T-MEC: EEUU, México
y Canadá vetan a China y renacionalizan el petróleo mexicano
13.12.2019
Trump y los demócratas pese a sus feroces diferencias internas
convergieron en renegociar el polémico T-MEC en detrimento de México y Canadá,
quienes no tuvieron más remedio que asimilar los cambios. El subrepticio veto a
China quedó más firme que nunca. En el rubro digital son aplastados México y
Canadá: ¡triunfo total de Silicon Valley!
Por
alguna razón en México el T-MEC ha recibido mayor resonancia en su rubro
automotriz —una economía de principios del siglo XX con Henry Ford— y casi
nadie toca el tema del casi apartheid tecnológico—una economía del siglo XXI—
que sufre el país frente a los gigantes de Silicon Valley —Google, con 931.000 millones de dólares, Amazon, con 873.030 millones, Facebook, con 561.420 millones, Apple, con 1.21 billones, Twitter, con 23.520 millones, Microsoft, con 1,17 billones, y Netflix, con 130.790 millones—, quienes conjuntamente ostentan una
capitalización de mercado al corte de caja de hoy de casi cinco billones.
Representan casi
cuatro veces el PIB nominal de México (1.274.175 billones) cuando las bolsas de
valores se dispararon tanto por el inminente acuerdo
comercial en su primera fase entre Trump y China como por el triunfo
de Boris Johnson —gran
aliado de Trump—, quien acelerará el
brexit y la ruptura del Reino Unido con la Unión Europea.
Lamentablemente, en
México el sector aldeano neoliberal con ínfulas de genios como los dos
negociadores Luis Videgaray e Ildelfonso Guajardo —que formaron parte del
gabinete saliente de Enrique Peña— literalmente firmaron todo en el T-MEC inicial para favorecer más a
EEUU que a México. Siguen anclados en la mentalidad de la caduca ventaja
comparativa que impulsó el economista anglo-israelí David Ricardo, quien era un
vulgar apostador. Los signatarios neoliberales mexicanos no entienden que el
siglo XXI ya es digital y que quien domine la
inteligencia artificial controlará el mundo, como dijo Vladímir
Putin.
Jamie Powell, del
Financial Times, expresó hace exactamente un año que el gran vencedor del T-MEC
eran "los gigantes tecnológicos de Silicon Valley". La
versión inicial del T-MEC —rebautizado así por Trump con fines
electorales en lugar del TLCAN de
hace un cuarto de siglo— fue reformulada estos días con una firma tripartita
que contó con la supervisión de Jared Kushner, el polémico yerno talmúdico de
Trump.
Según Jamie Powell
en su ominoso capítulo 19 sobre el "comercio digital", este otorga
las "llaves a aquellos que cosechan, y por ende se benefician mayormente
de los datos (los grandes grupos tecnológicos de EEUU) cuando "ninguna
parte restringirá la transferencia transfronteriza de información, incluyendo
la personal, por medios electrónicos si esta actividad es para conducir los
negocios de una persona encubierta".
Cabe señalar que
con estas atribuciones digitales unilaterales la información de los big
data de la salud quedará bajo custodia de los gigantes de
Silicon Valley quienes, a su vez y en fechas recientes, han aceptado dar
el control de la inteligencia artificial al Pentágono.
Tanto Canadá como
México —sumamente atrasado en ese rubro— dejan sin
protección los datos íntimos de sus ciudadanos y nunca se han atrevido a
invocar la soberanía del código genético de sus nacionales cuando ni siquiera
protegen la soberanía tout court.
Powell cita al
consultor y exfuncionario canadiense Dan Ciuriak, quien sentencia que "la
economía de los datos no está encaminada a crear mercados competitivos"
cuando el T-MEC constituye una "concesión total" ya que el problema
no radica en lo que se cede en este momento, sino en el futuro económico que ha
sido concedido.
Ya vapuleados
México y Canadá en el rubro digital —la verdadera economía del siglo XXI—, vale
la pena revisar la reseña de Heather Long, del The Washington Post. Exulta el
triunfo de EEUU, acoplado por republicanos y demócratas pese al inicio
de un impeachment deslactosado en contra de Trump. Este ahora prepara sus clásicos
revires vengativos. La nueva versión del T-MEC de republicanos y demócratas
resalta la propiedad intelectual, los big data y las protecciones ambientales y
laborales, también en detrimento de Canadá y, sobre todo, de México.
Se ignora la copia
final del T-MEC, cuyos detalles faltan conocer según
Heather Long. Se generaron grandes cambios en el sector automotriz: "Para
calificar para una tarifa cero, un vehículo debe tener 75% de sus componentes
manufacturados" en cualquiera de los tres países, lo cual significa un
abrupto "aumento del actual requerimiento del 62,5%" cuando "el
30% del trabajo del vehículo hecho por los trabajadores deberá ganar 16 dólares
la hora".
En 2023, es decir,
en tres años, el 30% deberá incrementarse al 40%. Aquí también emerge México
como el gran perdedor, no se diga Canadá.
Es
más: los camiones mexicanos que cruzan la frontera con EEUU "deben cumplir
mayores regulaciones de seguridad". ¿Vendrá implícito, en esta
estipulación, el combate al transporte otrora permisivo de estupefacientes? Los
demócratas de EEUU, a los que muchos senadores de México idolatran, fueron
exageradamente estrictos con México al exigir un comité formal para monitorear
a México en temas laborales, como attachés laborales —el equivalente de
agregados diplomáticos— instalados en México de acuerdo a una hoja de trabajo
del representante Richard E. Neal (demócrata de Massachusetts y jefe del
poderoso Comité Vías y Medios (House Committee on Ways & Means) a grado tal
que México puede ser objeto de "medidas punitivas".
Heather Long
proclama "el triunfo de Trump sobre Canadá, que es obligado a abrir su
mercado lácteo a los granjeros de EEUU". El único rubro donde los
demócratas obtuvieron concesiones frente a los republicanos fue en la
desaparición de los 10 años de gracia de "protección de propiedad
intelectual" de fármacos biológicos.
Para compensar, el
nuevo capítulo sobre propiedad intelectual contiene en sus más de 60 extensas
páginas "más protecciones rigurosas para patentes y marcas registradas que
incluyen la biotecnología, los servicios financieros y los nombres de dominio".
Otro rubro más en el que salen vapuleados Canadá y México.
Se incrementan, en
otras 30 paginas, las "protecciones ambientales", donde "México
acepta mejorar el monitoreo para frenar la pesca ilegal". Al margen del
reformulado T-MEC, EEUU firmó cartas paralelas que permiten a Canadá y a
México esquivar mayormente las tarifas
de los vehículos
por Trump.
La única concesión
relativamente simbólica que otorgó EEUU consiste en formar un panel tripartito
de representantes para desafiar las medidas antidumping con el fin de compensar
los aranceles. El capítulo 11 —que otorgaba a los inversionistas "una
manera especial para combatir las decisiones del Gobierno"— es
"eliminado enteramente para Canadá y mayormente para México" con el
fin de eludir el sistema judicial.
Según Heather Long,
la parte que se preservó del capitulo 11 exclusivamente para México es en
referencia al petróleo para así "desafiar al Gobierno mexicano si cambia
las reglas e intenta nacionalizar de nuevo su sector
energético ". Se veta de facto cualquier intento de renacionalizar del
estratégico petróleo mexicano.
Los negociadores de
México y Canadá exhibieron una anacrónica mentalidad siderúrgica del siglo XIX
y acabaron comprando espejismos digitales con los espejitos medievales que les
vendieron los demócratas y republicanos de EEUU reconciliados en su contra.
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