megaproyecto McLane–Ocampo”.
Firmada por numerosas organizaciones, colectivos y asambleas
comunitarias, organismos de derechos humanos, ecologistas, movimientos,
sociales, gremiales, redes de la sociedad civil, centros de investigación,
académicos, artistas, periodistas, personalidades y ciudadanos, la convocatoria
pública analiza a profundidad lo que se considera como un reciclamiento,
actualizado y potenciado de un programa de desarrollo regional de Ernesto
Zedillo, que consiste: en un monstruoso canal seco multimodal, alternativo
al canal de Panamá, para el beneficio del comercio corporativo global, con el
que se pretende interconectar de manera muy rápida la circulación masiva de
todo tipo de mercancías, bienes y productos, entre el océano Atlántico (Golfo
de México, facilitando la salida a Europa y costa este de Estados Unidos) y el
océano Pacífico (salida hacia China-Japón-Indonesia-Australia y la costa oeste
de Estados Unidos.
Como todos los megaproyectos de la Cuarta Transformación, a lo largo del
canal seco se establecerían corredores industriales y agroindustriales,
empresas maquiladoras, armadoras automotrices y de maquinaria, así como otros
megaproyectos igualmente extractivistas y depredadores: concesiones mineras,
extracción petrolera y de gas natural (convencional y fracking),
gasoductos y oleoductos, refinerías, parques eólicos, represas hidroeléctricas,
plantaciones comerciales forestales y agroindustriales, hoteles para turismo de
élite y la construcción de una autopista paralela a la vía férrea.
Todo ello, a partir de las ya conocidas consultas simuladas y
violatorias de los más elementales derechos indígenas y, como buen
gobierno neoliberal, se decretaría toda la zona del Istmo, como libre o franca,
con exención de impuestos, otorgamiento de subsidios gubernamentales, terrenos
con infraestructura lista, caminos de acceso, calles internas, agua-drenajes,
energía eléctrica, redes de cableado subterráneo y demás servicios básicos.
Esto es, el gobierno al servicio de las empresas multinacionales y de los
gobiernos más poderosos del mundo, encabezados por el de Estados Unidos.
De llevarse a cabo, acorde a los firmantes, “significaría el total
saqueo, la devastación y la privatización de los invaluables bienes naturales,
así como la desaparición total de los sistemas productivos tradicionales,
básicos para el autoconsumo y la soberanía alimentaria, familiar y comunitaria
(milpa de policultivo, huertos familiares, manejo de acahuales, semillas nativas)
de los territorios indígenas, del pueblo negro y de comunidades campesinas, que
se localizan en los 98 municipios considerados actualmente en el ‘Programa de
Desarrollo Integral del Istmo de Tehuantepec-Tren Interoceánico’, en los
estados de Oaxaca (46), Veracruz (33), Chiapas (14) y Tabasco (5)”. Del mismo
modo, este desarrollismo y modernidad, (como en Cancún), además de empleos
precarizados, lo que traerían es mayor contaminación, alcoholismo,
drogadicción, narcomenudeo, inseguridad y delincuencia organizada, secuestros,
prostitución, desaparición de jóvenes y trata de blancas, feminicidios,
embarazos de adolescentes, inflación y mayor pobreza socioeconómica, violencia
intrafamiliar, rompimiento del tejido social y la pérdida de la cultura y los
valores comunitarios y de los sistemas normativos internos.
Este megaproyecto, igualmente, pondría en riesgo el futuro de las
generaciones por venir, incrementando el calentamiento global y condenando a
largo plazo a la muerte misma de la Madre Tierra. De la misma forma, implicaría
la militarización del Istmo, la región geoestratégica más importante de nuestra
nación, por lo que, implicaría un alto riesgo a la integridad y soberanía
nacional-popular.
Por estas razones, se convoca a construir una amplia alianza, no sólo
para detener y revertir este proyecto de muerte sino, también, para construir
colectivamente una propuesta alternativa de desarrollo sustentable para el
istmo de Tehuantepec, comunitaria y popular; y para la constitución de un
movimiento de resistencia y una intensa campaña global, nacional e
internacional denominada El Istmo es nuestro, de los pueblos indígenas,
del pueblo mexicano, no de las empresas ni de los gobiernos. (elistmoesnuestromx@gmail.com Campaña
global: www.elistmoesnuestro.org).
¡No al megaproyecto del Istmo! ¡Sí a la vida!
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