Después de
la visita del fiscal de Estados Unidos a México, William Barr, el presidente
Trump ha decidido que “temporalmente” no designará a los cárteles mexicanos del
narcotráfico como organizaciones terroristas, según sus palabras, haciendo caso
a la solicitud del presidente López Obrador a quien respeta y con quien tiene
una buena colaboración. En cambio, se va a intensificar la cooperación entre
los dos países para combatir a los cárteles.
En primer
lugar, tal como sucedió con la amenaza de imponer aumentos de aranceles a todos
los productos que México exporta a Estados Unidos, si nuestro país no se
convertía en el “muro” contra la inmigración indocumentada; ahora, la
designación de terroristas a los cárteles, sólo se detiene temporalmente, en
tanto México asume más costos y da más concesiones en la ya larguísima “guerra
contra el narcotráfico” que libra, sin que el gobierno norteamericano asumiera
ningún compromiso, como por ejemplo reducir el flujo ilegal de armas al país, o
el de dinero que cruza por la frontera para financiar a los cárteles; o menos
aún, el de disminuir el consumo de drogas de su población, lo que constituye el
motor principal de todo este negocio.
Pero López
Obrador, otra vez, dice que es un triunfo que algo que no existía, es decir la
denominación de terroristas a los cárteles mexicanos de la droga, siga sin existir,
por el momento; y que a cambio de que ese algo que no existe se mantenga así, nuestro
país seguirá rindiendo recursos humanos, materiales y financieros en favor de
la “guerra contra el narcotráfico” que exigen las autoridades estadounidenses;
insistimos, sin ningún compromiso explícito de su parte para asumir sus
responsabilidades en este problema.
Es decir, el
chantaje de Trump al débil y asustadizo gobierno de López Obrador sigue
funcionando (y seguirá, pues la espada de Damócles de la designación de los
cárteles como terroristas, así como la aplicación de los aranceles permanece,
pues se les ha detenido “temporalmente”); y para colmo, como cereza en el
pastel, y tal como lo anticipamos en este blog, el gobierno mexicano tuvo que
aceptar que Evo Morales saliera del país, con el pretexto de una consulta médica,
hacia Cuba y posteriormente a la toma de protesta de Alberto Fernández en
Argentina (aún por confirmar), sin que se sepa si regresará o no a su exilio
dorado en México.
En política
no hay coincidencias, y el que Morales saliera del país después de la visita de
Barr, sólo puede leerse como parte del pago mexicano al estadounidense, para
que éste no realice acciones unilaterales en el tema del narcotráfico, por el
momento.
Patética
debilidad del gobierno mexicano ante el de Trump, que el presidente de Estados
Unidos ha aprovechado y lo seguirá haciendo, obligando al mexicano a hacer
lo que se le ordena. Muy pronto podremos ver quizás que México disminuya su
apoyo a Venezuela o que comience a cerrarle las puertas al capital chino en
nuestro país: Todo es posible, dado que López Obrador ha demostrado que está subordinado
a Trump, y éste no va a dejar pasar la oportunidad de seguir exprimiéndolo todo
lo que pueda (seguirá con el enorme yacimiento de litio que hay en Sonora).
Y por
supuesto, hay que sumarle el papel nefasto del canciller Ebrard en todo esto,
que con cada amenaza de Trump, aprovecha para ganar más espacio político dentro
del mediocre gabinete de López Obrador, gana más puntos ante Washington como el
candidato confiable para 2024, al jugar el papel de “asustador oficial de AMLO”,
con lo que obtiene de él más concesiones en su favor y para el gobierno de
Washington; y se pavonea como el “salvador de la patria” después de torcer
todas las concesiones que hace a los gringos en nombre de México, como si
fueran grandes logros para el país.
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